domingo, 14 de diciembre de 2008

ESTÓMAGO

“Estômago”
Director: Marcos Jorge
Guión: Lusa Silvestre, Marcos Jorge
Intérpretes: João Miguel, Fabiula Nacimiento, Carlo Briani, Babu Santana, Zeca Cenovicz, Paulo Miklos, Jean Pierre Noher, Alexander Sil.
(Brasil, Italia, 2007)

Presentada en la sección “Esbilla”, la segunda película del brasileño Marcos Jorge llegaba a Gijón tras haber arrasado en la última edición de la Seminci de Valladolid, donde se alzó nada menos que con cuatro premios: Espiga de oro a la mejor película, Premio al Mejor Nuevo Director, Mejor Actor para João Miguel y el Premio de la Juventud.

Marcos Jorge escribe (con la colaboración de Lusa Silvestre) y dirige esta dulce, picante y amarga comedia negra. Al igual que a los platos que prepara Raimundo, a la película no le faltan condimentos para dejarnos un delicioso sabor en la boca. Tiene el punto de sal justo y se nota el esmero y la profesionalidad puestos detrás de las cámaras.

Raimundo Nonato llega a la ciudad de Sao Paulo sin dinero en los bolsillos. Sus innatas dotes culinarias le harán progresar en la vida. Gracias a ellas conquista (a través del estómago) a una glotona y voluptuosa prostituta, Iria. Su destreza ante los fogones tampoco pasa inadvertida para Don Giovanni, el dueño de un prestigioso ristorante de la zona, quien le contrata para su negocio. Raimundo se libra así del mugriento local en el que preparaba “coxinhas” a destajo a cambio de comida y alojamiento. Su nueva vida se ve súbitamente interrumpida con su ingreso en prisión, dónde, otra vez, la cocina le hará escalar posiciones. Esta vez en el difícil orden social de la cárcel.

¿Cuál fue la causa que llevó a este ingenuo joven a prisión? La película narra en paralelo dos acontecimientos claves en la vida de Raimundo: Su llegada a Sao Paulo y su ingreso en la cárcel. La sorpresa, a los postres.

João Miguel, con su brillante interpretación de Raimundo, condimenta la historia añadiendo a su personaje la especia adecuada en cada momento. A lo largo de la película, se muestra tierno, ingenuo o frío, según el caso. Ganándose desde el principio la simpatía del espectador, independientemente de sus acciones. Es un ser humano y como tal no está hecho de una sola pieza sino que tiene varias capas que se irán descubriendo a medida que avance el metraje. La inocencia con la que Raimundo busca un apodo para impresionar a sus compañeros de celda, “Raimundo Navaja” (aunque éstos se lo tomen a guasa y acaben llamándolo “Romero”, por la costumbre del cocinero de añadir este condimento a casi todos sus platos), contrasta con la imagen que tendremos del protagonista al final del metraje. Esa hilaridad que provoca involuntariamente en las personas que le rodean se irá tornando, poco a poco, en “respeto”.

La película es un canto a la supervivencia y a la alegría de vivir. Raimundo es el ejemplo perfecto de la adaptación y superación del ser humano, (aunque esto implique sucumbir a la tentación y entregarse a las bajas pasiones). Una persona sencilla que proviene del campo, cuyo inocente carácter sufrirá un duro revés al contacto con el corrupto mundo de la ciudad; una babilónica Sau Paulo repleta de buena comida y apetecibles mujeres (¡un paraíso en realidad!). Las circunstancias adversas lejos de hacerle desfallecer le proporcionaran valiosas lecciones para aplicar en el futuro.

Los muros de la prisión no serán impedimento para que Raimundo de rienda suelta a su creatividad en la cocina. Esta habilidad, a través de la cual consigue la aprobación de sus compañeros de celda, le proporcionará la protección de Bujiu, un poderoso miembro de la mafia con gran poder e influencia sobre el resto de presos. Su oportunismo y su preocupante amoralidad le llevarán a mejorar considerablemente su situación.

Raimundo no es ningún santo, es un superviviente. Un canalla obligado por las circunstancias que explotará al máximo sus cualidades para llevarse la mayor parte posible del pastel.

No hay lugar para la bondad ni la generosidad en un mundo egoísta, cada uno debe hacerse cargo de si mismo. Este es el amargo mensaje que se desprende de la experiencia de Raimundo Nonato, quien como indica su apellido (como es tradición en Brasil) nació tras fallecer su madre en el parto. A pesar de lo trágico de la existencia siempre habrá motivos para mantenerse alegre. La buena comida, el buen vino y las mujeres son los de Raimundo (y los de casi cualquiera). La vida, al igual que el queso gorgonzola, que tanto gusta a nuestro protagonista, está podrida y huele mal, pero si nos atrevemos a hincarle el diente y la saboreamos nos daremos cuenta de que puede ser una auténtica delicia.

Pero estén tranquilos, no estamos ante un árido drama que pretende explicarnos el significado de la vida. La película está contada con un sentido del humor envidiable. Su ritmo favorece una rápida y plácida digestión. No son pocos los momentos duros a los que nos enfrentamos a lo largo de la historia (la paliza que propina Bujiu a Raimundo al descubrir que el ingrediente del plato que había preparado está compuesto a base de hormigas fritas; o ese gamberro “doble” final con detallito gore incluído). Sin embargo, al terminar la proyección el espectador sale con una sonrisa en su rostro. Una sonrisa fruto del desarrollo de la historia, de la coherencia y naturalidad con la que se describen los hechos. No como consecuencia de una edulcoración del tono para suavizar los segmentos más “incorrectos” u oscuros del film, recurso fácil utilizado por más de un realizador.

Una delicatessen que satisfará tanto a los consumidores de fast food como a los paladares más exigentes.

