jueves, 24 de julio de 2008

XXI SEMANA NEGRA DE GIJÓN



Finalizada el pasado domingo la XXI edición de la Semana Negra de Gijón me ha dejado como cada año muy buen sabor de boca. A pesar de la disminución de espacio debido a su nuevo y ocasional emplazamiento en la Playa de Poniente el nivel literario, cinematográfico, musical, gastronómico y, en definitiva, lúdico, no ha disminuido ni un ápice.

Los amantes de la literatura fantástica estaban de enhorabuena por la presencia del reputado escritor George RR Martin entre los ilustres invitados. El peculiar (inconfundible entre la multitud debido a esa gran barba vikinga) escritor de New Jersey conocido mundialmente por su exitosa serie de novelas de fantasía épica “Canción de hielo y fuego”, así como por su labor como guionista en Hollywood a mediados de los 80 en series como “Twilight zone”, fue una de las “atracciones” (sin entrar en competencia directa con la monumental noria) de la Semana.

No sería el único grande entre los grandes entre los ciento treinta y cuatro autores que recorrieron la arena gijonesa en la semana más larga del año (ya saben, diez días) Por allí andaba también el poeta y ensayista mexicano José Emilio Pacheco gran especialista en la obra y figura de Jorge Luis Borges, distinguido entre otros galardones con el premio Malcolm Lowry o el Nacional de poesía. El actual premio Minotauro también estuvo presente, Federico Fernández Giordano; Joaquín Sabina recitó poesía y su banda amenizó la noche del miércoles en el escenario central. Manuel Loureiro se unió a la fiesta con su holocausto zombie relatado en ese rabioso blog pasado a papel en “Apocalipsis Z”, todos estos y muchos otros autores llenaron de interés los coloquios de la carpa AQ en las calurosas tardes. Las altas temperaturas no impidieron la asistencia y participación de un público cada año más entregado.

Los aficionados al cómic también tuvieron su ración como cada año. Además de las estupendas ofertas que proponía una conocida tienda especializada de Gijón, con descuentos del cincuenta por ciento en un gran surtido de títulos (Batman, Superman, Spider-man, Spider-girl, La brigada de la gabardina, Lobezno, American Virgin, Hellblazer, etc…) este año asistieron al recinto tres grandes autores. Phoebe Gloekner, conocida por “Diario de una adolescente” historieta de tintes autobiográficos y “Vida de una niña” la controvertida obra que narra el asesinato de una niña en Ciudad Juárez; Fabrice Neaud, que habló sobre su última obra “Mi diario” y el autor underground neoyorquino Spain Rodríguez, cuya adaptación al cómic de la figura del Che se publicará próximamente en EE.UU. en España sólo algunos de sus trabajos han sido publicados en la revista Víbora.

La música sonó libre como cada año en el veterano festival, “Avalanch” clavó la bandera del metal en el escenario central el sábado 12, “El Chojín” o la interesante “Shantel and Bukovina Club Orkestar” manifestaron la oferta para todo tipo de gustos que viene siendo costumbre, muy sana por cierto. Pero si hay algún género musical que sobresale en la música en directo de la Semana es el Rock en todas sus vertientes. El que tocaron las bandas en los escenarios de los bares mas “cañeros”, grupos normalmente de jóvenes asturianos, aunque siempre con alguna presencia de otras latitudes peninsulares. Mención aparte, como siempre cuando se habla de este infatigable músico, merece Rafa Kas, quien con su entrega habitual nos regaló con un concierto épico la noche del jueves. Hasta las 3:30 h. se prolongó el espectáculo, el cual no finalizó por deseo del cantante y su banda, sino por orden de la policía que se encargaba de desalojar el recinto sobre esa hora todos los días.

