viernes, 29 de agosto de 2008

TARZÁN Y EL ARCO IRIS

"Tarzán y el arco iris"
Director: Manuel Caño
Guión: Santiago Moncada
Intérpretes: Steve Hawkes, Peter Lee Lawrence, Ángel del Pozo, Agata Flori, Richard Rod, Robin Aristorenas, Kitty Swan, Javier Maza
(España-Italia-Filipinas, 1972)
Película emitida el Martes 26 en la primera sesión, 18:00h. de "Peor... ¡Imposible! X", en la cual una señora se quejó en voz alta de las risas del público mientras intercalaba diálogos con los personajes de la película, lo que trajo consigo la discusión con otra señora, todo ello en plena proyección (¿?). Tarzán, imperturbable, seguía a lo suyo.
Sinopsis:
Tarzán intenta ayudar a Hasu, (un niño hijo de su amigo, el rey de la tribu, recientemente fallecido), en una carrera llena de peligros con un fiero guerrero, para hacerse con el poder de una figura sagrada (el arco iris) que le daría el derecho a suceder en el trono a su padre. Un trío de cazadores que intentan hacer su agosto capturando animales complicarán las cosas cuando vean en Tarzán una atracción de feria que podría aportarles beneficios.
Exploitation de las películas de Tarzán, por supuesto, no autorizada, realizada en co-producción entre España, Italia y Filipinas por el especialista (en producciones de bajo presupuesto) Manuel Caño, encargado de títulos como "Tarzán en la gruta de oro", "El pantano de los cuervos" o "A mí que me importa que explote Miami".
Sin duda, el personaje literario creado por Edgar Rice Burroughs ha sido uno de los que más veces se ha adaptado a la gran pantalla, de hecho, Steve Hawkes es el número catorce de una lista de dieciocho, sin contar la película de animación. Del mismo modo, desde sus primeras apariciones en el cine su figura ha sido adulterada. Recordemos la fluidez verbal del personaje novelesco, que aprendía inglés simplemente ojeando libros en ese idioma, en contraste con el habla parca e inarticulada del personaje cinematográfico. Pues bien, el Tarzán que interpreta Steve Hawkes desvirtúa el personaje hasta hacerlo prácticamente irreconocible, lo que, en realidad, convierte a "Tarzán y el arco iris" en una película imprescindible. La carcajada está asegurada. El patilludo protagonista de la desconcertante "Blood Freak" incorpora un nuevo y curioso grito (no se si producto exclusivo del doblaje) al personaje, realiza esplendidas e innecesarias acrobacias a lomos de los elefantes, se comunica con los animales, haciendo bailar a un avestruz o consiguiendo que un enorme elefante le quite las esposas con su trompa.
La hilaridad está presente desde el comienzo. Cuando se celebra el Guaromi (la búsqueda del arco iris para hacerse con el trono) y el príncipe heredero, que no es más que un niño ha de pelear el trono contra un tipo calvo, fuerte y con cara de pocos amigos, o la pelea que enfrenta a Tarzán con un cocodrilo de goma (hay unos cuantos planos en los que no vemos ni a Tarzán ni al cocodrilo en la pantalla pero sí un chorretón de sangre que posteriormente desaparece), que me trajo a la memoria al pobre Bela Lugosi con aquel pulpo en "Plan 9 from other space". No faltan escenas de gran belleza, como las que protagoniza Tarzán junto a su compañera, Irula, (la escultural y bella Kitti Swan, que ya estaba presente en "Tarzán y la gruta del oro" 1969. Se ve que le cogió vicio) buceando en el fondo del mar (que por cierto es la misma repetida, utilizándola además para cerrar el film. ¡Con un par!), una pena que esa música edulcorante, más propia de una peli porno de los ochenta, la estropee.
La sub-trama de los cazadores está metida en la historia con calzador. Aparte de capturar a Tarzán, encerrándolo en una jaula con la intención de exhibirlo en la ciudad como si de King-Kong se tratase, forman un extraño triángulo amoroso, y digo extraño porque la chica está casada y en ningún momento da bola al rubiales que se la intenta llevar al huerto. Prefiere quedarse con su marido alcohólico, que es, además, un desastre para los negocios, (¡si es que esta chica es un lince!)
La historia por tanto, con un montaje bochornoso que la hace avanzar a un ritmo lentísimo, va intercalando las tres tristes tramas como si de una tele-serie mala se tratara. Vemos al niño con el guerrero malote pisándole los talones en su búsqueda de la figura sagrada, acto seguido al trío "amoroso" discutiendo sobre qué es mejor para su negocio de caza sin escrúpulos, y después a Tarzán, que mientras no vela por la seguridad del niño anda por la selva de liana en liana y pegándose unos chapuzones (es lo que tiene vivir en la selva y no tener que pagar hipoteca)
Una curiosa anécdota que casi acaba en tragedia: La escena en la que Tarzán es atado de pies y manos y rodeado por fuego, acabó quemando realmente a Steve Hawkes y a Kitty Swan, teniendo que ser ingresados ambos en el hospital. Puede apreciarse en algún plano corto de la película la quemadura sufrida por el actor.