Los amantes del buen cine y la buena mesa estamos de enhorabuena. ““Estômago”, se estrenará este viernes, 19 de diciembre, en salas españolas distribuida por Alta Films.
Disfruten del tráiler para ir abriendo boca.


martes, 9 de diciembre de 2008

LET THE RIGHT ONE IN

“Låt den rätte komma in”

Director: Tomas Alfredson
Guión: John Ajvide Lindqvist
Intérpretes: Kåre Hedebrant, Lina Leandersson, Per Ragnar, Henrik Dahl, Karin Bergquist, Peter Carlberg, Ika Nord, Mikael Rahm, Karl-Robert Lindgren Karl Robert, Anders T. Peedu, Pale Olofsson, Cayetano Ruiz, Patrik Rydmark, Johan Sömnes, Mikael Erhardsson.
(Suecia, 2008)

El joven director sueco Tomas Alfredson adapta al cine con maestría la novela homónima de su compatriota John Ajvide Lindqvist, quien se ha encargado además de la elaboración del guión. Un relato inteligente que la gran pantalla ha “dejado entrar” en las vidas de numerosos espectadores.

La película venía a Gijón respaldada por el éxito en todos los festivales en los que se había presentado. Compitió en la Sección oficial del Festival de Sundance, obtuvo el premio al mejor largometraje en el Festival de Tribeca, Mélies de oro en Sitges y premio del público en la Semana de Cine Fantástico y de Terror de Donostia. Parecía difícil, teniendo en cuenta esta unanimidad de criterio, que este romántico relato vampírico pudiera defraudar. La expectación era máxima, no es de extrañar debido al escaso número de obras de corte fantaterrorífico que suele programar el FIC y la sed de nuevas propuestas que tenemos los aficionados al fantástico. En ediciones anteriores la película programada el primer sábado de madrugada (sesión dedicada al cine fantástico eliminada este año) llenaba siempre la sala. Tal es el caso de “Reeker”, “The Host” o “Dai-Nipponjin”. Una calurosa sala repleta de gente se preparaba para recibir un gélido relato procedente de tierras nórdicas.

Año 1982. Blackeberg, Estocolmo. Oskar, un joven e introvertido muchacho de pelo rubio y tez pálida vive prácticamente al margen de la sociedad. Su triste existencia se reparte entre la soledad de su hogar y los maltratos y humillaciones sufridos en el colegio a manos de tres de sus compañeros. En medio de ese depresivo panorama, a la mortecina luz del atardecer en ese inhóspito paraje en el que Oskar “juega” con una navaja (imaginando una hipotética venganza de sus compañeros de pupitre), aparece la esperanza. Eli, un rayo de luz en forma de niña de cabello oscuro. Un ángel, en la vida de Oskar, que no viene precisamente del cielo. La sed de sangre ha llegado. Lo que para la mayoría será una pesadilla para Oskar será un cuento de hadas con princesa incluida.

Un cuento de hadas, eso es la película de Tomas Alfredson. Un cuento de hadas con los roles invertidos. Eli es el valeroso príncipe que se enfrentará a los malvados caballeros (compañeros de clase) que tienen secuestrada a la indefensa princesa, Oskar.


Un cuento hipnótico, cruel y retorcido en un contexto realista. Y es que en ocasiones no hay mayor realidad que el absurdo de la existencia en un mundo plagado de violencia, parece decirnos Alfredson a través de su imperturbable objetivo. Su heroína es una vampiresa maloliente que no pierde la esperanza vital a pesar de los largos años de sufrimiento encerrada en su aniñado cuerpo, que lucha por ser aceptada por un niño tan marginal como ella. "¿Me querrías aunque no fuese una chica?", le pregunta Eli. El amor surge entre dos criaturas heridas que viven una realidad ajena al resto de los mortales.

La obra se encuentra a caballo entre el cine de autor y el cine de género. Esta personal historia toma los mejores elementos de estas dos formas de entender el cine. Es indudable la fuerte personalidad que el realizador imprime al relato. El tempo es pausado, se utilizan sabiamente los silencios y las miradas, la fotografía tiene un tono suave, huye de los fuertes contrastes, la iluminación es natural, en absoluto artificiosa, no encontraremos aquí la tan manida estética gótica ni neo-gótica tan común al género, el guión tiene un desarrollo original y sus personajes huyen del estereotipo.

Pero además de ser audaz la propuesta también es respetuosa con la mejor tradición del cine de vampiros. No faltan los cruentos y sangrientos sacrificios para alimentar a la bestia (perpetrados por el supuesto padre de Eli, cambiando castillos transilvanos por parques y bosques suecos), saciando así su trágica y eterna dependencia de sangre.

Se describe en dos brillantes escenas la vulnerabilidad del vampiro. La primera cuando Eli, vacilante en el umbral, pide permiso para entrar en el domicilio de Oskar (haciendo gala de sus impecables y necesarios modales al igual que sus clásicos antepasados transilvanos), cuya burla tendrá desagradables consecuencias (a destacar los brillantes efectos especiales que plasman la resolución de la escena) La segunda cuando un habitante preso de la ira intenta emular a Van Helsing dando caza a Eli mientras ésta duerme en la bañera y la luz del sol apunto está de acabar con su vida.

La película también posee un acentuado aire grandguiñolesco, incluso gore, en puntuales y gratificantes escenas que harán las delicias del aficionado al gamberro cine de terror setentero (el fiero ataque de los gatos a una mujer vampirizada y su posterior combustión espontánea en la cama de un hospital).

La interpretación que llevan a cabo los jóvenes protagonistas es de una madurez impresionante. Lina Leandersson, construye un personaje tan atractivo como ambiguo, la ternura y el sadismo se reflejan a la perfección en su rostro. El trabajo del maquillaje es inmejorable y sin el no hubiera sido posible dotar de tanto realismo al personaje. Esa mirada de Samuel Beckett en la cara de Audrey Hepburn que describe la novela está magníficamente plasmada mediante unos primeros planos aterradores. Al igual que las escenas en que su rostro envejece de forma repentina.

Kåre Hedebrant está inconmensurable en la piel de ese inocente (en apariencia), introvertido y desequilibrado (hay algo en su mirada que asusta) niño que no duda en entregarse a Eli a pesar de su condición de vampiresa. El horror ya lo conoce y lo ejercen personas de carne y hueso.