El plato fuerte (para un cinéfago como el que escribe) este año, fue la presencia del vampiro de habla hispana por antonomasia, el gijonés Germán Robles. El veterano e inmortal actor volvió a su Gijón natal para asistir a un necesario homenaje tanto a su figura como a toda la producción méxicana dedicada al mundo vampírico entre los años 50 y 60. Bajo el título de “Germán Robles, el Vampiro méxicano” se proyectaron las películas “El vampiro”, Fernando Méndez; “El ataúd del vampiro”, Fernando Méndez; “La maldición de Nostradamus”, Ferderico Curiel; “La maldición de Nostradamus II: El destructor de monstruos” Federico Curiel; “El barón del terror” Chano Urueta; “Los vampiros de Coyoacán”, Arturo Martínez y el estreno en Europa de “Bandfield killer. Sangre en la mondiola” de Guzmán Vila. Todo un paraíso de sangre, colmillos y sensualidad en unas obras que se anticiparon en años al carácter explícito de las películas de la Hammer.

Para completar el homenaje la organización tuvo el detallazo de editar un libro titulado “¡A mordiscos!” redactado por el omnipresente habitante de las sombras, Jesús Palacios, que un buen amigo librero tuvo la consideración de guardarme a buen recaudo. Con su rico y fluido estilo habitual, Palacios, hace un repaso a la cinematografía fantaterrorífica mexicana, comenzando su recorrido por el Drácula hispano de la Universal, con Carlos Villarías como conde.

Pues todo esto y mucho más ha dado de sí este año la Semana Negra. La juerga nocturna siempre indispensable, entre conciertos y cañones de cerveza. Las preciosas vistas, el mar a un lado y al otro la imponente e iluminada noria. Los coches de choque no los probé en esta ocasión, desde que viera “Choque” de Nacho Vigalondo me aterra la idea de pasar por algo parecido, el mercachifle este año eran los pitos locos y entre los “artistas” (poco que ver con los auténticos artistas que hay en la “Rambla” de Barcelona, por ejemplo) ambulantes había uno con un parecido más que razonable con el hombre misterioso de “Carretera perdida”. El característico olor a gofre y a parrilla acompañaba a lo largo del recinto haciendo imposible seguir cualquier tipo de dieta y se mirara donde se mirara había algún/a hortera con sombrero de paja haciendo publicidad de alguna bebida alcohólica. La pluma y la mujer de cabello cambiante encaramada a los libros daban como siempre la bienvenida al visitante y el cartel de la Semana Negra reposaba esta vez junto al mar. Todos estos pequeños detalles, toda esta riqueza de opciones es lo que hace única la experiencia de visitar la Semana Negra.

Pero bueno, alguno seguirá diciendo y/o escribiendo que aquí sólo hay ruido y bocatas de chorizo. Ya saben lo que dice el refrán: “No se hizo la miel…"

martes, 8 de julio de 2008

WONDERFUL TOWN

Director: Aditya Assarat
Guión: Aditya Assarat
Director de fotografía: Umpornpol Yugala
Música: Koichi Shimizu, Zai Kuning
Intérpretes: Anchalee Saisoontorn, Supphasit Cansen, Dul Yaambunying
(Tailandia), 2007

El interesante director tailandés Aditya Assarat da el salto al largometraje de ficción tras sus cortometrajes “Motorcycle” 2002 y “Waiting” 2003, y su paso por el documental en 2005, cuando codirigió “3 friends”. La jugada difícilmente le podía haber salido mejor, el éxito le ha acompañado a lo largo del año prácticamente en todos los festivales por los que a paseado su película: Premio Especial del Jurado en el Festival de Las Palmas, premio “Tiger Award” a la mejor película en el Festival de Rótterdam, New Currents Award en el Festival de Pusán, premio FIPRESCI en el Festival de Hong Kong, Premio Especial del Jurado en el “Festival de cine asiático de Daeuville y Gran Premio Ciudad de Lisboa en el certamen “Indie Lisboa”.

Sinopsis:

Tom, un arquitecto de Bangkok, se desplaza para la construcción de un nuevo hotel, a un pequeño pueblo costero que se encuentra en plena reconstrucción, tras ser asolado por el Tsunami en el 2004. En el hotel que se hospeda conoce a Na, la tímida y cándida recepcionista de la cual se enamora. Las relaciones entre la joven y el recién llegado no serán bien vistas por Wit, el hermano de la muchacha.

