lunes, 31 de agosto de 2009

ANTICHRIST

Aquí está el complemento a la crítica vertida en El Lamentoy de Portnoy sobre la película. Por supuesto no podía estar más en desacuerdo, lo de que fuera pactado o no carece totalmente de importancia. Teniendo en cuenta la especial naturaleza de esta reseña he rehusado de mi formato habitual con ficha técnica y sinopsis para adaptarme mejor a esta especie de diálogo on-line.
Un oscuro sonido, como salido de otro tiempo se antepone al primer rótulo que vemos en pantalla: “Lars Von Trier”. El escrito, en tiza roja y verde, permanece unos segundos sobre la pantalla, desafiante, parece que quiera decirnos algo, incluso en nuestro cuerpo llega a producirse un atisbo de inquietud... pero finalmente no sucede nada, simplemente otro rótulo, esta vez con el título de la película, le sucede.
Ese abismo será el terreno por el que el director danés intenta dirigirnos durante toda la película, un abismo vacío, tan vacío como las vidas de sus protagonistas, una pareja burguesa que ve como su burbuja de felicidad construida sobre los cimientos de la racionalidad de la cultura occidental se viene a bajo tras la pérdida de su hijo en un accidente doméstico.
El artificio con el que Lars Von Trier describe el accidente en ese prólogo utilizando el ralentí, insertando fotogramas de sexo explícito y utilizando música clásica para describirnos el fogoso coito de sus protagonistas nos acompañará durante toda la película. El resultado final es el mismo que el de los anuncios de una conocida marca de cava, visualmente brillante pero emocionalmente vacío, inútil.
Al igual que en esos anuncios pomposos, elitistas, burbujeantes, Von Trier sabe escoger a sus estrellas para interpretar lo mejor posible el papelón correspondiente. Charlotte Gainsbourg está correctísima en su interpretación reflejando su estado en cada uno de los episodios en los que se divide la película, aberrante final a parte, que son a su vez reflejo de los diferentes pesares que martirizan su mente, a saber: Tristeza, desesperanza y dolor, la tríada teológicamente denominada como los tres mendigos. Willen Dafoe da vida al marido terapeuta cuya arrogancia y condescendencia le llevan a ocuparse personalmente de su mujer, pues él es el más indicado para ayudarla, a pesar de que su relación se resume en conversaciones intranscendentes entre fornicación y fornicación.
Para superar el trauma emocional la pareja decide dejar la ciudad e irse a una apartada cabaña del bosque, llamado Edén (¡que simbolismo, maestro!), antítesis del paraíso. El sombrío y salvaje paisaje podrían ser un reflejo perfecto del infierno. Allí, entre brumas, animales salvajes (de nuevo simbolismo simplón, ciervo, zorro) y una casi constante y desesperante lluvia de bellotas la situación lejos de arreglarse se hace cada vez más insostenible. Mientras él le da a ella lecciones de como superar la muerte de su hijo mientras va experimentando extrañas visiones en el bosque, ella se balancea entre la repentina recuperación y la definitiva locura, siendo el sexo compulsivo lo único que parece calmar su ansiedad, como si en el pene de su pareja se escondiera su salvación y no en su fatua palabrería.
Cada vez está más claro, sino lo estaba ya al principio, que él es un pelele que no tiene consciencia alguna de la situación a la que se enfrenta. Lejos de la ciudad, sometidos a la crueldad de la naturaleza (“la naturaleza es la iglesia de Satanás” como se dice en la película) la racionalidad carece de sentido, siendo las fuerzas más oscuras y antiguas las que rigen el devenir de los acontecimientos.