Una subyugante y desgarradora historia de amor entre niños, independientemente de su naturaleza, que está por encima de las restricciones morales. Un relato íntimo, tierno, oscuro, clásico e innovador al tiempo. Huyendo de los tópicos y de los lugares comunes pero respetando la tradición del género, el director sueco, construye la película sobre vampiros más interesante y personal de los últimos años.

jueves, 4 de diciembre de 2008

Balance del 46 FIC XIXÓN

Gijón se queda huérfana de cine festivalero hasta el año que viene. Durante estos diez días pasados unos cuantos privilegiados hemos podido disfrutar (la mayoría de las ocasiones) y sufrir (en algún que otro caso) con el visionado de películas de muy distinta naturaleza. Quizá la programación de este año, en lo que respecta a las secciones paralelas, dejaba entrever que el listón estaría más bajo que en ediciones anteriores. Los celebrados ciclos aglutinadores de grandes cinematografías exhibidos los últimos años brillaron por su ausencia. De grandes ciclos como “Dentro y fuera de Hollywood: La transición independiente en el cine americano”; “Vientos del este: Los nuevos cines en los países socialistas europeos 1955-1975”, “Paisajes y figuras: perplejos. El nuevo cine alemán 1962-1982”, se pasó a dos ciclos, aunque no exentos de interés, si de un carácter menor, como fueron “La utopía yanqui” y “Una parte del cielo: directoras europeas en el nuevo milenio”

Tampoco se proyectaron retrospectivas de cineastas punteros del cine independiente (por mucho que nos cuenten lo contrario), como Larry Clark, Todd Sonlondz, Claire Dennis (aunque si hemos podido deleitarnos con el último largo de la directora francesa en la sección oficial) o Shinya Tsukamoto. Homenajeados todos ellos en las últimas ediciones. El testigo lo recogieron realizadores como Lucrecia Martel, cuya filmografía se reduce a tres películas; Joana Hadjithomas y Khalil Joreige; Cameron Jamie, con su antropología de andar por casa (“backyard antropology”) o Peter Tscherkassky, quien transforma, mediante un collage caleidoscópico-epiléptico, celuloide prestado en la sala de montaje. Cómo es el caso de este cortometraje titulado “Outer Space” que parte de fragmentos de la película “El ente” de Sydney J. Furie.





La apuesta del festival por directores “diferentes”, ajenos a la industria, al producto puramente “mainstream” es más que respetable; es necesaria. Gracias a ella el FIC ocupa un lugar privilegiado en el panorama europeo. Soy el primero que aplaude y defiende la firmeza en apoyar a ese cine, el que más dificultades encuentra a la hora de ser exhibido. Pero esto no impide, o por lo menos no debería impedir la convivencia de estos cineastas con otros que no por más conocidos tienen más fácil la producción y distribución de sus películas, como es el caso de los mencionados más arriba. No olvidemos que actualmente autores de indudable calidad como David Lynch, David Cronenberg o Woody Allen tienen problemas para sacar adelante sus proyectos y se ven obligados a salir fuera de sus países en busca de financiación para llevarlos a cabo (que nadie me malinterprete que con esto no intento decir que estos maestros vengan a estrenar por estas tierras, aunque Woddy Allen ya lo haya hecho).

La búsqueda constante de nuevos cines es sin duda elogiable. Sin embargo, en ocasiones, esta búsqueda propicia que se cuelen películas que bajo la calificación de “difíciles”, “arriesgadas” o “valientes” no escondan más que pedantería, pretensión y, sobre todo, hastío. Este año las máximas exponentes del “más aburrido todavía” han sido “Liverpool” y “El cielo, la tierra y la lluvia”, ejercicios pausados y grandilocuentes de vacío cinematográfico. La respuesta del festival ha sido premiar la obra de Lisandro Alonso con el máximo galardón, mejor película. De seguir así las cosas, el festival puede desembocar en un alubión de falso cine de autor, onanista y autocomplaciente, en la próxima edición.

Siendo más optimistas, y dejando a un lado el fallo (en el amplio sentido de la palabra) del jurado, el futuro tampoco tiene porque ser tan desalentador. La sección oficial de esta edición, si bien ha sido irregular (es lógico debido al carácter del festival y a la gran cantidad de largos a competición, 14 en total) ha tenido, en general un nivel superior al de pasadas ediciones.

La infancia, el difícil paso a la adolescencia y su posterior repercusión en la vida adulta ha sido el eje central sobre el que han girado prácticamente todos los trabajos que se han visto en la sección oficial.

La película que inauguró el certamen lo dejaba claro. En “Choke” Angelica Huston da vida a una madre hospitalizada por una grave enfermedad mental que le impide reconocer a su propio hijo. El susodicho es un adicto al sexo que finge ahogarse en locales públicos para que algún buen samaritano lo salve y por caridad le ayude a costear la clínica donde ella se encuentra. Una enfermera que intentará resolver el enigma de su paternidad (las compañeras de su madre creen que es el mismísimo hijo de Dios), un amigo pajillero que encontrará el amor en las caderas de una stripper y un loco final tan sorprendente como desternillante en la adaptación cinematográfica de la novela homónima de Chuck Palahniuk.

La incomunicación familiar es otro de los males más frecuentes en las sociedades occidentales actuales. Buena muestra de ello la da Taylar Barman en su excelente “9mm”. Un retrato cruel y sin concesiones de la hipócrita sociedad del bienestar en la que nos movemos. La cámara observa. Un domicilio cualquiera de una ciudad cualquiera. Un disparo rompe la quietud. A modo de flash-back y desde el punto de vista de los tres personajes protagonistas (a saber: padre en paro, madre trabajadora, hijo adolescente) Barman reconstruye con incómoda verosimilitud los acontecimientos que desencadenaron la catástrofe a través de un estilo más cercano al documental (que manido suena esto, pero es así). Un thriller en la ficción, un drama de lo cotidiano. Auténtico sin caer en el efectismo. Chapó.

“A complete History of My Sexual Failures” Chris Waitt (eterno adolescente dentro y fuera de la pantalla) nos tomó el pelo a todos, o al menos lo intentó. Aunque es de agradecer que al menos lo hiciera divirtiendo con su “falso documental” (el tipo en rueda de prensa seguía insistiendo en que todo era real) sobre sus fallidas relaciones sentimentales a través de entrevistas con sus ex-novias. En realidad una comedia romántica para adolescentes más deudora de Youtube que de las películas de Meg Ryan (afortunadamente). Plagada de tópicos sobre la inmadurez del hombre heterosexual en occidente y con un sentido del humor más que básico y/o primario, con la broma sexual como principal baluarte, cuanto más burra mejor (el episodio sadomasoquista en el que el protagonista/director sufre las fustigaciones de una dominatriz sobre su aparato reproductor o la ingesta indiscriminada de viagra para la posterior erección y escapada en busca de hembra en celo con la que copular) El look del cineasta, con ese pelo cuidadosamente despeinado, está tan estudiado como las actuaciones, supuestamente espontáneas, de las entrevistadas.