Lo cierto es que tantos parabienes por parte de tal cantidad de certámenes me hacían tener cierto recelo con esta producción thai, la unanimidad de criterios a la hora de alabar una obra, bien sea cinematográfica o literaria, suele encerrar detrás una serie de intereses que poco o nada tienen que ver con la calidad artística del producto y mucho con los pingües beneficios que de su promoción puedan obtener productores, distribuidores y demás intermediarios.

Afortunadamente no es el caso de esta historia intimista que desborda belleza y crueldad a partes iguales, la historia de un amor imposible en un lugar paradisíaco, donde el bellísimo paisaje natural y el sol que lo baña nos impiden vislumbrar a primera vista el odio, la violencia y el dolor que esconden sus calles, sus gentes. Una visión más profunda (la que acomete el realizador) nos permite ver las grietas de un edificio a punto de desmoronarse. Viejas heridas sin cicatrizar, un pasado convulso que impide la normalidad del presente. La armonía de la comunidad, la amabilidad de sus paisanos, las buenas formas, la cordura, todo desaparecerá bruscamente de la noche a la mañana. El mero hecho de que un forastero mantenga relaciones sexuales con una joven de la localidad saca a flote los instintos más bajos de los lugareños. Su miedo y su inseguridad se hace más que patente ante la presencia del “extraño” en cuanto pretende arrebatarles algo que les “pertenece”.


A través de un estilo pulcro en la dirección, (a destacar esos tonos fríos de la fotografía que huyen de la característica estampa de postal de lugar exótico), el cineasta tailandés narra una historia en realidad tan vieja como la existencia del hombre, obsesionado siempre con la posesión, territorial, material y personal.

Rozando en ocasiones el tono documental, tan en boga en el cine independiente actual (y tan usado en movimientos pretéritos de la historia del cine como el Neorralismo o la Nouvelle Vague), la película tiene (sobretodo en su primera parte, en la que se presentan los personajes) un carácter contemplativo, (largos planos del mar y del resto de paisajes naturales que envuelven a la localidad) lo que introduce rápidamente al espectador en la atmósfera que respiran los personajes. El sabio uso de los silencios nos evita el tener que soportar los diálogos manidos que suelen abundar en las producciones comerciales, dejando a los actores (extraordinariamente dirigidos) la transmisión de emociones a través de su rostro, de su lenguaje corporal. Cuando la pareja protagonista se relaciona tan sólo necesita mirar a los ojos del otro para saber lo que quiere, lo que piensa, lo que necesita. A veces una mirada dice mucho más que centenares de palabras. También dialogan entre ellos, pero sus diálogos no sufren la edulcoración del mal llamado cine romántico, al contrario, intercambian frases que gozan de sana intranscendencia. Hablan por hablar, por pasar el rato, sin decirse nada importante, para eso no les hacen falta las palabras. Como les pasaba a Michel Poiccard y a Patricia en aquella habitación de un hotel parisino.

Abundan las metáforas visuales (las olas rompiendo a la orilla del mar, aparentemente en calma tras el devastador Tsunami. Na colgando la ropa vista a través de la ventana enrejada) y la belleza está presente en cada fotograma. Con los suaves movimientos de cámara, la tranquilidad del paisaje y la excelente partitura que envuelve el conjunto, Aditya Assarat construye un poema visual que emociona por su sencillez, por su honestidad. Huyendo de los vacuos artificios y del estereotipo fácil, para construir una historia a través de personajes “reales” (destacar que los actores no son profesionales lo que hace aún más auténtica su interpretación), confundidos, como todos los demás, por la hostilidad del mundo que les rodea. Una auténtica delicia.

