lunes, 23 de noviembre de 2009

47 FIC XIXÓN

A estas alturas, seguramente, la mayoría de ustedes ya estarán al corriente de que desde el pasado jueves 19 se viene desarrollando en Gijón la 47 edición de su Festival Internacional de Cine Independiente.

Disculpen la desidia de este cronista a la hora de plasmar sus impresiones sobre lo que puede deparar la programación de este año pero a medida que se acercaba la fecha de arranque del festival mis ganas, hace unos meses enormes, iban disminuyendo poco a poco. Desconozco si fruto de la ligera decepción que supuso la edición anterior, de la sobrecarga de trabajo a la que me he visto sometido los últimos días o, simplemente, a que los años pasan y uno va perdiendo la ilusión por todo, sin más.

Sea lo que fuere la realidad es que en cuatro días transcurridos del evento tan sólo he visto dos películas. Si bien es cierto que el horario laboral me ha impedido ver alguna obra que era de mi interés otras sesiones me las he saltado por elección propia. Si a esto añadimos la pésima, como es tradición, programación de las películas, haciendo coincidir la misma película en el mismo día y hora pero en diferentes salas, sucederá lo que todos los años, que nos quedaremos sin ver muchas películas de las que hubiéramos disfrutado en pantalla grande.

Tal es el caso de la genial, generacional, fundacional, etc.. “Quadrophenia”, una de las guindas del suculento pastel que conforma la sección “Made in England”. El maltrato de la organización la ha relegado a dos únicas sesiones durante el primer fin de semana. Lo que ha hecho su visionado imposible para algunos, como es mi caso.

Pataletas aparte, la Sección Oficial de este año, aunque sin renunciar a la pretenciosidad habitual, parece no renunciar a la comercialidad como lo demuestran títulos tan estimulantes como “Mal día para pescar”. Otras propuestas como la cinta llegada de la exótica Sri Lanka, “Between Two Worlds”, parecen realizadas en exclusiva para ser proyectadas aquí. Es irónico que los esfuerzos de un conjunto de profesionales por hacer algo diferente logre que el público habitual del festival, en lugar de sorprenderse, tenga una sensación de déjà vu que le provoca la más absoluta indiferencia. La mayoría francesa en la competición me hace albergar esperanzas de buen cine (que le voy a hacer, tengo mis prejuicios) y la presencia del marciano Harmony Korine con su último largo “Trash Humpers” acaban de redondear un conjunto bastante apetecible donde temo, y mucho, la participación nipona con la película “Wakaranai” de Masahiro Kobayashi. Estoy convencido de que las comparaciones con el Antoine Doinel de Truffaut y con la estética de Larry Clark o Gus Van Sant que apunta el programa de mano son el humo de siempre y que al final estaremos más cerca de la clásica película que suele arrasar en el festival con sus largos planos fijos, su ausencia de diálogo, de narración y, en definitiva, de cine. Espero equivocarme.

Las retrospectivas dedicadas a directores invisibles, hasta el momento, para el cine comercial recuperan la calidad de ediciones anteriores tras el paréntesis que supuso la edición 46 con nombres que no quiero recordar. Fatih Akin, Aleksey Balabanov y Harmony Korine son tan diferentes entre sí como igualmente interesantes y necesarios para conocer el panorama del cine independiente contemporáneo. Las propuestas más radicales, provenientes del campo de la experimentación, corren a cargo de Matthias Müller y Cristoph Girardet, cuya obra, compuesta íntegramente por cortometrajes combina celuloide de prestigio con producción propia en busca de un collage acorde con estos tiempos postmodernos. Jean Gabriel Periot es el otro manipulador de imágenes cuya obra podemos ver comprimida en un programa único de setenta y cinco minutos.

Las, ya clásicas, sesiones de “Llendes”, “Esbilla”, y “Enfants Terribles” aglutinan propuestas de diferente índole, como cada año. En ellas podremos ver desde la última película de Michel Gondry, “L’épine Dans le coeur” (en otro alarde de acierto de la programación el sábado se pasó por última vez), la nueva propuesta de los hermanos Wachowski “Ninja Assasin” a rarezas como “E1000”, de Pauline Sylvain-Goasmat, película interactiva en la que los espectadores son parte activa a través de llamadas telefónicas y mensajes de texto.