Definitivamente los tiempos han cambiado y los niños no son ajenos a los cambios. En “Afterschool”, impactante trabajo del neoyorquino Antonio Campos (sorprende ver a actores tan jóvenes actuar de manera tan realista), asistimos a la vida cotidiana de unos niños bien en un internado elitista de Nueva Inglaterra. Pornografía en la red, tráfico de drogas, bulling. Todo sucede con total normalidad entre clase y clase hasta que Robert, un chico adicto al audiovisual que se pasa las horas muertas frente al ordenador graba de forma accidental la muerte por sobredosis de dos gemelas de comportamiento ejemplar a ojos de la dirección de la escuela. A través del documental que su profesor le encarga descubriremos junto a Robert la suciedad que se esconde tras la inmaculada fachada del internado. Aunque al final (grandísimo acierto la emisión de los dos videos íntegros) la cinta quede tan manipulada como el discurso de los profesores y la dirección.

Otra realidad bien distinta de los niños de familias adineradas es la que nos muestra la directora argentina Celina Murga en “Una semana solos”. Prácticamente sin la presencia de ningún adulto, un grupo de niños de entre 7 y 14 años formado por familiares y amigos, se divierten jugando a la videoconsola, bañándose en la piscina o asistiendo a un concierto. Todo está al alcance de sus manos y nadan en la abundancia más absoluta. Pero el verano da para mucho cuando eres pequeño y el tedio resultante de no hacer nada tiene como resultado la irrupción nocturna en una mansión vecina que acabará destrozada por estos pequeños angelitos. Como sus papis tienen dinero la fechoría quedará en nada y otros pagarán los platos rotos con sus visas. La película es igual de intranscendente como la vida de sus personajes protagonistas.

Muy diferente es la realidad al Sur de ese mismo país, en “El Bolsón”, una región de la Patagonia Argentina, donde Pablo Agüero, en “Salamandra”, sitúa a sus erráticos protagonistas, Inti (quien abandona esa bañera-burbuja que le cobijaba al inicio del film) y su madre Alba (bellísima e inspiradísima Dolores Fonzi). Un viaje iniciático hacia ninguna parte en el que el espectador sufre a la vez que los torturados protagonistas: Frío, hambre, desorientación (según palabras del director los actores experimentan en el rodaje las mismas sensaciones que sus personajes. ¡Espero que a este hombre nunca le de por el gore!) Una historia con mucho que contar y en la que el joven director opta por mostrar lo justo, como ocurre con la realidad: somos nosotros los que hemos de interpretarla y darle sentido en la mayoría de las ocasiones. Una película fría, descarnada, violenta, áspera; en definitiva: viva.

Dolores Fonzi en "Salamandra". La nueva musa de "Fagiafilia".

“Stella”, el último largometraje de Sylvie Verheyde demuestra que incluso en París puede resultar difícil crecer, como le ocurre a la pizpireta protagonista de su historia. A través de un tono amable, incluso nostálgico, la directora francesa recrea el paso a la adolescencia de una niña en un ambiente nada adecuado. Su habitación se encuentra en el piso de arriba del bar que sus padres regentan. Su padre: ligón, jugador y alcohólico; su madre: le engaña con su mejor amigo. Los mejores amigos de Stella son los clientes del bar: ex-presidiarios y borrachos. Su vida nocturna deambulando por el bar sin pegar ojo le impide concentrarse en los estudios. Hasta que conoce a una amiga en el colegio y a su primer amor. Balzac y Duras harán el resto. Película encantadora, a pesar de lo duro de muchas de las situaciones, desde los títulos de crédito. Imposible no recordar a Antoine Duanel en “Los cuatrocientos golpes” con una sonrisa. El mejor cine sigue viniendo de Francia.

Lo mismo pensé al ver la última película de esa gran directora que es Claire Denis. “35 shots of rum” es un ejercicio de estilo y de elegancia de principio a fin. Nadie como ella sabe captar el espacio urbano y convertirlo en uno más de los personajes. Ese París tan alejado del tópico de postal, el París que los turistas nunca van a ver, del que los personajes quieren huir. El de las vías del tren y la estación de Gare du Nord, el de los trabajadores, el de los olvidados, pero dónde aún hay lugar para el amor y para la esperanza. Nadie salvo Claire Denis puede tampoco contar una historia tan íntima sin caer en el sentimentalismo. La historia de Lionel, conductor de tren, (inigualable Alex Descas) y su hija Josephine, quienes mantienen una relación ejemplar, y de sus vecinos: Noé, un joven inquieto que mantiene una relación con Josephine; Gabrielle, eternamente enamorada de Lionel. Gente sencilla, comprensiva y generosa. Así es la gente que puebla la película de Claire Denis. Los vecinos que nunca tendremos.


“Waltz with Bashir” de Ari Folman es una película vistosa, en cuanto a su bonita y dinámica técnica de animación, e interesante, en cuanto a las conclusiones que saca de la masacre acaecía en 1982 en los campos de refugiados palestinos de Sabra y Chatila. Su director (que formaba parte del ejército israelí en dicha masacre) recaba información entre sus ex-compañeros para intentar reconstruir lo que su memoria ha borrado por completo. Momentos de gran intensidad, como el comienzo con la recreación de la pesadilla recurrente de su amigo, en la que una manada compuesta por 26 perros salvajes le persiguen. Otros de surreal belleza, como el vals entre balas dando muerte a los francotiradores palestinos. Y un duro final, con las imágenes reales del resultado de la masacre. Una buena forma de acercar al público más joven al documental más adulto. Una de las películas más entretenidas e interesantes de la sección oficial.