viernes, 4 de julio de 2008

EL FASCINANTE MUNDO DEL SR. OLARIA

Huyendo del asfixiante calor que azota Madrid estos días me introduje en un centro comercial para disfrutar de las ventajas del aire acondicionado (el mismo que tanto asqueaba a mi admirado Henry Miller) Teniendo en cuenta el abrasador panorama que acechaba en el exterior (es admirable el aguante de los aficionados futboleros que se congregaron en Colón para ver a sus ídolos) decidí darme un garbeo por la sección de dvd’s, pues no sólo de e-mule vive el hombre. Cual fue mi sorpresa cuando me tope en las coloridas estanterías con otra joya de la colección L’ATELIER 13 dedicada a la ciencia-ficción. La película en cuestión, que desconocía hasta el momento, era nada más y nada menos que “El hombre perseguido por un O.V.N.I”, de un tal Juan Olaria, al que a partir de ahora admiro con pasión. La estupenda edición, además de incluir el correspondiente libreto con anécdotas sobre el rodaje y filmografía del director, incluye un cortometraje, “Encuentro inesperado” dirigido por el propio Olaria en 1995, entrevista con el visionario realizador, y lo mejor: ¡¡Extractos de sus trabajos amateur!!. Me faltó tiempo para comprar esta locura audiovisual y devorarla con ansia cinéfaga, a los más atrevidos os invito a introduciros conmigo en el maravilloso y loco mundo del Sr, Olaria.

Iniciado desde temprana edad en el cine amateur (comenzó a rodar cortometrajes en 8 mm. con tan sólo 12 años) y aficionado a la ciencia-ficción, quedó impresionado cuando asistió al estreno de “La noche de los muertos vivientes” (una película de bajo presupuesto que llenó las salas de todo el mundo y que hoy día es todo un referente socio-cultural, además de estar considerada como pilar fundamental del cine de terror moderno) Ni corto ni perezoso pidió dinero a su padre para financiarle un largo, que le saldría finalmente por un millón setencientas mil pesetas aproximadamente, según él mismo confiesa. Anteriormente había dirigido otros trabajos, todos ellos cortometrajes amateurs ayudado por sus amigos: “Robo al amanecer”, 1957, “El planeta plinio” 1958, “¡Mil bombas!”, 1961, “Principio del Nirvana”, 1971, entre otros, donde había coqueteado con diferentes géneros, siendo el desparpajo visual y narrativo comunes en todas sus producciones (por lo menos en las que yo he podido ver, que se reducen a lo que incluye esta edición en DVD. Es decir, fragmentos de “El planeta plinio”, “Viaje al firmamento” y “¡Mil bombas!” (éste último corto al completo) más el cortometraje “Encuentro inesperado” en el que permanecen las constantes extraterrestres.

En 1982 dirigiría otro largometraje, en esta ocasión un drama que lleva por título “El diario rojo”. Por lo que recoge el libreto del DVD la trama gira en torno al machismo y permanece inédita hasta la fecha, pues el bueno del Sr. Olaria no se ha atrevido a exhibirla.

A continuación la reseña a propósito de la inclasificable “El hombre perseguido por un OVNI”

“El hombre perseguido por un O.V.N.I.”
Director:
Juan Carlos Olaria
Guión: Juan Carlos Olaria, Juan Xiol
Intérpretes: Richar Colin, Juan Carlos Olaria, Lynn Enderson, Damaso Muni, Manuel Bronchud, Ross Vineis, José Mª Montserrat.

(España) 1975

Sinopsis:

Alberto Oliver, un escritor de novelas pulp en plena crisis creativa, recibe la visita de unos seres extraterretres poco amistosos que pretenden llevárselo a su planeta, pues allí se encuentra su doble en negativo??!! (literal, queridos amigos). El lógico escepticismo del comisario de policía ante los hechos narrados por el escritor se desvanece cuando éste es finalmente secuestrado por los lejanos visitantes. Tan sólo una carambola cósmica digna de la producción que nos ocupa podrá salvar al sufrido protagonista.