La mini sección Post Burlesque bajo el subtítulo de “La nueva farsa en el cine europeo” mezcal éxitos del cine independiente de este siglo en el viejo continente junto con títulos que han pasado de largo por las carteleras sin pena ni gloria.

Pueden echarle un ojo a la programación completa aquí. Y si quieren leer alguna reseña les recomiendo pasarse por el estupendo blog no oficial.

No deja de resultar gracioso el cartel escogido para la edición de este año. Huyendo de la sobriedad habitual se escoge ese cuerpo femenino con cabeza de dinosaurio, de lo más freak y fantástico (genial para mi gusto), todo lo contrario al carácter del festival. No menos irónica resulta la presencia del Teatro Jovellanos en la estampa (se encuentra cerrado por obras), aunque, eso sí, partido por la mitad. ¿Humor consciente o inconsciente?

El cierre del Teatro hace de ésta una edición extraña, descentralizada, anárquica en el seguimiento de la Sección Oficial. Los cines Yelmo se incorporan al festival para poder albergar la totalidad de películas programadas. Una buena ocasión para disfrutar de cine independiente en una sala equipada con todas las comodidades actuales pero a una hora a pie del centro de la ciudad. Por no hablar de las proyecciones en la Laboral (inauguración y clausura incluidas) ya en zona rural. La organización ha puesto autobuses especiales para desplazarse entre las diferentes salas pero aún así el ambiente cinéfilo que se concentraba en años anteriores en el centro de la ciudad se ha perdido en gran medida.

Cine aparte, nada nuevo en el reino de Pelayo y del alcohol a precio asequible (en algunos apartados y selectos locales, huyan de los nombres de relumbrón… y garrafón) El gafapastismo vuelve a tomar las calles y las salas. Diferentes acentos se funden bajo el uniforme negro de gabardinas y monturas de gafas. Imposible distinguir al público por la película. La dictadura pop impone su ley e impide que algunos que amamos el cine y la música sin que ello afecte a nuestro armario podamos ver alguna película o algún concierto por estar el aforo completo. Cosas de la globalización.

viernes, 6 de noviembre de 2009

HALLOWEEN (2007)

“Halloween”
Director: Rob Zombie
Guión: Rob Zombie
Intérpretes: Malcolm McDowell, Scout Taylor-Compton, Tyler Mane, Daeg Faerch, Sheri Moon Zombie, William Forsythe, Danielle Harris, Kristina Klebe, Skyler Gisondo, Danny Trejo, Hanna Hall, Tom Towles, Bill Moseley, Leslie Easterbrook, Steve Boyles, Brad Dourif, Richard Lynch, Udo Kier, Sid Haig
(EE.UU, 2007)

Sinopsis:

Michael Myers es un niño introvertido que vive en Haddonfield junto a su familia. La convivencia en su casa es dura. Su padrastro es un alcohólico y su hermana, Judith, no se preocupa por él. El único apoyo con el que cuenta el pequeño Mickey es el de su madre, quien trabaja en un club de striptease para mantener a la familia. La situación en el colegio no es mucho mejor. Un par de niñatos con aspiraciones a matones se burlan constantemente de Mickey por el trabajo de su madre.

La Noche de Halloween, Judith es la encargada de sacar a Michael para el tradicional truco o trato en busca de dulces, pero en lugar de eso lo utiliza para quedarse a solas con su novio. Michael se pone su máscara de payaso y asesina a su padrastro y a su hermana. Después coge en brazos a su hermana pequeña, Laurie, y la saca a la calle, hasta que su madre llega del trabajo y contempla la masacre.

Mickey es internado en el Smith’s Grove Sanitarium donde el Dr. Samuel Loomis será el encargado de tratarle. Tras quince infructuosos años en los que Michael no ha articulado palabra, Loomis decide abandonar su tarea. Michael Myers va a ser trasladado a otro hospital pero aprovecha la ocasión para fugarse. Casualmente es la Noche de Halloween.