De Nueva Zelanda llegó “A song of Good” de Gregory King. Gary, un adolescente taciturno con pocos intereses y mucho tiempo libre se dedica a fumar marihuana con sus amigos. Su padre, un déspota barrigudo y sudoroso, lo ningunea en calzoncillos desde el sillón. Su hermana tiene un hijo a su cargo del que su ex-pareja (y camello de Gary) no quiere hacerse responsable, a pesar de que le sobre el dinero. Las propiedades de su hermana son embargadas y Gary reacciona. Se pone un pasamontañas y atraca la casa de al lado (sólo se lleva un diminuto televisor) violando a la aterrorizada vecina. Tras la fechoría Gary ve la luz y comienza el arrepentimiento, deja las drogas, trabaja en un burguer y le compra un perro a papá sucio gordo. Pero el ser humano es débil y para ayudar económicamente a su hermana y su sobrino no estaría mal un último golpe. ¿Un idiota integral o un nuevo Mesías? Una película tan inclasificable como su personaje protagonista y su impulsiva forma de actuar. Una vez finalizada se hace muy complicado juzgar la actitud del protagonista, sólo por eso la película merece la pena.

“Tulpán”, de Sergey Dvortsevoy fue una de las perlas que nos dejó la edición de este año. Una historia tan dura como entrañable. Asa, tras finalizar su servicio militar en la armada, vuelve a su tierra natal, la estepa de Kazajistán. Cobijado junto a su hermana y sus hijos en la yurta de su cuñado, Asa, deberá encontrar esposa para que éste le confíe un rebaño y poder ganarse así el pan como pastor. La cosa no va a ser tarea fácil, la única chica disponible en el vasto territorio no está por la labor de casarse, prefiere estudiar y hacer vida en la ciudad, al igual que el mejor amigo de Asa, Boni. El joven, enamorado, asqueado por el duro trabajo de pastor, ninguneado por su cuñado, no acaba de encontrar su lugar, pero no parará hasta encontrarlo y nada podrá quitarle la ilusión ni la sonrisa de su rostro. Una película tierna, bella, cuyos personajes desprenden una humildad y una humanidad pasmosas. Las escenas que se ven en la película son todas reales, no hay ningún efecto especial (según declaraciones del propio director). Entre otras cosas asistimos al nacimiento de varios corderos (alguno de ellos muerto, hecho de gran relevancia en el desarrollo de la historia), asistidos por los actores protagonistas (desconozco si detrás de las cámaras había algún veterinario o si los propios actores tenían algún conocimiento), o a fuertes tormentas.

“Ballast” de Lance Hammer, es una película pausada, contemplativa, como el ritmo de vida de los personajes que la transitan, como el discurrir del tiempo en ese recóndito pueblo del Delta del Misissipi. Pero posee una gran entidad fílmica. Posee carga dramática y una profundidad sustentada en la gran interpretación de sus actores. Un hombre que se suicida, deja mujer, hijo, hermano y tienda. La vida no era sencilla antes y ahora lo va a ser menos, pero unidos todo será más llevadero.

Sobre “Liverpool” ya escribí (quizá demasiado) en el artículo anterior, no haré más publicidad sobre esa película (el FIC ya se ha encargado dándole el premio al mejor largometraje), “El cielo, la tierra y la lluvia” de José Luis Torres Leiva bien podría ser una secuela, precuela, o vaya usted a saber qué de la película de Lisandro Alonso. Un insulto al cine y a la inteligencia del espectador. Sería un ejercicio de sadomasoquismo por mi parte recordar la obra en cuestión para escribir sobre ella, afortunadamente mi memoria se ha aliado conmigo y me ha hecho olvidarla de manera increíblemente rápida, sólo recuerdo planos fijos y conversaciones intrascendentes…¿Es posible que no hubiera más?, también recuerdo un boxeador en un viejo gimnasio…¡Bueno basta, me niego a hacer memoria!

El resto de la sección oficial no he podido verla así que hasta aquí llega el artículo. La próxima entrega la dedicaré a las películas que he podido ver en secciones paralelas.

Aquí les dejo el enlace al Palmarés de esta edición.


martes, 25 de noviembre de 2008

LIVERPOOL

“Liverpool”
Director: Lisandro Alonso
Guión: Lisandro Alonso, Salvador Roselli
Intérpretes: Juan Fernández, Giselle Irrazabal, Nieves Cabrera.
(Argentina, Francia, Holanda, Alemania, España), 2008

Lisandro Alonso vuelve nuevamente al Festival Internacional de Cine de Gijón tras la retrospectiva completa de su obra, compuesta por aquel entonces por “La libertad”, “Los muertos” y “Fantasma” que se proyectó en 2005.

La presentación que llevaron a cabo en el Teatro Jovellanos su director y su productor no auguraba nada bueno. Lisandro Alonso (director), de look desaliñado (una especie de Fernado León de Aranoa con acento che) comentó lo agradecido que estaba a este festival en el que se sentía como en casa. El productor (en realidad uno de los cinco entre los que se encuentra también el propio Lisandro) lucía un traje a cuadros tan llamativo y desafortunado como las declaraciones que tuvo la caradura de soltar ante el respetable (que no pareció serlo para él)

Todo comenzó con una preocupante y pretenciosa frase: “Hacemos películas anómalas”, continuó con la cínica y falsa de “no hacemos cine por dinero, para eso están otros”, incluso afirmó “seguimos buscando mejorar la gramática cinematográfica” y prosiguió con la perorata con ese aire de seguridad que da el saberse un artista que está por encima del resto, que se encuentra en posesión de la verdad y por tanto está en el derecho y la obligación de enseñar a los demás lo que es el buen cine (vamos, de lo más humilde) A continuación, tras retirarse del escenario los perpetradores del atentado cinematográfico que íbamos a presenciar y correrse las cortinas del teatro, allí estaba ante nosotros, mirándonos con bufa y desdén: El horror.

Cámara fija, dos jóvenes sentados en un sillón jugando a la play-station, otro joven, en pie y al fondo de la estancia pésimamente iluminada (les juro que me dolían los ojos para poder discernir algo en aquella horrible y esperpéntica fotografía), el joven que se encuentra levantado abandona la habitación y se dirige a otra estancia, tras esto la palabra “Liverpool” en rojo se superpone a un fondo negro dando un adelanto del sopor que se cerniría sobre las butacas durante el resto de la proyección. Hora y media de planos fijos (unos pocos, teniendo en cuenta que de media deben salir a cinco minutos cada uno) en la que un marino, una vez llega a tierra, bebe vozka, va de putas, bebe vozka, come a tiempo real y en riguroso plano fijo (no vayamos a romper la exquisita planificación) viaja hasta la Patagonia (atravesando bellos y sobrecogedores paisajes, todo hay que decirlo) a visitar a su madre, la cual se encuentra enferma, que vive acompañada de su marido y una niña que presenta síntomas de retraso mental (mientras sigue bebiendo vozka, creo que era el elemento que mostraba la depresión y desesperanza del personaje ¡que sutil, que profundidad!), para después marcharse (en plano general y fijo) mientras el tostón continúa unos veinte minutos más con el abuelo y la nieta haciendo de tramperos cazando zorros hasta que la niña saca del bolsillo un llavero que pone Liverpool (en un impresentable plano que corta la cabeza a la niña).