LA CHICA METRALLETA (RUMBERA)

"Kataude mashin gâru", "The machine girl"
Director: Noboru Iguchi
Guión: Noburu Iguchi
Intérpretes: Minase Yashiro, Asami, Kentaro Shimazu, Honoka, Nobuhiro Nishihara, Yûya Ishikawa, Suguru Sugihara, Ryôsuke Kawamura, Demo Tanaka, Nahana, Taro Suwa.
(Japón, 2008)

Sinopsis:
Ami Hyuga, es una joven estudiante que lleva una vida normal, juega a baloncesto y cuenta con el apoyo emocional de una compañera de clase y sobre todo de su hermano, Yu. El maltrato físico y psicológico que una banda de niños (liderados por Sho Kimura, el hijo de un importante Yakuza), ejercen sobre Yu y su amigo Takeshi, acaba con la vida de ambos. Ami transforma completamente su pacífica personalidad y se convierte en una asesina implacable. No parará de derramar sangre hasta que la muerte de su hermano quede vengada. Su cuerpo va sufriendo heridas y amputaciones a medida que se va midiendo con la yakuza, pero con la ayuda de los padres de Takeshi, (sobre todo su sufrida y temeraria madre,) logrará su objetivo.
La primera película sorpresa proyectada en Peor… ¡imposible! X, el pasado Jueves a las 22:15 h. No defraudó. Jesús Parrado, avisó: -¡Cuidado con ésta que salpica!, - no mentía.
Una bomba de relojería que explota a veinticuatro fotogramas por segundo, porque no debe haber ninguno que no esté lleno de sangre. Noboru Iguchi, así se llama el papá de la criatura, quien empezó a dirigir cine y televisión en 2003 y que cuenta ya con un puñado de películas en su haber, la gran mayoría sin distribución internacional, sorprende con 96 minutos de humor negro y sangre a raudales donde no queda títere, japonés, ni la madre que lo parió con cabeza. Una auténtica carnicería feroz, enloquecida y frenética que empieza arriba y sigue subiendo, una atracción de feria sin tiempos muertos ni lugar para el respiro, aquí tendrás que vomitar en marcha.

La película es made in Japan de principio a fin. Lleva al paroxismo la estética manga, incluso hentai (la protagonista luce traje de colegiala y no pocas veces se deja ver su ropa interior), y la tradición ultra-violenta del cine de acción nipón con un humor intransferible al resto del mundo. O no te hace gracia o estarás toda la película con esa risa histérica de puro vicio sádico. La influencia del cine norteamericano moderno es evidente, la película que más nos viene a la mente mirando la pantalla es "Kill bill", sobre todo por sus títulos de crédito, por sus brutales escenas de acción (esos chorros de sangre que no dejan de manar tras cada amputación) y por la banda sonora. Pero hay más películas homenajeadas. Ami, pierde su brazo izquierdo en una escena memorable que prefiero no desvelar; tras el "accidente" se calza una espectacular ametralladora que sustituirá a su desaparecida extremidad, claro homenaje al intrépido personaje que interpretó Rose McGowan en "Planet Terror". La madre de Takeshi sufrirá la amputación de uno de sus pies, pero ni corta ni perezosa le acoplará una motosierra para seguir despedazando a los malos, como hiciera Bruce Campbell con su brazo en "Army of the Darkness". La pérfida madre de Sho Kimura, Violet, intenta despedazar el pecho de Ami mediante un "drill bra", sujetador de metal provisto de un taladro en cada seno (la sombra de Sex Machine, recuerden "Abierto hasta el amanecer", es alargada) En cuanto al desparramiento de sangre de principio a fin podria equiparársele con "Braindead", ese monumento al humor gamberro y al gore que hizo Peter Jackson antes de volverse blandito rodeado de elfos y hobbits.