Laurie vive junto a sus padres adoptivos, los Strode, sin ser consciente de la existencia de su hermano, Michael. Quien volverá a su hogar sembrando nuevamente el terror.

El Dr. Loomis es el único que intuye la vuelta de Myers a Haddonfield. Tras alertar al Sheriff Bracket intentará que no se repita la masacre de hace quince años.

Comentario:

El músico de rock, Rob Zombie, siempre ha sido un fanático del cine de terror. Así lo demuestran los videoclips realizados junto a su antiguo grupo “White Zombie” (nombre que homenajea al clásico protagonizado por Bela Lugosi). También su estética habitual y la puesta en escena del grupo. En el 2003 daba el salto a la dirección cinematográfica con un largometraje titulado “House of 1.000 corpses” donde se rodeaba de una siniestra troupe de psicópatas conocidos como la familia Firefly que hacían disfrutar al respetable mientras despedazaban creativamente a un grupo de adolescentes perdidos en mitad de la nada.

La singular familia volvería a aparecer dos años después en “The Devil’s Rejects”, esta vez en clave de Western Crepuscular con no pocas referencias al cine de Sam Peckinpah y con una excelente banda sonora compuesta por temas de rock de los años setenta. En el 2007 pondría su granito de arena en “Grindhouse” con la realización de el falso tráiler “Werewolf woman of the S.S”, grotesco cruce entre el celuloide licántropo y la figura de la dominatrix nazi, Ilsa.

Ese mismo año se haría cargo de plasmar en pantalla los orígenes de uno de los psicópatas más famosos del cine. El binomio Myers-Zombie, prometía.
Cualquier seguidor habitual de este blog sabe que el que escribe estas líneas es seguidor incondicional, hasta la fecha, de Rob Zombie. Por otro lado, “La noche de Halloween” es una de mis películas de terror preferidas. En consecuencia, enfrentarme al supuesto remake de la obra maestra de Carpenter hace poco más de dos años suponía para mí todo un acontecimiento.

Mi primera impresión fue desigual. Había gozado con la primera parte de la película, pues se trataba de una aproximación totalmente diferente al personaje de Myers. Más realista, más sórdida que en el original. Encajaba perfectamente con el universo que Rob Zombie nos había mostrado en sus dos trabajos anteriores. Era justo lo que quería ver. La segunda parte era más un homenaje respetuoso a la obra original, mantenía la contundencia y brutalidad indisociables del cine de Zombie, pero el elemento sorpresa se perdía al ser su desarrollo prácticamente idéntico. El sabor de boca final era agridulce, parecía que Rob no se había atrevido a quitar las ruedas traseras de la bicicleta, se había dejado algo de su personalidad al enfrentarse a un clásico de altura dentro de la serie b.
Tras el visionado, las imágenes iban sucediéndose en mi cabeza cobrando cada vez más fuerza, más intensidad. A medida que pasaba el tiempo recordaba la película como algo mucho mejor de lo que en primera estancia me había parecido. Era el momento de enfrentarme nuevamente a la obra para comprobar si mi memoria me estaba jugando malas pasadas.

El resultado no pudo ser más favorable al trabajo de Zombie. La primera parte me parecio aún más lograda que la vez anterior. La grotesca familia de Myers; las burlas de los malos de la clase sobre el trabajo de su madre. Todo nos sumerge en la cruda realidad que Michael Myers tiene que soportar cada día, desde el desayuno (donde acertadamente comienza la acción). Pero esa vida no justifica los oscuros pasatiempos del desviado Michael. La frialdad de su mirada indica la horrible naturaleza que se esconde tras su máscara de payaso (aquella que mecánicamente se pone antes de cada crimen). Myers continúa siendo la encarnación del mal (al igual que en la obra de Carpenter), pero no un mal diabólico o sobrenatural como en la película original sino un mal real, el que puede albergar un niño cualquiera con un cerebro enfermo.