La enorme cantidad de escenas delirantes sin ningún tipo de desperdicio que contiene la cinta me ha llevado ha decidirme a desechar el comentario personal en favor de una “guía pormenorizada de avatares en la excitante vida del Sr. Oliver para no perderse detalle de su trepidante aventura” (vamos que les voy a contar la película entera acompañándola de puntuales observaciones totalmente subjetivas):

La extravagancia y la cara-dura están presentes desde los títulos de crédito, el “héroe”, en realidad un señor entradito en años, enjuto y además escritor (supuestamente la única actividad física que desarrolla, aparte del sexo, es dar paseos por la playa para inspirarse. Vamos todo un portento físico) se pega de ostias con unos alienígenas (hombres con careta y guantes plateados. Sin escatimar en gastos de producción), todo ello virado en negativo mientras se intercalan una serie de fotografías de supuestos avistamientos reales de OVNIS, acompañadas por una voz en off cuyos comentarios sonrojarían incluso a Iker Jiménez. Por poner un ejemplo; ante una fotografía que no es más que una mancha blanca sobre fondo gris, la solemne voz comenta: El astronauta Scott Carpenter obtiene esta fotografía que no consigue explicarse científicamente. (no soy científico pero una combinación de mal pulso y escasa iluminación pueden ser los causantes de ese engendro fotográfico).

Después de la gloriosa presentación asistimos al encierro al que se somete nuestro amigo para parir la novela en la que está trabajando. Mientras el pobre hombre escribe, los antropomórficos seres provenientes de otra galaxia conspiran para raptar al literato, por cierto, en un idioma fonéticamente muy parecido al euskera, (¿A ver si estos seres van a tener también RH negativo?)

Escenita calentorra. Para inflar el metraje (el propio Juan Olaria lo explica en la entrevista que incluye el DVD) Alberto, que atraviesa un bache creativo va a visitar a su amiga Carol, una lozana mujer de generosas curvas que luce vestido estampado de rastrillo, pelucón rubio, taconazo y medias de encaje. En su insinuación, la muchacha se anticipa al cruce de piernas de la Sharon Stone en “Instinto básico”


Tras el goce erótico (únicamente insinuado) llega la acción, en un paseo por la costa catalana los mutantes atacan. Entre todos le tiran el Simca 1000, en el que Sr. Oliver había llegado hasta el lugar, por un descampado y acto seguido van a por él. Pero el hábil novelista se destapa como un duro adversario y logra escapar de las garras de los enmascarados a base de puñetazos, ante la ira del jefe de los mutantes que lo observa todo desde su nave.

Cuando llega a su pobre coche volcado aparece una maqueta de un platillo volante plateado flotando a duras penas en el aire (mataría de envidia a Ed Wood Jr.) y el escritor sale por piernas hasta casa de Carol, la rubia lozana. De nuevo escena subidita de tono, la hembra aparece gratuitamente en ropa interior (cálido recibimiento muy estilado en las películas del destape) y un nervioso Alberto intenta avisarla del peligro que corre poniéndole al corriente de lo sucedido, lógicamente, la chicarrona lo toma por loco y lo mando a freir espárragos. El escritor se marcha enojado y Carol vuelve a sus quehaceres, que no eran otros que una escenita de cama con otro señor. El intento de coito se queda en eso, pues pronto aparecen los mutantes?? (¿Pero no buscaban en exclusiva al escritor?) y hacen desaparecer a la pareja de tortolitos.

Alberto para un coche en la carretera y el amable ciudadano lo transporta como pasajero, pero ante la lentitud de pilotaje del honrado desconocido, el vivo del Sr. Oliver le engaña como a un chino para tomar él mismo los mandos del volante… y voilá, ya tenemos escena de persecución, aunque sin coche que persiga. Planos desde el interior del vehículo en los que se manifiesta el lento discurrir del auto se intercalan con planos generales descaradamente acelerados que nos intentan hacer creer que el vehículo toma las curvas a toda velocidad, hasta aquí la escena no pasa de casposa. Sin embargo, de pronto, entre curva y curva se salta a un plano general, en el que una maqueta de color diferente al del coche salta de un extremo a otro de la carretera salvando milagrosamente un enorme precipicio. En el siguiente fotograma vuelven a colocarse insertos de la carretera como si tal cosa, (¡sublime!) Cuando por fin llega hasta una comisaría el intrépido conductor sale del vehículo y se despide de su acompañante con un socarrón… “¡gracias!” (¡que cachondo!) al que éste responde: “es un irresponsable, podíamos habernos matado”.