Con esta máxima tan manida en el cine de terror y yendo aún más allá cuando pone en boca de la mujer la siguiente frase “si la naturaleza es inherentemente malvada, la naturaleza de la mujer, por lo tanto, es inherentemente malvada” Lars Von Trier nos presenta un personaje femenino totalmente desequilibrado que personifica la maldad ancestral de la hembra defendida por las principales religiones monoteístas (judaísmo, cristianismo e islamismo). Ese repentino cambio en la protagonista femenina es justificado mediante un flash-back que pretende ser la explicación final del sadismo perpetrado en la última parte de la película, que por otro lado, causa más gracia que desasosiego, con la famosa escena que tantas ampollas levantó en Cannes a la cabeza.

La última obra de Lars Von Trier, por tanto, ni siquiera consigue provocar o escandalizar, por lo menos a cualquiera que esté familiarizado o haya visto el cine de Nagisa Oshima, Kim-Ki Duk o Takashi Miike. (aunque teniendo en cuenta la gratuidad de la mayoría de barbaridades quizá estaría más próximo a Lucio Fulci, sin la sana morbosidad del italiano, por supuesto) Está muy lejos de sus pretendidos referentes, Dreyer, Bergman o Tarkovsky, las comparaciones nunca fueron tan odiosas (la dedicatoria final ofenderá a quien quiera entrar en el juego, a mí me hizo tanta gracia como el resto)

Dejando a un lado la bellísima fotografía de Anthony Dod Mantle, los impecables efectos de maquillaje (lo único que le haría pasar como ejemplo de cine de terror digno, eso y su naturaleza descaradamente comercial) y la descarnada interpretación de Charlotte Gainsbourg, el resto es simplemente un ejercicio de onanismo que supura mediocridad.

No nos dejemos engañar por cuatro puntuales escenas oníricas que a parte de ser visualmente atractivas poco o nada aportan a la historia, la película lo que vende es sexo, sangre y muerte valiéndose de dos actores de reconocido prestigio y apoyándose en un guión endeble por los cuatro costados que hace avanzar la historia caprichosamente. Todo lo citado anteriormente me parece totalmente respetable, pues es lo que hace cualquier producción de serie B o Z buscando vender el mayor número de entradas posibles. Películas con las cuales suelo disfrutar, la diferencia es que estas películas son honestas, no tienen ínfulas autorales ni pretenden ser más de lo que son, mero entretenimiento, teniendo en ocasiones mayor carga psicológica y haciendo reflexionar más al espectador que la pretenciosa obra de Von Trier.

¡PEOR...IMPOSIBLE! XI. SEGUNDO ASALTO. DE VIEJOS HÉROES OLVIDADOS EN SU CRUZADA CONTRA EL MAL.

La segunda sesión del ciclo congregó aún a más gente que en el estreno, tanto es así que la sala principal, con capacidad para 120 espectadores se quedó pequeña y los más remolones, que siempre llegamos a en punto tuvimos que subir a una sala situada en el primer piso del Antiguo Instituto para poder disfrutar del espectáculo.

La película elegida para la primera sesión era la japonesa “Golden Bat”, dirigida por Hajime Sato en 1966. Esta modesta e imaginativa producción rinde homenaje al peculiar personaje que da nombre al título, un extraño superhéroe que recuerda iconográficamente al fantasma de la ópera y que se encuentra en su tumba de la Atlántida hasta que un grupo de científicos lo despierta casualmente. Sus primeras apariciones fueron en el manga allá por los años 30, la popularidad le llevó a la gran pantalla en este largometraje y finalmente tuvo una adaptación al anime en los años 80.

LA HISTORIA: Un chico descubre que un cuerpo celeste está próximo a la tierra y es reclutado por un grupo de científicos que trabajan en el más alto secreto al servicio de la ONU (tal cual). Según los cálculos a la tierra le quedan diez días de vida hasta la colisión. Tan sólo la puesta a punto de una super-arma, “el super cañón del rayo de destrucción”, aún sin terminar podría evitar la catástrofe. Un inesperado viaje a la Atlántida, que surge repentinamente de la profundidad del océano, permite descubrir a la expedición la piedra roseta que les faltaba para hacer funcionar el destructivo ingenio, un extraño mineral escondido en la tumba de Golden Bat. Un ejército de alienígenas a bordo de una nave-taladro que les permite introducirse por debajo de la corteza terrestre arrebatan el mineral a los terrícolas pues con el super-arma a punto serían invencibles, lo que haría imposible su pretendida colonización de la Tierra. Golden Bat es ahora la única esperanza de la raza humana para recuperar el arma que permita derrotar a los extraterrestres y destrozar el cuerpo celeste antes de que colisione con el planeta destruyéndolo para siempre.