¿Pero qué cojones es esto? Me preguntaba acertadamente mi compañero de butaca hacia la mitad de la sesión, un leve gesto alzando las manos por debajo de la cabeza fue todo lo que pude responder. Mi incredulidad iba en aumento al ver que nadie se levantaba de su butaca (cuando los hay que se levantan en películas más que notables), nuestro gesto de asombro fue mayúsculo al ver que incluso hubo gente (no poca) que aplaudía. Pero, a la salida del teatro, cuando no vimos ambulancias ni camisas de fuerzas para llevar a un lugar apropiado a aquellos que habían tenido la demencia de aplaudir no nos lo podíamos creer.

¿Habíamos sido objeto de una burla, de un insulto?, ¿realmente esta gente piensa que está haciendo cine?, ¿se creen su discurso?, ¿cómo se atreven a meterse con otras cinematografías diciendo que eso no es cine? ¿Cómo pueden decir que no hacen cine por dinero, viven de caridad? Porque que yo sepa el cine es un negocio, nació como un espectáculo popular, sigue siéndolo y yo pagué para ver la película de estos señores lo mismo que pagué por el resto. No estamos hablando de cine amateur, esta gente exhibe sus películas por festivales, reciben apoyos para realizar sus películas (venga el dinero de donde venga) y estarían encantados de vender sus derechos a la T.V como todo el mundo ¿a quién pretenden engañar?, si en realidad hicieran cine por amor al medio harían películas sólo para ellos (que gran favor nos harían) y no las exhibirían por todo el mundo, a parte de aumentar su ya de por si densa egolatría esta gente busca la pasta, como todo el mundo.

¿Sabe esta gente quien fue D.W. Griffith o Sergei Esisenstein?, ¿saben que existe un lenguaje cinematográfico? Poner una cámara en un trípode enfocando un paisaje mientras un hombre deambula por él no es cine, es una toma, un plano. Un niño con un teléfono móvil realiza en cinco minutos creaciones audiovisuales con más fuerza y más sentido que la película de Lisandro Alonso, y sobretodo y más importante, más entretenidas. Ese es el principal cometido del cine, entretener, y se puede conseguir sin renunciar por ello a la calidad cinematográfica (inexistente a todas luces en el trabajo de esta gente), sino que se lo pregunten a Alfred Hitchcock.

¿Cómo puede haber críticos cinematográficos, como Carlos Losilla que escriben sobre “Liverpool” alabanzas como la siguiente: “…su estilo ha alcanzado una madurez que, sin abandonar la frescura de los hallazgos anteriores, exhibe una respiración muy cercana a la plenitud.”? Dejemos de apoyar a este tipo de realizadores que no aman el cine sino a si mismos y que dicen no querer vender su cine. Evidentemente, lo de ellos es vender humo.

Finalizo este enfado monumental en forma de post y escrito totalmente en caliente, (honestidad ante todo), dejándoles con unas palabras del maestro Lisandro Alonso, disfruten con sus visionarias revelaciones.


jueves, 20 de noviembre de 2008

46 FIC XIXÓN


O lo que es lo mismo, la edición número 46 del "Festival Internacional de Cine de Gijón" que se inauguró ayer, 20 de noviembre y se prolongará hasta el sábado 29.

Casi medio siglo de vida para un Festival que ha ido al compás de su tiempo. Lejos queda ya aquel año 1963, en el que este pequeño gran festival veía la luz bajo el nombre de “Certamen Internacional de Cine y TV Infantil”.

A pesar de que en la actualidad el festival esté dedicado al cine independiente y/o “invisible” (ese cine, en muchos casos de categoría innegable, que se exhibe en los principales festivales de cine independiente del planeta y que se comenta en las páginas de las revistas más especializadas pero que en raras, muy raras ocasiones consigue abrirse hueco en las cada vez más generalistas y uniformes carteleras españolas) el cine dedicado a los más jóvenes sigue estando presente, como el primer día, con la cuidada selección de películas que cada año se exhiben dentro de la sección “Enfant Terribles”.

Desde que José Luis Cienfuegos cogiera la batuta del festival en 1995 la heterodoxia y la diversidad cultural han enriquecido año tras año las pantallas del Teatro Jovellanos durante los nueve días que dura el Festival. Cinematografías tan reconocidas y admiradas como la norteamericana o la francesa han compartido cartel con otras más desconocidas o incluso ignoradas, pero no por ello de menor importancia como la iraní, belga o eslovena. Este año, como ocurriera anteriormente en el pasado Festival de Cannes, la cinematografía con más efectivos en el festival es la argentina (aunque la mayoría de películas se engloben en realidad dentro del llamado cine transnacional, pues su producción sería imposible sin el esfuerzo económico e intelectual de varios países), además de los cuatro títulos (de un total de veintidós) incluidos en la sección oficial: “Liverpool” de Lisandro Alonso, “Una semana solos” de Celia Murga, “Salamandra” de Pablo Agüero y “La mujer rubia” de Lucrecia Martel, se realizará una retrospectiva de la obra de esta gran realizadora.

Se mantiene como cada año las sección de “Llendes”, dónde podremos contemplar propuestas tan dispares como “Vermilion Souls”, ópera prima del japonés Masaka Iwana, el maestro de la danza Butho “…una disciplina que exige total estaticidad a los bailarines y que imita el modo de moverse de los supervivientes de Hiroshima y Nagasaki” o “Z32” el documental de guerra del especialista en la materia Avi Mograbi. “Esbilla” es otra de las secciones fijas que cada año nos sorprende con sus interesantes y variopintas propuestas, “Bendito Canalla, la verdadera historia de Genarín” de Asunción Blanco rememora las andanzas de este peculiar vecino de León, fallecido ya hace setenta y siete años pero cuyo recuerdo sigue vigente, también estará presente en el ciclo el célebre director canadiense Atom Egoyan con la presentación de su último trabajo “Adoration”.