En la comisaría le atiende un trajeado Juan Olaria, que hace de comisario de policía, de nombre Durán, para más señas. Alberto expone como se ha producido el robo de su coche sin desvelar el lugar de procedencia de los delincuentes que lo han perpetrado.

El comisario y dos ayudantes acompañan a Alberto al lugar de los hechos, pero ¡qué sorpresa para el pobre escritor cuando se da cuenta de que su coche ya no está en el descampado! Los alienígenas han hecho desparecer el vehículo utilizando su nave como ¡imán! y lo han arrojado al espacio, en lo que sin duda es una de las escenas más psicotrónicas y divertidas de la historia de la ciencia-ficción (ese espectacular plano del platillo volante con el coche pegado en su parte posterior y el planeta tierra de fondo es impagable). La NASA debería de tomar nota del carácter indestructible del Simca 1000, pues en su viaje por el espacio permanece totalmente incorruptible (¡eso si que no tiene explicación científica!)

Ante lo insólito del suceso, Alberto, se ve obligado a contar al comisario su experiencia con los alienígenas, lógicamente el policía cree que el escritor sufre de alucinaciones y no le presta ningún tipo de protección.

Sólo, cansado y apesadumbrado, Alberto, se sienta ante el televisor tras servirse un buen lingotazo de vodka, el monótono noticiario en blanco y negro le provoca un sueño irrefrenable que le conduce directo hacia una aterradora pesadilla. En mitad de una playa desierta se despierta con el cuerpo totalmente enterrado en la arena, sólo su cabeza permanece en la superficie, donde un fiero pastor alemán deambula con la única intención de devorarle. Este angustioso sueño es una de las mejores escenas de la película, posee gran fuerza y está excelentemente rodada, de repente parece que estemos viendo un clásico indiscutible del género terrorífico. Una de las mayores satisfacciones del cine de serie Z es descubrir estas pequeñas master-piece, entre metros y metros de celuloide alocado.

No menos sugerente es lo que le ocurre a nuestro alucinado protagonista justo después de despertarse. Al acercarse a su televisor para apagarlo unas manos aparecen ocupando prácticamente la totalidad de la pantalla, a pesar del tópico mensaje alienígena que las acompañan (venimos a por usted, no le haremos daño, es inútil que se resista) la imagen es, cuanto menos, inquietante, llegando a meter en el cuerpo ese escalofrío tan gratificante que sólo nos proporcionan las grandes películas sobre invasores de otros mundos.

A pesar de la advertencia educada pero amenazante de los forasteros galácticos, el platillo volante que se sitúa frente a su domicilio no se decide a aterrizar e ir en busca del escritor, (quizá por falta de aparcamiento).

Al día siguiente la aparición del disco metálico volador aparece reseñado en la prensa, toda la ciudad de Barcelona lo ha visto surcar el cielo con total parsimonia. Alberto decide mudarse a su casa en el campo por consejo del comisario, que además le asigna un policía para protegerle, los mutantes no tardan en aparecer dando muerte al vigilante y colándose en el interior de la vivienda. Pero Alberto es un tipo duro y le pone de muy mal humor que interrumpan su lectura, así que cuando un mutante le hace perder el hilo no duda en degollarlo y desmembrarlo con una hoz, haciendo manar abundantemente su amarillenta sangre. El mutante, al parecer, tiene una recuperación celular milagrosa y cuando una “amiga” del escritor, Carmen, (que previamente hemos visto desnuda en la ducha así como quien no quiere la cosa) aparece de improvisto, el mutante retorna dispuesto a vengarse ahora con dos cabezas. (¡doblemente malvado!)