Sobre la segunda parte, al contrario que tras el primer visionado, me pareció la evolución lógica del personaje. Sino hubiera vuelto a Haddonfield no sería Michael Myers. El personaje ya había sido transformado totalmente en la primera mitad, ahora volvía a enfundarse el traje de mecánico y la máscara blanca (su traje de supervillano) para sembrar el pánico entre las canguros adolescentes en la víspera de todos los santos. Pero aunque el desarrollo se parezca, en inevitable homenaje, al original, hay matices que muestran la diferente naturaleza del Myers de Zombie. Lo primero es que ahora Myers viene en busca de Laurie porque es su hermana (cosa que en la primera película no se menciona), la diferencia estriba en que su intención no es matarla sino protegerla, salvarla de la pesadilla que el vivió en su hogar cuando era niño (recordemos que después de matar a su padrastro y su hermana, Judith; Michael coge en brazos a su hermana Laurie, siendo ésta aún un bebé). Será el último rasgo de humanidad que veamos en el psicópata antes de convertirse definitivamente en un asesino implacable. Lo que deriva, por cierto, en un impresionante final.

Hace unos días, previa redacción de este post, volví a echarle un vistazo a la película en sesión doble junto al original carpenteriano. El resultado, creo, fue bastante esclarecedor. “La noche de Halloween” es una obra maestra de un director que domina como pocos los códigos y resortes del cine de terror. Posee una planificación impecable y la inquietante atmósfera y el frenético ritmo se mantienen desde el primer al último fotograma. “Halloween. El origen” es una aproximación realista y personal al personaje de Myers filmada con nervio y contundencia, a través de su inquieta cámara, por un apasionado del género.

Establecidas ya las diferencias entre ambas películas, o al menos, mi posicionamiento frente a ellas, centrémonos en el film de Zombie.

“Halloween. El origen” guste o no tiene el inconfundible sello de su director. La sequedad, la crudeza de la violencia, la brutalidad que algunos acusan de fácil pero que en realidad no llega a la truculencia. No se puede catalogar ninguna película de Zombie dentro del género gore (la sangría alegremente mostrada en “La casa de los 1.000 cadáveres” está más próxima al territorio del Grand Guiñol). En realidad es más la sensación que nos crea que lo que realmente muestra en pantalla. En esta película se pone más atención a los espasmos de las piernas de las víctimas en el momento de su muerte que en el propio acto de la ejecución. Cuando Mickey golpea al novio de su hermana con un bate de baseball repetidas veces está filmado en fuera de plano, pero la acertada banda sonora muda violada por el metálico sonido del bate se introduce de lleno en nuestra cabeza de tal forma que tras visionada la película llegamos a creer que hemos visto como le machacaba el cráneo en plano detalle.

Lo mismo sucede en la primera aparición del Myers psicópata en mitad del bosque que rodea su colegio. Zombie sabe ser explícito cuando es necesario. Como en el degollamiento que Mickey le practica a su padrastro; o en la espléndida y sádica secuencia en la que el benjamín apuñala repetidas veces a su hermana mayor mientras ésta intenta escapar inútilmente de su verdugo. El realizador nos da las dosis justas de primeros planos sangrientos para que estos no pierdan su contundencia por saturación. Ahí reside gran parte de la oscura belleza de la película. Una especialidad marca de la casa.



Poco se puede decir del guión, tras lo destripado más arriba. La primera parte es la única original, nueva. Una vez que Mickey, convertido ya en un enorme y melenudo Michael Myers (una transformación que, aunque rompa el realismo existente hasta ese momento, funciona como grotesca representación física de la monstruosidad de Myers) se escapa del Smith’s Grove Sanitarium, en una secuencia exagerada y/o bizarra pero resuelta con gran pericia técnica, vuelve a Haddonfield donde se desarrollarán los acontecimientos narrados previamente por John Carpenter en la primera película sobre el psicópata.