La obra de los libaneses Johanna Hadjithomas y Khalil Joreige y del austriaco Peter Tscherkassky será objeto de sendas retrospectivas. Los ciclos que en pasadas ediciones se dedicaban a los nuevos cines de cinematografías como la española, la italiana o la francesa, tendrá como protagonistas en esta ocasión a directoras europeas actuales, bajo el título de “Una parte del cielo: directoras europeas en el nuevo milenio” se englobaran quince largos que pretenden aglutinar una mirada común.

El plato fuerte para el que escribe estas líneas lo supone el ciclo “La utopía yanqui”, que la estupenda revista “Cahiers du cinema (España)” ha tenido el acierto de desmenuzar en un cuaderno especial que acompaña su número de noviembre.

Introducción, reflexiones, comentario de todas y cada una de las películas que se proyectarán en el ciclo, filmografías de los directores y entrevistas a algunos de ellos. Un estudio exhaustivo y muy recomendable. Algunas de las películas que nos ofrece el ciclo: “La trinchera luminosa del presidente Gonzalo”, “Interkosmos”, “The Juche Idea” todas ellas de Jim Finn, “Who´s Bozo Texino” de Bill Daniel o “Red Hollywood”.

En el ya mencionado ciclo de “Enfant Terribles” se podrán ver desde artes marciales, en la nipona “Kung fu kid” de Issei Oda, pasando por la animación de “Mia et le Migou” del galo Jacques Rémy-Gired hasta cine adolescente, como el propuesto por Mani Maserrat Agah en “Ciao Bella”. El nuevo y flamante teatro de “La Laboral” ha sido el escogido para proyectar la totalidad del ciclo. Nueva sede que uniendo fuerzas a los Cines Centro, El Antiguo Instituto Jovellanos, el Centro Integrado Pumarín-Gijón Sur, y el Teatro Jovellanos acogeran la totalidad de la programación.

La alocada comedia “Choke” del norteamericano Clark Gregg daba, la pasada noche del jueves en el Teatro Jovellanos, el pistoletazo de salida tras la gala de inauguración (presentada por una nerviosa, balbuceante, y, en absoluto inspirada, Estibaliz Gabilondo), a un maratón de doscientas películas que inundarán la pequeña villa asturiana de celuloide durante nueve intensos días. Las noches estarán ocupadas por la mejor música, “Doctor Explosion”, “Russian Red”, o los gijoneses “MyStereo” pondrán la banda sonora a la cinefilia que estos días se apodera de la ciudad.

martes, 18 de noviembre de 2008

SÓLO QUIERO CAMINAR

“Sólo quiero caminar”
Director: Agustín Díaz Yanes
Guión: Agustín Díaz Yanes
Intérpretes: Diego Luna, Ariadna Gil, Victoria Abril, Elena Anaya, Pilar López de Ayala, José María Yazpik, Patricia Reyes Spindola, Carlos Bardem.
(España, 2008)

Cuatro “hermanitas de sangre” Aurora, Ana, Paloma y Gloria, son sorprendidas cuando intentan robar a unos mafiosos rusos, siendo una de ellas, Aurora, capturada y condenada a ocho años de cárcel. Las felaciones que las otras tres practican a dos poderosos hombres cambiarán sus vidas. Ana enamorará así a un mafioso mexicano que le pide matrimonio, mientras que Paloma y Gloria consiguen sacar a Aurora de la cárcel haciendo lo propio con el juez que la condenó. Tras conseguir Aurora la libertad en España las tres parten para México para atracar al marido de Ana, a la cual éste ha dejado en coma como consecuencia de sus constantes maltratos. La venganza femenina será cruel y contará con un inesperado aliado, Gabriel, amigo de la infancia del marido de Ana, cuya madre fue asesinada por su propio marido.

Agustín Díaz Yanes vuelve a la dirección tras la decepcionante Alatriste con una propuesta que, si bien comparte errores en cuanto a falta de ritmo en el montaje con su anterior obra, sorprende gratamente por su falta de prejuicios y la apuesta por una película de acción realizada desde las entrañas.

Tano, apodo por el que se conoce al director madrileño, recupera al personaje de Gloria Duque (interpretado por Victoria Abril) de su ópera prima “Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto”, siendo lo único que recupera de aquella. Nada tiene que ver aquel thriller dramático y autoral con esta muestra de cine de género(s) o sub-género(s) (cine sobre mafias, vengeance movies), cómica y salvaje a partes iguales.

Estamos ante una película única en cuanto a su naturaleza. A pesar de tratarse de una película de género con todos los clichés, formalismos y estereotipos propios de su categoría, (violencia y sexo gratuitos, desigualdad económica como generador del conflicto), de intentar seguir (sobre todo en cuanto a planificación) los patrones de cierto cine de acción made in U.S.A desde Martin Scorsese a Quentin Tarantino (deudores a su vez del cine de acción made in Hong-Kong de finales de los ochenta y principios de los noventa), de tener un guión alocado, inverosímil y absurdo, (propio de una producción de serie b o z), cuenta con un reparto de lujo sobre el que recae el peso de la acción. Es decir, nos encontramos con una película de género acelerada, violenta y alocada que a la vez es una película de actores (muy bien interpretada). Cuando además de todo esto hablamos de cine español (subvencionado), el caso de “Sólo quiero caminar” más que único se antoja irrepetible.



El reparto coral no podría estar en mejores manos, sobresalen del conjunto Ariadna Gil y Diego Luna. La primera en un papel tan extraño como inolvidable. Una suerte de super-heroína vengadora (me niego a decir Mamba Negra porque Tarantino no se inventó este tipo de personajes) experta en la construcción de las armas más inverosímiles (atención a la bicicleta ametralladora, toda una delicia para los amantes del cine de acción sin prejuicios o los nostálgicos de McGiver o el equipo A) y adicta a los prostitutos a domicilio; una heroína de manga con vestido y sangre flamencos que Ariadna sabe interpretar magistralmente en todas y cada una de sus facetas. Diego Luna se calza el traje (¡y que bien le queda al condenao!) del elegante matón mexicano Baby face, conocido también como el arcángel (no en vano se llama Gabriel), quien tiene tan buena mano con las mujeres como con las armas de fuego. Con este personaje Díaz Yanes hace un guiño (plagio/homenaje, como gusten) al interpretado por Alain Delon en “Le samourai” de Jean-Pierre Melville (véase la escena en la que Gabriel sale de un cine que anuncia en su rótulo dicho título), salvando las evidentes distancias con la indiscutible obra maestra del cineasta francés, el joven actor mexicano construye un personaje más que digno, siendo quizá el más verosímil de la historia. La fuerte atracción sexual que se produce entre ambos personajes afecta en gran medida al desarrollo de la historia y la química existente entre actor y actriz es inmejorable, la falta de diálogos no impide la comprensión de una historia de amor tan pasional como trágica, como los mejores tangos.