Uno de los mayores aciertos de la obra reside en la forma de enfocar los crímenes y las torturas, de manera totalmente cambiante. Tan pronto le entran a uno ganas de reír por el chiste malo que supone la resolución de algunas escenas, así como por la estética casposa del maquillaje (veáse la cabeza que aparece flotando dentro de una olla), como se le hiela la sangre al ver la brutalidad y la brillantez con que están resueltas otras (el asesinato de la joven compañera de Ami y su posterior violación). La cámara acompaña de forma efectiva las escenas de acción realzando la espectacularidad de las coreografías. A pesar de ser evidente lo modesto del presupuesto la acción resulta rápida y dinámica. Los movimientos de cámara son en ocasiones frenéticos, pero no se abusa de barridos molestos que impidan seguir el desarrollo de la escena (algo tan utilizado en las producciones mainstream americanas). El uso de primeros planos y de ralentís enfatiza con acierto el carácter enloquecido de los personajes, que, evidentemente, no se sostendría sin un gran trabajo actoral. Muy notable la presencia de Minase Yashiro, tan creíble de niña indefensa, con esa sonrisa angelical, como de demonio sanguinario. Kentaro Shimazu borda su papel de yakuza tiránico y Honoka en el papel de Violet Kimura parece una auténtica villana de cómic, más sexy cuanto más sádica y malvada (grandioso el momento en que asesina a la criada, empleada del hogar, perdón)

No faltan los fascinantes personajes estereotipados. El padre de Sho Kimura es un yakuza de la vieja escuela, perteneciente nada más y nada menos que a la estirpe de... agárrense: ¡¡ Hattori Hanzo!!, Yu, el hermano de Ami, es la víctima perfecta. Niño bueno y apocado. Ami es la heroina, la luchadora infatigable que no se rendirá ante la adversidad y Miki, la madre de Takeshi, es la madre coraje, dispuesta a bajar al infierno y vérselas con Belcebú con tal de vengar a su hijo. No hay diálogos brillantes, ningún sentido tendrían en la trama. Los personajes hablan por sus acciones, esto es, derramando sangre sin descanso. No vaya a ser que lleguen los créditos finales y nos quede algún malo por matar.
Una película imprescindible para los amantes del humor negro, el gore, las pelis de kung-fu, el humor cafre, las colegialas sexys y para todo aquel que se quiera divertir y descargar adrenalina "sanamente". Aunque quizá nunca vuelvan a probar la comida japonesa.
Atención a los créditos finales con el temazo "Rumbera"
Aquí os dejo el tráiler para ir abriendo boca.

jueves, 28 de agosto de 2008

LA BANDA DE LOS TRES CRISANTEMOS (y la extraña vida y muerte de Dean Reed)

“La banda de los tres crisantemos”
Director: Ignacio F. Iquino.
Guión: Lou Cardigan, Ernesto Gastaldi.
Intérpretes: Dean Reed, Daniel Martín, Fernando Sancho, María Martín, Krista Nell, Luis Mariano Duque, Alice Sandro, Ángel del Pozo, Ramón Durán, Paola Barbara, Malisa Longo, Lina Canalejas
(España-Italia), 1969


Sinopsis:

Chicago, años 30. Una banda de atracadores formada por los hermanos Owen, Frank y Cliff Hollinger atracan el Gulf Bank, escapando con el dinero. Obligados a realizar un alto en el camino en la localidad de Stongville, para atender al malherido hermano menor de los Owen, donde el Sheriff local les planteará más problemas de los esperados.

Producción hispano-italiana rodada en Barcelona (donde se aprovecha el puerto para el desarrollo del atraco al Gulf Bank) y Aragón (el refugio de los forajidos, Strongville, es en realidad la pequeña localidad de Fraga).

Película de gangsters mediocre e insustancial. La peculiaridad de este tipo de producciones de medio pelo es que su disfrute es mayor cuanto peor sea la calidad de la misma. Siendo “La banda de los tres crisantemos” una película mala “a secas” el bostezo se hace irremediable. Con un vestuario bastante decente, a destacar la buena planta del protagonista Dean Reed, imponente en su caracterización de gangster (lástima que la interpretación no acompañe a su presencia). Las escenas son una sucesión de lugares comunes de este tipo de producciones que están rodadas con mayor o menor acierto: El atraco a un banco como punto de partida, las guerras dentro del grupo para hacerse con el botín, el secuestro de una joven para conseguir sus objetivos (en este caso hacerse con los servicios del único doctor en el pueblo para atender al menor de los Owen, herido tras el atraco) y el posterior intento de agresión sexual, los clásicos tiroteos desde el interior del refugio criminal (en este caso un burdel) y el inevitable trágico final (el clásico “lo que mal empieza mal acaba” como ingenua enseñanza moral) irrisorio homenaje al clásico del género “Bonny and Clyde” con unos pistoleros méxicanos a caballo persiguiendo al pobre Owen y a su prima.