La película cuenta con todos los elementos característicos de la gloriosa sci-fi pergeñada en los años 50 en U.S.A bajo el apretado presupuesto y la ilimitada imaginación que la serie b le permitía, a saber: Humanidad en peligro por ataque alienígena, científicos en busca del arma que repela al invasor, lenguaje pseudo-científico, decorados y vehículos espaciales a base de maquetas. Pero los japoneses no podían quedarse ahí, su turmix cultural plagada de referencias provenientes de latitudes dispares, (desde su tradicional y milenaria cultura clásica hasta la enorme influencia que ejerció el gigante estadounidense a partir del fin de la segunda guerra mundial) les hace introducir elementos como este superhéroe de saldo con capa, bastón y calavera dorada de goma que va repartiendo mamporros alegremente a la vez que se burla con su sardónica risa de los enemigos caídos. El tipo es tan fino que además de quitarse de en medio a golpe de bastón a todo un planeta con ganas de colonizar la tierra le da tiempo a soltar alguna frase fardona entre risotada y risotada para después largarse volando, literalmente.



La pinta de los alienígenas es uno de los puntos fuertes de la película (aquí los nipones siempre supieron enriquecer y/o enloquecer mejor sus producciones) sobre todo desde el punto de vista estético. El traje del líder extraterrestre es de lo más zetoso visto en una pantalla, algo así como un koala de peluche de metro ochenta, si esto es el archienemigo de la raza humana desde hoy miraré con otros ojos a Espinete, pues seguro que él también proviene del mismo beligerante planeta. Los esbirros de turno tampoco tienen desperdicio, sobre todo los dos integrantes de sexo masculino (al no haber traje de cremallera la apariencia es totalmente humana), uno de ellos parece tener un ligero problema de licantropía y se depila las cejas al estilo Spock, mientras que el otro debió tener algún accidente con algún ácido corrosivo pues tiene la mitad de la cara bastante estropeada.

El bando de los buenos está encabezado por un forzudo Sonny Chiba, secundado por un mozalbete con inquietudes estelares (no en vano es el primero que descubre el peligro que corre la tierra ante la inminente colisión de un meteorito) y un viejo científico occidental doblado al japonés.

La psicotronía de la trama depara al espectador momentos realmente divertidos como la aparición y posterior desaparición de la Atlántida en mitad del océano como si tal cosa o el agradecimiento y promesa de servicio y protección de calavera dorada justo después de que ¡¡profanen su tumba!!

El diseño de producción, semejante por otra parte al de las producciones kaiju de los sesenta, además de un vestuario de lo más pintoresco nos regala una nave estilo thunderbirds dónde viajan los protagonistas y una magnífica e increíblemente útil nave a los alienígenas: Un espectacular taladro del tamaño de un rascacielos que además dispara rayos por sus ojos.

Lo peor de la peli es que no se hayan currado nada las coreografías desaprovechando así la presencia del mamporrero Sonny Chiba. Por el contrario esa falta de planificación aumenta considerablemente la risotada viendo como el gran Murciélago Dorado se abre paso con su bastón cual Cyrano de Bergerac.

Cambiamos totalmente de latitudes para disfrutar de la siguiente película “Karla contra los jaguares” es una producción colombiana de 1974 dirigida por Juan Manuel Herrera.