La pareja corre presa del pánico campo a través, pero no hay escapatoria. Carmen se queda atrás y el platillo persigue tenaz al pobre Alberto hasta que su corazón no aguanta más y cae rendido en medio de la pradera.

Imágenes de archivo muestran el rotativo de un periódico (en blanco y negro, aquí vale todo) Tras un corte bastante descarado se muestra en primer plano el siguiente titular: “Sondeo espacial en busca del hombre perseguido por un OVNI”

En medio de la inmensidad del universo se encuentra el taciturno Oliver encerrado en la nave espacial alienígena. El diseño de la nave es bastante pobre, a través de planos cortos se intenta disimular el humilde diseño de producción, como mandan los cánones de la serie b. Pero lo mejor de todo es el monólogo de la computadora de la nave, el HAL 9000 particular, se suelta con un discurso que mezcla pseudo-ciencia y futuro apocalíptico, las réplicas del Sr. Oliver no tienen desperdicio. Diálogo íntegro:

Mutante: “…¿Ha oído hablar de la anti-materia?, su planeta comienza ahora a descubrirla, cada partícula, cada átomo, tiene su correspondiente opuesto de signo contrario. Nosotros venimos de un planeta lejano, espejo del suyo, idéntico en todo, pero de distinto signo, es como si se tratase de una película negativa respecto a una positiva (lo cual se ilustra cambiando los fotogramas de positivo a negativo. Traducción simultánea), su contacto produciría la destrucción de ambas…”

Oliver: ¿Entonces como es que han podido invadir ustedes que son de signo opuesto nuestro planeta sin ser destruídos? (interrumpe el impertinente terrícola)

M: Nosotros no somos los auténticos habitantes del planeta del que provenimos (¿ehhhhh?), somos mutantes (Aaahhh!!!), robots biológicos de diferentes grados destinados a cumplir una misión (¿?)

O: ¿Y que misión es esa?, ¿Qué tengo que ver yo en este asunto? (más duro que Clint Eastwood haciendo de Jack Bauer)

M: Usted es un ser anti-material correspondiente a un habitante determinado de nuestro planeta, nos a costado bastante tiempo localizarle en su galaxia. Nuestra misión es, atravesando de nuevo el espejo de la anti-materia, devolverlo al planeta de origen.

O: ¿Pero como voy a vivir si soy de signo opuesto? Cuando tome contacto con su planeta me destruiré (éste las pilla al vuelo)

M: Nuestros jefes han resuelto ya este problema, no debe preocuparse (está todo controlao)

O: ¿Y si les dijera que me niego a ir, que no estoy de acuerdo con sus métodos, que considero su comportamiento un atropello, un atentado a mi dignidad, que prefiero mil veces éste mi atrasado planeta al suyo? (Oliver for president!)

M: Vamos Sr. Oliver, sea razonable, ¿sabe dónde parará su planeta dentro de poco tiempo? La contaminación destruirá las especies animales, se agotarán las reservas de energía, escaseará pronto el agua potable, no habrá sitio dónde vivir, aumentará espantosamente la población terrícola que nacerá con alteraciones genéticas, se producirán cambios climáticos. Entonces la especie terrícola desaparecerá como lo hicieron hace millones de años otras especies zoológicas como los dinosaurios y grandes vertebrados y puede creerme si le digo que el fin está cerca y que al contrario de lo que se piensa será un fin silencioso y tranquilo, una muerte dulce.

O: ¡Miente!, no me creo esas patrañas, los humanos se salvarán como hicieron otras tantas veces, pero desgraciadamente ya nunca volveré para verlo.

M: No pierda la esperanza de volver, pero estamos seguros de que no le gustaría.