Especialmente vergonzantes son los flasbacks (a través de los cuales conocemos la vieja rivalidad entre los hermanos y su tío el Sheriff, o el amor que siente desde niña la prima de Owen por éste) fotografiados en un pretencioso blanco y negro.



Pero si la película resulta poco interesante no puede decirse lo mismo de su intérprete principal, Dean Reed. Como explicó Javier G. Romero en el interesante coloquio previo a la proyección, Dean Reed, no fue famoso por su calidad interpretativa, sino, por la repercusión que su figura tuvo fuera de las pantallas.

Este Norteamericano nacido en Dean Ciryl Reed (Colorado) en 1938 viajó a Hoolywood para iniciar su carrera artística como cantante, el sello Capitol records accedió a grabarle un disco que pasó sin pena ni gloria por las listas de éxitos en EE.UU, sin embargo, uno de sus singles “My Summer romance” caló hondo en Chile, hacia dónde Dean Reed partió en busca de la fama que tanto ansiaba.

Es aquí, en el Chile socialista de los años 60, dónde Dean Reed comienza a convertirse en un personaje muy peculiar. A medida que va llenando estadios a base de su música rock (recordemos que los Beatles arrasaban a nivel mundial) en un país anti-americano comienza a vérsele desde el gobierno como una poderosa arma propagandística anti-capitalista, “el americano bueno” que hacía versiones rock de los temas de Joan Baez y que levantaba el puño en alto gritando ¡venceremos!

A pesar de ser un músico mediocre arrasaba entre la juventud chilena, pues hacía rock americano. Especialmente entregada tenía a la audiencia femenina debido a su envidiable físico: cuerpo escultural, sonrisa perfecta, ojos azules y cabellera dorada (aunque la verdad tenía unas orejas bastante desproporcionadas). Sus inquietudes ideológicas fueron en aumento y cada vez que se manifestaba lo hacía en contra del gobierno Norteamericano, llegando incluso a defender la Cuba de Castro. Ideas que le costaron la deportación cuando vivía en Argentina, debido a la llegada al poder del régimen militar.


Nikolai Pastoukhov, presidente de la organización juvenil soviética lo descubre en el Congreso Mundial de la Paz celebrado en Helsinki en 1965 y quiere llevárselo al otro lado del telón de acero. Rock americano para los jóvenes soviéticos (recordemos que estaba totalmente prohibido todo aquello que proviniera de países capitalistas) interpretado por un auténtico americano que además simpatizaba y defendía las ideas socialistas.

Comienza su periplo soviético que le llevaría finalmente a instalarse en el Berlín Oriental y le daría el sobrenombre de “Elvis rojo”. Pero antes, Reed, se instalaría en la España tardo-franquista, donde lejos de cosechar el éxito que lograra en los países del este, pasaría prácticamente desapercibido. No obstante realizaría un puñado de películas entre España e Italia en las clásicas co-producciones de la época con títulos “imprescindibles” como “Winchester no perdona”, “La muerte llama dos veces”, “La ley del kárate en el oeste”, “Besos para ella, puñetazos para todos”, “Dios los cría… y yo los mato” o “El pistolero ciego”, destacable su participación en “Adiós, Sábata” junto al gran Yul Bryner.

Un idealista como Dean Reed no podía conformarse con actuar en películas malas, por lo que decidió guionizarlas, e incluso, dirigirlas. Con financiación de la RDA e integrada por actores de la Alemania Oriental (excepto su presencia en el papel protagonista) llevaría al cine la vida de Victor Jara en “El cantor” en 1978. Su aventura como realizador tendría aún otro episodio donde volvió a otra de las temáticas habituales de su vida, el spaghetti-western, “Sing, cowboy, sing”. Título que vendría al pelo a una posible dramatización de su vida, la cual estaba realizando ya Tom Hanks, quien había comenzado el rodaje el pasado mes de enero en Alemania aunque hay rumores de que fuentes cercanas al actor le aconsejaron abandonar el proyecto por las posibles repercusiones.

No creo que extrañe a nadie, sabiendo como se las gasta el gobierno norteamericano, que Dean Reed fuera investigado por agentes de la CIA durante buena parte de su vida (estamos ante una figura muy popular durante años en los países socialistas y en general contrarios al capitalismo norteamericano. Llegó incluso a entrevistarse con Yasser Arafat), hasta su misteriosa muerte en 1986 en un lago cerca de su casa en Berlín.