El profano al leer el título seguramente pensará que se trata de una superheroína luchando contra unas bestias feroces pertenecientes al reino de la selva o la tribu urbana indistintamente. Pues no. Karla es una rubia hitchckoniana, interpretada por la atractiva Marcela López Rey, de tremenda y apretada delantera con un cerebro privilegiado al servicio del mal y su propio beneficio. Ayudada por su fiel y fornido compañero, al que trata como si fuera su mascota (es imposible no acordarse del personaje de Ilsa), tiene a su servicio toda una banda de superhombres musculados a los que ha convertido en autómatas que utiliza para realizar robos de gran envergadura.

Los jaguares son la versión colombiana de los luchadores enmascarados mexicanos. A bordo de sus motos, con capa y máscara de jaguar se encargan de ayudar a las fuerzas del orden en su cruzada contra la delincuencia. En esta ocasión deberán enfrentarse a los temibles autómatas y capturar a la maquiavélica Karla para frenar la oleada de robos.

LA ESCENA: Posiblemente de lo mejor de esta edición de “Peor… ¡imposible!” Karla sale al enorme jardín de su mansión para ver de cerca el entrenamiento de los autómatas: Un montón de tíos musculados que hacen pesas como posesos mientras otros son adiestrados en artes marciales o prueban su puntería con armas de fuego. En medio de esta fiesta filo-gay uno de los autómatas se descontrola pegando de ostias a quien se cruce en su camino, tras una serie de planos-contraplanos desternillantes en el que la troupe de Karla mira tranquilamente como el coloso se ceba con uno de los adiestradores, la malvada líder coge una ametralladora para coser a balazos al juguete roto. A eso se le llama golpe de autoridad.

Otro de los momentos álgidos de la función es cuando uno de los jaguares en plena persecución de los malhechores no duda en derribar una puerta con su cabeza lanzándose en plancha a modo de ariete. Por favor, niños, no intentéis hacer esto en casa ni en el colegio.

La sesión golfa nos deparaba uno de los puntos más altos del certamen “Aullidos 2”… pero esa ya es otra historia.

jueves, 27 de agosto de 2009

PEOR... ¡IMPOSIBLE! XI, PRIMER ASALTO. EL ORGULLO DE SER UN OUTSIDER: REFLEXIONES Y PRIMERAS PROYECCIONES.

Un año después de la decena está claro que ¡Peor… imposible! es, además de un ciclo cinematográfico empeñado en rescatar del olvido ese cine de derribo que tantas satisfacciones dio en los cines de barrio a los niños convertidos hoy, como diría José Ángel Garrido, en puretas ochentenos para darlo a conocer a las nuevas generaciones, una auténtica fiesta. Una fiesta llena de risas, aplausos y onomatopeyas. El equipo de Peor… ¡imposible! Ha convertido la sala de actos de el antiguo instituto en uno de aquellos antiguos y fríos cines de barrio asturianos que se calentaban cuando el público, especialmente el del gallinero, animaba al protagonista al grito de ¡hala mocín!

Cuarenta años después, superada ya la triste dictadura, aquel público que se agolpaba en las salas para disfrutar con sus ingenuos héroes, sumergiéndose en emocionantes aventuras, es presa de la mediocridad y estupidez que desprenden sus televisores, ocupando su tiempo de ocio en otras ficciones igual de populares pero mucho menos originales.

Tan sólo un pequeño reducto de eso que ahora a las gentes normales les da por llamar frikis (que supongo vendrá del original inglés freak para designar las atracciones humanas de feria) acudimos con ojos nuevos (en mi caso he de reconocer que normalmente la mayoría de los títulos nunca los había visto) o reciclados, en el caso de los más veteranos.

Lo que está consiguiendo este ciclo, al margen de darnos una semana de alegría a los fanáticos del cine de género en su vertiente más popular y desprejuiciada, es enseñarnos una historia del cine que no está escrita, como bien apuntó el propio Jesús Parrado en el coloquio de hoy.