O: ¡Maldito mutante!, yo vivía feliz en mi ignorancia

M: Desgraciada bestia terrícola (en su idioma, no había valor para decirlo a la cara)

Imágenes de archivo cedidas de manera altruista por la NASA muestran un puesto de control y una gigantesca antena, sin venir nada de ello a cuento y por supuesto sin diálogos (Hay que inflar el metraje como sea)

El comisario Duran abre una carta (que Oliver había dejado y que sólo debía de ser abierta en caso de ser abducido) y la lee en presencia de Carmen y su esposo Ricardo, dónde Oliver expresa el acongojo sufrido y la incomprensión de la que fue objeto desde que los alienígenas comenzaron su búsqueda.

Más imágenes de la NASA, ahora de astronautas alrededor de la órbita lunar y en el interior de su nave. Tras estás imágenes documentales aparece de nuevo el Simca 1000 inter-estelar, ahí está en la inmensidad del universo como si tal cosa, su silueta recortada en ¡¡cartulina!! se cruza con la nave dónde está preso el Sr. Oliver (¡aquí hay más casualidades que una película de Julio Médem!), quien con mirada nostálgica se le queda mirando (“¿Cuántos kilómetros habremos hecho juntos?, si sólo te hubiera cambiado el aceite una vez más…”, o algo así parece estar pensando) De improvisto aparece en escena un tipo calvo (Juan Olaria, again!!) con jersey cuello cisne negro y unas gafas de montura roja y plateada con los cristales pintados a cuadros amarillos y negros (ni Elton John se atreve con unas como esas) y con una voz que intenta sonar metalizada dice: “¿Vamos a dar un paseo Sr. Oliver?”.

Dos platillos idénticos se fusionan en mitad del universo, una espiral se observa desde el interior de la nave, curiosamente desde fuera no, un rayo cae encima de la nave, otro, la espiral sigue viéndose desde dentro, ahora en plano general los platillos se dividen. Planos confusos y temblorosos de superficies resquebrajadas de diferentes colores parecen decirnos que la nave va surcando diferentes planetas (vamos, el viaje de vuelta a la tierra)

La nave aterriza, Alberto está sólo, pero pronto aparece “Mr. Gafotas” que tose un par de veces y cae al suelo. Justo antes de morir suelta un discursito (por lo que veo es tradición en su planeta) “terrícola, hemos vuelto, no conseguimos atravesar el espejo de la anti-materia, por lo visto, una inversión de polaridad… y cuando creíamos llegar cada vez nos alejábamos más, hemos… hemos vuelto, pronto la presión atmosférica nos aplastará, la pila atómica creadora de un campo anti-gravitacional que nos permite volar estallará en mil partículas atómicas (¡pues haber viajado en el Simca 1000!), huye, aún estás a tiempo, aléjate de aquí antes de la autodestrucción, pero guárdate terrícola, recuerda volverán, volverán por ti. Con el Sr. Oliver fuera de la nave ésta se funde como una loncha de queso hasta que finalmente estalla. El escritor, que no cabe en si de júbilo tras salir airoso de tan difícil situación se va a casa de Carmen para celebrarlo, ésta le recibe con un cariñoso abrazo (sí, está casada con su amigo Ricardo, pero el muy bragueta caliente no respeta nada)

FIN

Pues ya ven, ¿que más les voy a decir? No tengo palabras, o más bien tengo demasiadas. El visionado de esta, para mí, absoluta obra maestra del cine psicotrónico, me despierta multitud de opiniones contradictorias. Si delgada es la línea que separa la genialidad del ridículo más absoluto, creo que esta película salta de un lado a otro de la línea unas cuantas veces a lo largo de su ajustado metraje. Una cosa es segura, la diversión está asegurada, el único largometraje en la filmografía de Juan Olaria podría definirse como el anti-bodrio, no hay lugar en su desarrollo para el bostezo, le puede causar gracia, simpatía, risa, vergüenza ajena, inquietud, desasosiego, efectos secundarios como sarpullidos o dolor abdominal, pero es totalmente imposible que le deje indiferente. Posiblemente la mejor-peor película de la historia, véanla, merece la pena.