GHIDORA, EL DRAGON DE LAS TRES CABEZAS

“Sandaikaiju Chikyu Saidai no kessen”
Director: Inoshiro Honda
Guión: Sinichi Sekizawa
Música: Akira Ifukube
Intérpretes: Yosuke Natsuki, Yukiro Hoshi, Hiroshi Koizumi, Akiko Wataboyashi, Takashi Shimura.
(Japón, 1964)

Sinopsis (les juro que no me invento nada, todo lo escrito ocurre realmente):

Ghidora (un dragón de tres cabezas) llega a la tierra proveniente del espacio en el interior de un meteorito con la intención de destruir el planeta. Un policía, su hermana periodista y una princesa, que ha sido abducida salvando así su vida de un atentado, convencerán a las sacerdotisas gemelas enanas de la isla de Mothra, para que llamen a la larva gigante (Mothra, que en otras películas del género aparece transformada en mariposa) y ésta logre que Godzilla (creo que no necesita presentación) y Rodan (monstruo gigante volador), que en esos momentos se están liando a guantazos destrozando medio Japón, se alíen con ella y salven así a la humanidad de la destrucción.

El programa de Peor…¡imposible! X anunciaba esta película bajo el título de “Gozilla contra Ghidorah”, sin embargo, el título que se dio al film en las salas nacionales fue “El combate de los tres mayores monstruos sobre la tierra”. En la edición videográfica se le dio el nombre de “Ghidora, el dragón de las tres cabezas”, como pudo escucharse durante los títulos de crédito en el pase de ayer.

Esta fue la primera película proyectada en la sesión de ayer. Producción a cargo de la Toho con efectos especiales de Eiji Tsuburaya, (toda una institución en la especialidad por aquel entonces en Japón. Comenzó a realizar trucajes en los años 20) y dirigida por el maestro indiscutible del kaiju eiga (películas con monstruos gigantes) y seguramente máximo referente del cine fantástico japonés, Inoshiro Honda. Director de clásicos indispensables del género como “Japón bajo el terror del monstruo” (Gojira, 1954), que daría el pistoletazo de salida al género, “Baran, el monstruo gigante” (Daikaiju Baran, 1958) “Mothra” (Mosura, 1961) o “Los monstruos invaden la tierra” (Kaiju daisenso, 1965), y que por cierto no falta a su cita anual en “Peor…¡imposible”. Podemos hablar por tanto de Inoshiro Honda como pionero de uno de los géneros más taquilleros en el Japón de los años 50 y 60, que aún hoy en día sigue siendo consumido en el país del sol naciente e incluso exportado a occidente, gozando de gran popularidad en diversas partes del planeta. Sin ir más lejos tenemos el ejemplo del joven realizador Ryuhei Kitamura (“Versus”, “Azumi”) que realizara en el 2004 “Godzilla final wars”, otra delirante reunión de kaiju en una misma película que se exhibió aquí mismo hace un par de ediciones, o la más reciente producción Sur-Coreana “D-War” , (Shim Hyung-rae, 2007) comercializada en España como “Dragon wars”, de echo fue la primera película asiática comercializada en Blue-ray en nuestro país. Está claro que Japón ha tenido a Godzilla y su séquito siempre dentro de su imaginario colectivo, no obstante, las producciones kaiju no siempre han sido todo lo rentables que la industria quisiera.

A mediados de los sesenta la Toho no sacaba la tajada necesaria para mantener la calidad en la producción de los kaiju, películas que hoy nos pueden parecer irrisorias debido a sus decorados a base de edificios, montañas y puentes de cartón-piedra. Pero no podemos olvidar que estas maquetas eran destruidas cada vez que el monstruo de turno asomaba por la pantalla. Miniaturas, que pese a su lejano parecido con la realidad representaban grandes urbes como la de Tokio, con la cantidad de réplicas a escala que ello supone. Lo que encarecía considerablemente los gastos de producción. El casting estaba integrado siempre por primeros actores de la cinematografía nipona, ahí está el caso de Takashi Shimura, actor proveniente del teatro y habitual de las películas de Kurosawa junto a Toshiro Mifune, que interpretó el papel de científico en varias producciones kaiju (en la que nos ocupa hacía el rol de doctor que se encargaba del cuidado de la princesa, aparentemente en estado de shock). El guión tampoco estaba dejado al azar, las tramas fantacientíficas de los primeros kaiju “Japón bajo el terror del monstruo” o “Mothra” estaban bien trabajadas, sus diálogos otorgaban seriedad al conjunto e incluso ideas como la peligrosidad de las armas nucleares, el pacifismo o el patriotismo japonés anti-americano se colaban en la pantalla sin dificultad. Poco a poco esta seriedad en las propuestas se fue desdibujando por la falta de ideas, las películas en principio protagonizadas antes por un solo monstruo fueron dando paso al menos a dos kaiju por película “King kong contra Godzilla”, “Godzilla contra los monstruos”, y las escenas de destrucción protagonizadas por los monstruos que antes constituían una parte más de la película se fueron convirtiendo prácticamente en la única atracción de las mismas, erigiendo a los kaiju en protagonistas absolutos de la función.