Ese cine de evasión siempre anteponiendo el entretenimiento a las formas pero no siempre carente de discurso ni de segundas lecturas, tomando la explotación de las grandes producciones como punto de partida para dar rienda suelta a la imaginación en busca de productos originales, delirantes en ocasiones, que a través de su locura buscan suplir la falta de medios económicos y humanos.

Cada una de estas películas tiene un valor incalculable, desde los chirriantes modismos de la época, (desde el vestuario hasta la banda sonora pasando por los mareantes zooms), la locura e ingenuidad de sus diálogos, la falta de raccord, los personajes psicotrónicos o estereotipados e incluso los propios actores que los encarnan… Espartado Santoni, Tony Kendall, Frank Braña. Todos estos detalles, además de ser un documento fidedigno de la época y el lugar donde fue realizada la película, hacen de cada una de estas cintas una obra de arte a su manera.

Dentro de este rico, mágico y vasto mundo la temática escogida este años fue “Eros, héroes y superhéroes” el título de la edición lo deja bien claro y hasta el momento no nos podemos quejar de su programación.

Antes de los largometrajes el programa avisaba de la proyección de un corto sorpresa. En realidad no se trataba de un cortometraje sino del primer capítulo de la serie japonesa sobre Spiderman. Así es, existe una serie sobre Spiderman, el de la Marvel, en Japón, se rodó en 1978 y como os podréis imaginar teniendo en cuenta como se las gastan los nipones lo único que guarda en común con su homólogo yankee son los colores del traje, aunque un poco deslucidos.
Takuya Yamashiro es el personaje que se transforma en hombre-araña pero no es un loser que cursa estudios en la High School, éste es un motorista que recibe su poder, justo después del asesinato de su padre a manos del Ejército de la Cruz de Hierro, de un superviviente del planeta Spider que había sido masacrado por el mismo ejército (pa pillar también la mitología de superman de refilón) como estamos en Japón Spiderman no podría ser un héroe respetable sin un robot gigante a sus órdenes (otro poquito de Mazinger Z). El amasijo de acero en cuestión se llama Marveller (¡que cachondos!) y cuando se transforma para combatir toma el nombre de Leopardon.

El tono de la serie es de cachondeo puro y duro, con spiderman dando saltitos, colgando de cuerdas y escalando con bastante dificultad los edificios, verlo ponerse el traje es todo un espectáculo. Las peleas con las posturitas karatekas de la araña son tan ridículas como los efectos especiales, de las coreografías y la indumentaria de los malos parece que tomaron buena nota los creadores de Power Rangers para sus inolvidables masillas.

En definitiva una auténtica gozada con la que no pudimos parar de reír… ¡Ya podía copiar un poco Sam Raimi para sus adaptaciones!.

“Serpiente Sam” (Italia-Filipinas, 1989), Born to fight en su título internacional, la producción italo-filipina fue la encargada de abrir esta edición. Tras las cámaras el inefable Bruno Mattei, ante ellas el jeta de Brent Huff. Aunque para jeta la de su personaje, un remedo bastante chusco del Rambo del sagrado Sly e incluso con toques, según dicen (aunque yo no se los vi por ningún lado), de Cocodrilo Dundee.

LA HISTORIA: Sam Wood es un veterano de Vietnam que se pasa el día en bares de mala muerte hasta que recibe una jugosa oferta de una atractiva joven para rescatar a unos militares americanos en Vietnam. Al igual que en las secuelas de “First Blood” el temerario protagonista se las arreglará él solito para acabar con todos los enemigos y finalizar su misión con éxito.

LO MEJOR: Las frases de machito que se suelta el cachondo de Sam, en especial su repetitivo “Se puede hacer” respuesta recurrente ante cualquier adversidad.

LO PEOR: Que va perdiendo fuelle poco a poco hasta perderse en un sinsentido de matanzas y explosiones sin lograr mantener la chispa de su original pseudo-antecesora “Strike Comando”.