Los encuadres que escoge Zombie son más cerrados y menos atractivos que los del maestro. Las ejecuciones de los crímenes más directas, se pierde la atmósfera cultivada por Carpentes en aras de lograr una mayor contundencia (tan bien hemos de tener en cuenta que Rob dispone de menos metraje después de detenerse durante buena parte de él en la infancia del personaje) Se realiza una leve modificación del original dejando con vida al personaje de Annie Brackett, interpretado por una estupenda (al menos, físicamente) Danielle Harris (sí, la actriz que interpretó a la sobrina de Myers en las entregas 4, 5 y 6)



La importancia de los personajes varía respecto a la obra original. Así, Deborah Myers, se erige en un personaje fundamental para comprender la historia. La elección de Sheri Moon Zombie (dejando a un lado que sea la esposa del director) no pudo ser más acertada. Encarna excelentemente al personaje más trabajado de la cinta. Una madre encerrada en una vida miserable junto a su pareja (un alcohólico que aprovecha su incapacidad para caminar para parasitar frente a la tele y cuya cuestionable moral no le impide acosar a su hijastra o insultar al pequeño Mickey). La manutención de sus tres hijos la obliga a actuar como stripper en un bar de carretera (genial la secuencia en la que Zombie monta en paralelo uno de sus shows con las actividades de su hijo). Pero la mejor interpretación de Sheri Moon se produce en el Smith’s Grove Sanitarium, donde Deborah conversa con Michael siendo ya consciente de su perversa naturaleza. Su rostro, sin articular palabra, muestra a la perfección una madre descompuesta por el dolor.

Daeg Faerch compone un inquietante Myers niño que desde su aparición en pantalla, quitándose la careta de payaso para contestar toscamente a su padrastro, deja entrever el odio y la maldad que encierran sus fríos ojos. El jovencísimo actor está a la altura de la leyenda, siendo uno de los mejores intérpretes de la película. Sobre la versión adulta del personaje no hay mucho que decir. La espectacular presencia física de Tyler Mane es la base de su interpretación, que se limita a seguir las pautas marcadas por el original (desplazamiento sigiloso y asesinato contundente).

Los personajes fundamentales de la primera película, Myers aparte, bajan enteros en esta ocasión. A pesar de ser un admirador de Malcolm McDowell, el personaje de Samuel Loomis le quedaba mucho mejor a Donald Pleasence. El look sesentero con el que se viste al personaje en la primera parte de la película(sobretodo esa melenilla casposa)quizá tampoco ayude mucho. Le da más un aire de músico de Rock que de serio psiquiatra. Aunque en la segunda mitad su aspecto adquiere un tono más sobrio. Lo que, indudablemente, no deja de ser gracioso es ver a Malcolm haciendo de bueno, aunque sea acompañado de un Mágnum 357.

La que está lejísimos de acercarse a los registros dramáticos de su predecesora es Scout Taylor-Compton, convertida en una Laurie Strode mucho más anodina que la guerrillera Jamie Lee-Curits. Las comparaciones son odiosas, pero la industria cinematográfica americana nos obliga a hacerlas.

En definitiva, nos encontramos ante una obra que si bien está lejos del nivel de la película original de Carpenter, se rebela como un digno homenaje y una nueva muestra del buen pulso de Zombie tras las cámaras.



domingo, 1 de noviembre de 2009

HALLOWEEN RESURRECTION

“Halloween Resurrection”
Director: Rick Rosenthal
Guión: Larry Brand y Sean Hood
Intérpretes: Jamie Lee Curtis, Brad Loree, Busta Rhymes, Bianca Kajlich, Sean Patrick Thomas, Daisy McCrackin, Katee Sackhoff, Luke Kirby, Thomas Ian Nicholas, Ryan Merriman, Tyra Banks, Billy Kay, Gus Lynch, Lorean Gale, Marisa Rudiak, Brent Chapman, Dan Joffre, Haig Sutherland, Brad Sivhon, Kelly Nielson, Gary J. Runnicliffe, Ryan McDonald, Charisse Baker, Natassia Malthe, Kyle Labine, Rick Roshental, David Lewis, Chis Edwards, Michael McCartney, Ananda Thorson
(EE.UU, 2002)