A esta etapa de “banalización” del kaiju, si es que puede llamarse así; supervivencia, quizá, pueda ser un término más apropiado, pertenece, “Ghidora, el dragón de las tres cabezas”. Desde luego, una larva gigante (Mothra) pidiendo a Godzilla (en películas anteriores, e incluso en ésta minutos antes, fiero destructor de Japón) y a Rodan que se alíen para derrotar a Ghidora y salvar así a los humanos tiene muchos calificativos, pero serio no es uno de ellos. Sin embargo en este tipo de situaciones genuinamente camp e intransferibles al mundo occidental es donde reside la fuerza de la propuesta. Paranoia alienígena en las altas esferas estatales, una princesa abducida que cree ser una marciana, monstruos gigantes comunicándose entre ellos y aliados contra otro venido del espacio exterior en el interior de ¡un meteorito!, diálogos absolutamente increíbles de puro surrealismo, otros que dejan al descubierto el machismo de la sociedad japonesa y el papel puramente decorativo de la mujer, concursos de televisión en los que aparecen los kaiju como héroes nacionales. En fin, todo un delirio único dentro del universo fílmico de esta increíble isla llena de contrastes. Las sub-tramas introducidas, como la de la conspiración para acabar con la princesa (cuyo país de procedencia no se revela por cierto) o la relación "amorosa" de la joven periodista en edad casadera (como su madre se empeña en recordar), al intentar añadir detalles de cierta cotidianeidad hacen que la historia tenga un carácter aún más enajenado.

El diseño de los monstruos es desigual, la agresividad en la expresión de Ghidora (cierto es que muchos expertos señalan que es una derivación de los dragones chinos) contrasta con el aspecto del bueno de Godzilla (es bastante complicado aguantar los primeros planos de la cara del coloso nipón sin soltar una carcajada), con la pobre recreación de Rodan o con la sensación de indefensión absoluta que da Mothra (ese movimiento mecanizado a la hora de desplazarse y su irrisorio chorro de agua como único ataque)

El vesturario de los compatriotas de la princesa no tiene desperdicio, una especie de cruce entre caballero de la Edad Moderna europea y astronauta futurista vestido por Agatha Ruiz de la Prada.

El film está repleto de escenas antológicas, como cuando los humanos van traduciendo el intercambio de palabras entre Mothra, Ghidora y Godzilla. La escapada de la princesa de su trágico destino saliendo del avión por una puerta lateral en pleno vuelo, sin que éste sufra ninguna sacudida. Su posterior aparición ataviada con ropas de vagabundo en una plaza de la ciudad como “la profetisa”, augurando el negro devenir de los seres humanos y manifestando sin pudor alguno: “vengo de Marte”. La misteriosa recuperación de su personalidad anterior tras caerse ¡desde una montaña! La épica batalla final con Mothra subido a lomos de Rodan rociando con a saber qué al tricéfalo Ghidora. Los bailes y las risas de Godzilla y Rodan…no hace falta añadir que el ritmo no decae a lo largo del metraje, la película es una sucesión de escenas a cual más divertida y disparatada.

Sin duda lo mejor exhibido hasta el momento, y créanme, no es poco. Japón vuelve a demostrar que en imaginación y originalidad se llevan la palma.

Un diálogo para el recuerdo:

La joven princesa (con su personalidad suplantada por una marciana con dotes adivinatorias. En la película también se explica que en Marte todos tienen el poder de la predicción ¿?) irrumpe en un barco para advertir a sus tripulantes y pasajeros del peligro que corren sus vidas si el barco zarpa. Un oficial avisa a su capitán:

-Señor, está aquí la alienígena (precisa descripción del marinero que no deja lugar a la duda)

-¡No está autorizada! (la respuesta está a la altura del humor delirante de los monólogos de Groucho, aunque me temo que en este caso no es intencionado)


martes, 26 de agosto de 2008

STRIKE COMMANDO

“Strike Commando”
Director: Bruno Mattei.
Guión: Claudio Fragasso, Bruno Mattei.
Intérpretes: Reb Brown, Christopher Connelly, Alex Vitale, Edison Navarro.
(Italia, Filipinas) 1987

Sinopsis:

Un comando del ejército americano lleva a cabo una misión suicida en Vietnam del Norte en la que supuestamente todos fallecen. Sin embargo, el sargento Michael Ransom, “el americano”, logra salir con vida y es rescatado río abajo por habitantes de la zona, los cuales requieren su ayuda para acabar con los soviéticos que intentan masacrarles.