En definitiva un divertimento sanote que no engaña a nadie. Argumento habitual, diálogos machistas y ultra-conservadores e ingentes dosis de tiroteos y explosiones. Cine primario para fanáticos del músculo y el belicismo muy poco exigentes.

UN PAR DE DETALLES: El principio de la película pone el listón muy alto. Sam, en el interior de un bar, ataviado con su sombrero vaquero que le tapa medio rostro y con una señorita entre sus labios (emulando grotescamente al Clint Eastwood de la trilogía del dólar) coge una serpiente con sus propias manos hasta que consigue que expulse su veneno dentro de un vaso para, acto seguido, beberse su contenido para regocijo de los clientes del local.

El guión tiene bastante de culebrón. Una de las personas a las que Sam tiene que salvar, el padre de la chica que le propone la misión, resulta ser un superior suyo que le impidió en su día rescatar al resto de sus compañeros cuando se encontraban a su suerte entre los arrozales vietnamitas. Sam recuerda en un flash-back sentimentaloide y cutrongo como el superior va a visitarlo a la enfermería para prohibirle realizar esa acción suicida. Hasta ahí todo correcto, sino fuera porque la escena vuelve a repetirse unos minutos después… ¡y encima ampliada!.

“Los campeones justicieros” (México, 1971) Dirigida por Federico Curiel. Primera cita con las entrañables aventuras de luchadores mexicanos enmascarados, en esta ocasión sin la presencia de Santo, pero no sufran que el enmascarado de plata tiene película propia en el ciclo, faltaría más.

El espectacular reparto ya merece al menos un visionado: Blue Demon, Mil Máscaras, Sombra Vengadora, El médico asesino, Black Shadow, Tinieblas (el gigante), todos ellos por supuesto luchadores enmascarados. Pero por si esto fuera poco tenemos a un puñado de misses mexicanas en apuros que interpretan además a las ahijadas de los aguerridos luchadores. Así Miss Jalisco, Miss Chihuahua y sus compañeras se pasarán la película luciendo palmito y soltando gritos de pánico en la guarida-laboratorio de los malhechores.

El bando maligno lo encabeza Mano negra, al parecer viejo conocido del escuadrón de luchadores mexicanos al que ya daban por muerto pero que en lugar de eso se ha rodeado de unos cuantos secuaces: tres mediocres luchadores, sin enmascarar, a los que Blue Demon and company pegan una soberana paliza sobre el ring al comienzo de la película; Black Shadow, luchador enmascarado que no se sabe muy bien que pinta ahí pero que tampoco hace mucho y un pérfido y bizarro ejército formado por nueve enanos.

LA HISTORIA: Mano negra, ayudado por sus secuaces y por un maléfico ingenio que permite dotar a su ejército de enanos de la fuerza de diez atletas planea secuestrar a los luchadores enmascarados para convertirlos en autómatas y utilizarlos para sus oscuros fines al servicio de una superpotencia extranjera. Para conseguirlo rapta a todas las misses que se presentan al certamen de Miss México, que resultan ser las ahijadas de los luchadores, para utilizarlas como cebo.

LO MEJOR: El laboratorio de Mano negra y sus inventos imposibles. El ingenio que permite aumentar la fuerza de los enanos es una especie de embudo gigante que suena como el ring de un teléfono antiguo cada vez que se utiliza. Por supuesto no esperen ver transformado al enano en gigante tras salir del aparatoso artilugio, sale tal y como entró. Además el efecto de la máquina no dura demasiado tiempo, (a pesar del esfuerzo de Mano Negra, quien llega a crear unas pulseras que permitan mantener la fuerza de sus esbirros) lo que proporciona no pocas risotadas a costa de los pobres enanos que son lanzados por los aires por los luchadores en cuanto se desvanece su poder.