Nota del autor: Espero que hayan pasado una buena Noche de Halloween, acompañados por una buena dosis de cine de terror y algún que otro dulce.
Siento haber demorado tanto el post hasta el punto de colgarlo pasada la señalada fecha. Errores infórmaticos imperdonables por mi parte han hecho que perdiera esta reseña y la dedicada a "Halloween. El origen". Reescrita la primera de ellas espero hacer lo propio con el remake de Rob Zombie lo antes posible.
Aviso: Cualquier atrevido que ose enfrentarse con esta abominable película absténgase de leer cualquier comentario aquí referido pues se destripa la película prácticamente al completo.

Sinopsis:

Laurie Strode se encuentra interna en un psiquiátrico tras matar a un policía creyendo que era su hermano Michael Myers. El psicópata había roto la faringe del hombre impidiéndole articular palabra en su defensa, después le había colocado su máscara propiciando la fatal confusión. La reclusión de Laurie no detendrá las ansias asesinas de Myers. Más de veinte años después continua acechando a su hermana hasta que consigue finalmente matarla.

Haddonfield se prepara para la noche de Halloween. El avispado productor, Freddy Harris, va a montar un show retransmitido por la red en el que un grupo de jóvenes han de pasar la noche de Halloween encerrados en la antigua casa abandonada que un día habitó Michael Myers a cambio de una jugosa cantidad en metálico. Sara Moyer, una estudiante de secundaria, es seleccionada para participar en el programa junto a sus compañeros Rudy y Jen. Una vez comenzado el “Dangerteinment” los tres jóvenes, junto a otros concursantes, serán testigos del lúgubre lugar donde Myers pasó su infancia. Todo está milimétricamente preparado por Freddy Harris para dar espectáculo a la audiencia a costa de asustar a los concursantes. El elemento sorpresa lo pone la irrupción del verdadero psicópata en escena quien irá aniquilando uno a uno a los participantes.

La única esperanza de los concursantes pasa por un amigo virtual de Sara que se encuentra a salvo fuera de la casa siguiendo las evoluciones del programa en directo. Será el único espectador consciente de la realidad de los terribles hechos que se están sucediendo en la morada de Myers. Sus mensajes a la PDA de Sara alertando de la posición del psicópata son la mejor arma para vencer a Michael Myers.

Comentario:

Rick Rosenthal volvía a dirigir una secuela de la franquicia veintiún años después, tras la realización de “Halloween II”, ya con una larga carrera en la televisión a sus espaldas. Sería la última película de Moustapha Akkad, responsable de todas las películas que forman la saga original, quien fallecería tres años después de estrenado el film.

Una de de las curiosidades de la saga Halloween es que las mejores películas son aquellas en las que aparece Laurie Strode. El grupo estaría formado por “Halloween”, “Halloween II” y “Halloween H20”. El comienzo de “Halloween Resurrection” es (dejando a un lado la trampa de guión que resucitaba nuevamente al personaje de Myers), desde este punto de vista, esperanzador. La imagen de una, aparentemente desquiciada, Laurie-Jamie Lee Curtis- Strode, vestida con pijama azul de interna y larga melena (no pocas coincidencias con el personaje de Sarah Connor en “Terminator 2”) hace a uno frotarse las manos ante la inminencia de un nuevo duelo fraticida en esta Tragedia Griega en clave de Slasher.


Las expectativas quedan pronto frustradas cuando a los guionistas les de por acabar con uno de los personajes más emblemáticos de la saga de manera atropellada. Quizá inspirados por el maestro Alfred Hitchcock quisieran emular el golpe de efecto conseguido por éste en su obra maestra “Psycho”, huelga decir que los resultados nada tienen que ver con los conseguidos por el orondo inglés. Si hay algo que pueda salvarse de esta secuencia quizá sea su continuación; en la que Myers se deshace de manera astuta del arma del crimen al tiempo que visita a un pintoresco interno del psiquiátrico que conoce de memoria la vida de todos los psicópatas que adornan la historia de U.S.A.