Espectacular y alucinógeno exploit de “Rambo” rodado en Fillipinas que tiene además una continuación “Strike Commando 2” (Bruno Mattei, 1988). Sigue inocente y torpemente el esquema creado por la saga que popularizara Silvester Stallone: soldado valeroso sólo contra los malos en tierra enemiga y traicionado por su propio gobierno. No faltan tampoco las escenas de torturas, de matanza de civiles inocentes, ni las de casquería, pero todo rodado con un desenfado propio de la mejor caspa italiana. El hipermusculado rubiales Reb Brown da vida al sargento Michael Ransom, un héroe como los de antes, de una sola pieza: duro, noble, seductor e impresionantemente estúpido, una especie de Tarzán metido a voluntario de guerra (eso sí con un inquebrantable sentido del honor) que cambia las lianas por las metralletas. Siempre dispuesto a ayudar al prójimo hace rápidamente buenas migas con los habitantes de la aldea asediada, especialmente con una muchacha y con un niño que sueña con que su héroe americano lo salve del horror de la guerra y se lo lleve con él a Norteamérica a comer palomitas.

La película es un divertidísimo despropósito de principio a fin. Desde el prólogo inicial donde los soldados americanos pasan tranquilamente delante de un soldado enemigo mientras éste fuma un puro sin darse cuenta de su presencia hasta la psicotrónica parte final, que incluye dos peleas espectacularmente ridículas entre Ransom y su antagonista, el sargento Jakoda, un armario empotrado made in Moscú interpretado por Alex Vitale, cuya cabeza rasurada y su mirada perdida recuerdan al soldado patoso de “La chaqueta metálica”.

En la primera de ellas, Ransom, después de acabar el solito con todo el comando, formado por soldados soviéticos y por viet cong, se bate en duelo con Jakoda en una coreografía que hace que los luchadores de wrestling americano parezcan haberse preparado en el Actor’s Studio. Tras el intercambio de los habituales mamporros una secuencia a cámara lenta muestra como ambos contendientes toman carrera para chocar después, en un impagable plano, cabeza contra cabeza. La escena no se muy bien si es más propia de un cartoon o de una película de terror, de lo que no cabe duda es de que es inolvidable. No contento con este toque de estilo el realizador nos regala un plano general en el que Jakoda, tras un puñetazo del bueno de Mike, cae cascada abajo.

Tras finalizar la guerra Michael Ranson no ha terminado su cruzada personal y pretende acabar con la vida de su superior, quien estaba compinchado con los soviéticos. Con una cinta atada a su frente, su impresionante fúsil y cientos de balas encima irrumpe en el cuartel donde se encuentra el traidor, (donde sorprende que todo el personal, incluida la secretaria, va armado) en una ensalada de tiros que mataría de envidia a John Woo Ranson cobra su venganza despedazando, literalmente, a su ex-superior. Pero aún queda lo mejor. Cuando todo parecía terminado y el cartel de FIN parecía inminente aparece nuevamente nuestro amigo Jakoda, sí, el que se había caído por una cascada. Ahora lucía dentadura nueva, en reluciente acabado metálico (las risas de la sala me impidieron oír el diálogo pero el tipo se la señalaba orgulloso mientras farfullaba algo) Esta vez el combate sería mucho más breve, “el americano”, siempre con un as en la manga, le mete al soviético una granada en su nueva dentadura que lo hace volar en pedazos, de nuevo literalmente, la dentadura cae a los pies de Mike quien exclama: “Los dentistas rusos hacen unas bonitas dentaduras”

FIN



PEOR...¡IMPOSIBLE! X

Peor…¡imposible! ha vuelto. Ayer, Lunes 25, comenzó una nueva edición del festival que nos acompañará hasta el próximo Sábado 30. Para celebrarlo fagiafilia se une a la fiesta. Tras el jolgorio veraniego es hora de curar las quemaduras solares en las oscuras y frescas catacumbas cinematográficas. La sala de actos del Centro de Cultura Antiguo Instituto Jovellanos, situado en el número 21 de la calle que comparte también el nombre de nuestro ilustre paisano alberga un año más, ya van diez, el festival más infame del panorama nacional, tanto por sus propuestas irreverentes, desvergonzadas y políticamente incorrectas como por la calidad de las copias pasadas, (VHS en su mayoría) en coherencia con la calidad de lo contenido en ellas (¡no quejarse! que las proyecciones son totalmente gratuitas).