LO PEOR: Algo bastante común en las películas del Santo y en otras casposas producciones con Mad doctor de por medio. El malvado de turno siempre dispone de una televisión dónde ve absolutamente todo lo que ocurre con una excepcional realización que le permite ver en cada momento lo que le interesa… ¿Pero quién coño graba esas imágenes?, ¿Dónde están las cámaras?, ni siquiera se molestan en dar una explicación graciosa pseudos-científica de esas que tanto se estilan en estas producciones.

LA ESCENA: Médico asesino y Tinieblas (corríjanme si me equivoco de luchadores) haciendo guardia discretamente delante del portal de sus ahijadas. El primero en un descapotable, el segundo en pie dando vueltas de un lado para otro, por supuesto los dos enmascarados. ¡Eso si que es ir de incógnito!

FRASES PARA EL RECUERDO: Cada vez que los enmascarados se ponen a cavilar siempre surge algún diálogo destacable pero en esta ocasión la palma se la lleva el portavoz de los enanos. Un tipo de pelo cano y bigote quien ante la orden de su jefe de secuestrar a los enmascarados expone su postura: “Si hay alguien que pueda con los enmascarados son estos tres (haciendo referencia al trío de luchadores que tiene a su espalda) o Black Shadow, nosotros sólo somos unos miserables enanos” Uno ya no sabe si reír o echarse a llorar.

La sesión golfa estuvo reservada para el loco cine hongkonés, en concreto para “Roboforce” (Hong-Kong, 1988) Producción de Tsui Hark dirigida por David Changi dedicada a las peleas de robots, al parecer con inspiración de Terminador, los transformers y Metrópolis, ahí es nada. Desgraciadamente no pude asistir a esta proyección. A ver si hay suerte y me hago con una copia para poder comentarla próximamente.

miércoles, 26 de agosto de 2009

DEL CALOR, LA DESIDIA Y EL AMOR POR LO RANCIO

Más de un mes sin escribir un artículo es demasiado tiempo, de nuevo el mal guadianesco aqueja este blog, pero agosto es para mí el mes más cargado del año. A la asfixiante actividad laboral se suman los compromisos etílico-sociales, la célebre SEMANONA (Semana Grande para el visitante o foriatu) de Gijón, las ganas de disfrutar al aire libre de los escasos rayos de sol que bañan la Playa de San Lorenzo, que como buen playu hay que bañarse unas cuantas veces para prevenir los posibles catarros. En definitiva que mi maltrecha C.P.U ha tenido un descanso bien merecido y mi presencia ha brillado por su ausencia tanto de esta bitácora como en otras páginas amigas aquí presentes en la columna derecha.

Pero no se preocupen que el verano toca a su fin (aseguro que aquí en el norte así es, vaya si sopla el viento en cuanto se oculta el sol) y acaba de comenzar otra nueva edición de ¡Peor…. Imposible! El incombustible Jesús Parrado vuelve a regalarnos otra ristra de películas infames para goce de la cuadrilla de freaks (o como quieran llamarlo) que poblamos estas sombrías tierras.

De momento me estoy limitando a tomar buena nota de todos los desvaríos que estas impagables sesiones nos están ofreciendo en espera de encontrar tiempo para poder transcribirlas aquí y que todos puedan disfrutarlas.

El show que se montó ayer de noche con la proyección de “Aullidos 2: tu hermana es una mujer lobo”, con Christopher Lee encarnado a un investigador de lo oculto cazando licántropos con armas de titanio, fue una de las experiencias más divertidas que recuerdo del certamen, y ya vamos por la edición número 11.

Aquí dejo el enlace del programa para que se hagan una idea del desaguisado http://www.gijon.es/documentos/Departamentos/FMC/DptoDIFU/PEOR%20IMPOSIBLE%202009.pdf
Si quieren seguir el día a día del festi pueden hacerlo aquí http://elterrariodedonovan.lacoctelera.net/. La genial bitácora de otro paisano con buen gusto por el cine.
Ahí les dejo con el casposo videoclip de Aullidos 2