El terrible guión de la película, ya destripado en la Sinopsis, tras liquidar de manera inexplicable al personaje de Laurie Strode pretende hacernos (se supone) pasar miedo con la invención de una grotesca Casa del Terror que cuenta con Michael Myers como huésped de lujo. Hacía tres años que no se sabía nada del habitante más célebre de Haddonfield, y a juzgar por el estado de su abandonada morada no parece que hubiera pasado allí todo ese tiempo. Sin embargo, tras matar a su hermana, no se le pasan las ganas de derramar sangre y sin importarle que haya cámaras delante se dedica a descuartizar a cuanto jovenzuelo ande suelto por su casa.

Lo más sorprendente del caso es el grado de temeridad e inconsciencia que aqueja a la pequeña población de Illinois. Michael Myers se ha llevado por delante a buena parte del pueblo, ha demostrado que la muerte no es ningún problema para él y aún así la gente se lo sigue tomando a cachondeo y se encierran en su casa para hacer un reality show en la noche de Halloween.
Pero dejando a un lado el sinsentido absoluto del planteamiento de la historia en “Halloween Resurrection” hay por lo menos dos cosas aún más irritantes. A saber:

Una. Algo en lo que son especialistas los guionistas de la saga Halloween prácticamente desde sus inicios ; dejar por los suelos la reputación de Michael Myers. En la correcta “Halloween H20” se nos mostraba a un asesino frío, implacable, prácticamente indestructible. En esta entrega el personaje está, una vez más, totalmente desdibujado, se muestra irregular. Contrastan las primeras apariciones (más que solventes) en el psiquiátrico con las absurdas idas y venidas en el “Dangerteinment” (llegando incluso en una escena a obedecer las órdenes de Freddy Harris)

Dos. El insoportable personaje del productor, Freddy Harris (interpretado por el músico de Hip-Hop Busta Rhymes). Un afroamericano con un look de presentador de videos musicales, al que sólo le interesa obtener beneficios a través de su espectáculo. Si la cosa se quedara ahí tampoco sería tan terrible, lo peor es que el tipo se pasa toda la película haciéndose el gracioso y dando discursos edificantes al resto de personajes. Cualquier guionista con un mínimo de preocupación por la salud del espectador hubiera tenido la consideración de dejar en manos de nuestro querido asesino la rápida desaparición de éste individuo, pero en vez de eso tenemos que aguantar su presencia durante toda la película.


Teniendo en cuenta la nula calidad del guión sería injusto cargar contra el cast por su pobre aportación. La protagonista (con el permiso del egocéntrico Freddy Harris) de esta entrega es Sara Moyer (Bianca Kajlich). La chica mona, estudiosa y formal (¿estarían intentando crear una nueva Laurie Strode?). Su aliado al otro lado de la red es Myles, alias Dekar, interpretado por un soso Ryan Merriman. La ineludible ardiente pareja está formada por los personajes de Donna y el ligón de turno, Jim (encarnados respectivamente por Daisy McCrackin y Luke Kirby), quienes protagonizan una de las escenas de sexo más insípidas y absurdas que recuerde. En definitiva, nada destacable en una producción para olvidar. Ni siquiera la presencia de Tyra Banks meneando el culo al ritmo de la música en el estudio de realización antes de ser asesinada consigue animar la película.


Si hay algo positivo en la película es la forma en que está rodado el “Dangerteinment”. Cada uno de los concursantes va equipado con una microcámara, de esta manera los internautas podrán vivir en primera persona las emociones que éstos experimentan. Curiosamente es el mismo recurso utilizado en la reciente “Rec 2”, dónde el equipo de GEOS se convertía en los ojos y los oídos del espectador (quizá la vampirización de ideas funcione tanto de Este a Oeste como en sentido contrario). Aunque lo que en la película española era una seña de estilo utilizada hasta las últimas consecuencias en “Halloween Resurrection” se le saca un provecho bastante escaso en esporádicas ocasiones.


“Halloween Resurrection” consigue que pensemos que cualquier tiempo pasado fue mejor.