Jesús Parrado, gamberro nostálgico coordinador de los ciclos, acompañado de una pléyade (palabro que gustan de utilizar alguno de ellos) de ilustres críticos (perdón, escritores): Tomás Fernández Valentí, Antonio José Navarro, Javier G. Romero, Rodolfo Martínez o Pablo Herranz nos ilustrarán en diversas mesas redondas (Las estrellas del cinemabis “Dean Reed, The Red Elvis”; El otro cine español; Coproducciones) con sus conocimientos cinematográficos durante seis mágicos días repletos de cine de género en un magnífico carrusel que irá, como siempre, de la B más seria a la Z más desenfrenada.

El objetivo (además de la diversión asegurada), como cada año, es tanto la revisión como la reivindicación de un cine que parece hoy subterráneo pero que en un pasado nada lejano gozaba de una sana popularidad en los cines de barrio de todo el país. La crítica más sesuda, como siempre, se encargó de ningunear a estos productos, mezclando en un cajón de sastre todo el cine de género (en su mayoría europeo) de la época, de este modo su ignorancia les impedía diferenciar la calidad de los Spaghetti-westerns de Sergio Leone de los protagonizados, por ejemplo, por Franco Nero (divertidos y estupendos pero evidentemente sin la calidad cinematográfica de las películas del director romano). Para ellos se trataba simplemente de cine popular, que no merecía el respeto ni la valoración de los grandes maestros como Fellini, Visconti o Bergman.

Bien es cierto que estas películas normalmente se realizaban sin grandes pretensiones (y siempre con presupuestos más que ajustados), buscando antes la emoción del público, a través de la comedia, el erotismo o la violencia más descarnada que la reflexión intelectual, pero ello no quita para que en ocasiones alguna de estas cintas tuviera una validez y una fuerza muy superior a las obras de los grandes maestros. El caso de Mario Bava es significativo, el director italiano, moviéndose siempre en los parámetros presupuestarios de la serie B realizó al menos un puñado de obras maestras del cine de género, fundamentalmente terrorífico. Ahí están “La máscara del demonio”, o “La frusta e il corpo” (película que se proyectará en esta edición de “Peor…Imposible”) en la que se introduce una relación sexual sadomasoquista que impacta aún hoy en día y que hace palidecer, por ejemplo, el cursi y pusilánime retrato de amor platónico que perpetro Luchino Visconti en la bochornosa adaptación cinematográfica de “Muerte en Venecia”.

Hastiados por la homogeneidad de propuestas que nos proponen las salas comerciales y por la pomposidad del mal llamado cine de autor, este tipo de títulos provenientes de un pasado perdido en las enciclopedias que abarcan la historia del cine pero vivo en la memoria de la cultura popular, supone una vía de escape para todos los que disfrutamos sin prejuicios en la intimidad de la sala oscura con una buena sesión de cine.

Entre mitos y pautas es el título de esta edición que tiene carácter de aniversario, según informa el propio Jesús Parrado en el progama de mano “…confirmando una trayectoria vital y colectiva al servicio de un cine infravalorado e incluso, en su momento, objeto del desdén crítico. Pero hoy en día convertido en objeto de culto…”

Legendarios monstruos japoneses, licántropos, musculosos héroes de péplum, malvados gangsters, mujeres fetén, heroínas de grito fácil, asesinos enmascarados, y como no, Santo el enmascarado de plata se dan cita en esta fiesta anual del cine más divertido, bruto y despreocupado.

La sesión de ayer empezó con fuerza: “Caperucita y Pulgarcito contra los monstruos” de Roberto Rodríguez y “Strike Commando” de Bruno Mattei, en la sesión vespertina. Para la noche se reservó, tras mesa redonda previa sobre las “estrellas” del cine europeo, “La banda de los tres crisantemos” de Ignacio F. Iquino, con el enigmático personaje de Dean Reed en el papel protagonista.

Películas que intentaré comentar lo antes posible, así como el resto de las programadas en el certamen.
Hoy martes se proyectarán: "Tarzán y el arco iris" de Manuel Caño, a las 18:00 h., "Nuevas aventuras de Robin Hood" de Roberto Bianchi, sobre las 19:45h. y "La marca del hombre-lobo" de Enrique L. Eguiluz. tras la mesa redonda sobre "el otro cine español" que comenzará a las 22:00h.