Entre el resto de intérpretes destacar la grata e histriónica presencia de José María Yazpik quien con trajes horteras, ademanes macarras y lenguaje malsonante construye a la perfección su personaje. Capo de la mafia mexicana, marido maltratador y amigo del alma de Gabriel, su mano derecha. Un hombre tan duro e inflexible a la hora de negociar, como aventurero en asuntos del corazón, ¿o cómo llamarían a alguien que pide matrimonio a una prostituta después de que ésta le haya practicado una felación? (aunque tratándose de Elena Anaya…) Su obsesión por la historia de Pretty Woman no le saldrá tan rentable como sus anteriores business.


Quizá falte profundidad (mucha), escenas, o ambas cosas, al resto de personajes para que el espectador llegue a comprender sus acciones. Especialmente al de Paloma, interpretada por Pilar López de Ayala, una empleada de juzgado que a pesar de su puesto de trabajo roba y se prostituye como el resto de sus compañeras (absolutamente incomprensible la escena en la que aparece vestida de monja hablando con la virgen en una iglesia). Gloria Duque sobrevive como puede a las órdenes de Gabriel y confía la educación de su hijo a las cafeterías de la ciudad mientras realiza su trabajo. El niño escribe bien y tiene imaginación pero prefiere el toreo, como su padre. La presencia de Elena Anaya en el papel de Ana es breve (al menos en su estado consciente) pero Elena está bonita incluso en estado de coma, ya no digamos vestida de novia.

La falta de diálogo o de matización del carácter de algunos de los personajes no resta fuerza a la historia que nos atrapa a través de las acciones. La fuerza visual y el vigor y la maestría con la que están filmadas la mayoría de sus escenas salvan el conjunto a pesar de lo forzado de su argumento.

Lo que para muchos (no digo que les falte razón) pueda suponer una tremenda incongruencia en la realización del guión, debido a sus constantes cambios de tono, a mí me parece un sorprendente soplo de aire fresco (no digo que intencionado). La primera parte de la historia pasa de la sordidez y la incomodidad (la escena en la que un mafioso ruso orina sobre Aurora tras detenerla, o las felaciones que practican Ana y Paloma a los mafiosos) a la comedia más delirante (la escena de la boda con la canción de “Pretty Woman” o las constantes alusiones burlescas de Gabriel al matrimonio de su amigo con una prostituta: “Con putas no, güey”). A medida que avanza el metraje la historia va adquiriendo tintes dramáticos (escenas de gran altura cinematográfica como la conversación entre el jefe coreano y Gabriel) con la calculada y cruel venganza de las féminas heridas que terminará, como mandan los cánones, con la aniquilación de todos los barones (castración de por medio incluida).

Cine de acción, venganza, asesinato, mafias rusas, mexicanas y españolas, sexo, amor, odio, tragedia, comedia, todo tipo de armas de fuego, mujeres bellas y flamenco. Caspa cañí en formato de lujo en V.O sin necesidad de subtitulos y algunos minutos del “Grupo Salvaje” de Peckinpah en V.O. con subtítulos. No se puede pedir más.

viernes, 31 de octubre de 2008

THIS IS HALLOWEEN

¡Féliz Halloween, chaatos!
31 de octubre, víspera de todos los santos (“All Hallows’Eve”). Halloween. La noche más especial del año para los amantes del terror. Una de las fechas más populares en el mundo occidental. Una fecha tan señalada merecía que vuestro perezoso y humilde anfitrión se levantara cual Drácula de su particular tumba creativa, ejercitando su oxidada mente y estirando sus fríos y contraídos dedos para escupir un puñado de palabras sobre el teclado dedicadas al evento.

Festividad aparentemente reciente, teniendo en cuenta el tipo de celebración actual (el primer gran desfile de Halloween, tal como lo conocemos, se realizó en 1921 en Minnesotta). Sus orígenes se remontan hasta hace más de 2500 años, cuando el pueblo celta celebraba cada 31 de octubre el último día del verano (sólo distinguían dos estaciones: verano e invierno), día en el que retiraban al ganado del campo para encerrarlo en los establos. Ante el supersticioso temor de que los muertos salieran de sus tumbas y se apoderaran del mundo de los vivos decoraban el exterior de sus casas con oscuros motivos para que los difuntos dieran media vuelta. La festividad se ha ido transformando a lo largo de los siglos con la influencia que otras culturas han tenido en ella, desde los romanos hasta los irlandeses del siglo XIX, quienes se la llevarían consigo a EE.UU tal y como la conocemos actualmente.

El cine norteamericano de bajo presupuesto ha sido el máximo responsable de la popularidad que goza Halloween. Películas como la fundacional (de un género, de una saga, de un estilo) “La noche de Halloween” (John Carpenter, 1978) mostraban como los niños norteamericanos se disfrazaban para ir de puerta en puerta en sus acomodados barrios pidiendo “truco o trato” y recibiendo golosinas de sus amables vecinos. Claro está que el tierno Michael Myers guardaba otros siniestros intereses bajo su traje de payaso, convirtiéndose, ya adulto, en símbolo del Halloween moderno con su vestimenta oscura, su máscara blanca y su inseparable cuchillo.


¿Truco o trato?

La obra maestra de Carpenter destaca, debido a su gran repercusión, como la mayor difusora de la festividad al resto del mundo. Sin embargo, han sido innumerables las obras que se han ocupado de retratar la noche de Halloween antes y después del mencionado slasher.

En 1905 se estrenó en el cine el primer documento filmado sobre la festividad, de inequívoco título “Halloween”. En 1931, superada la época silente, se filmaría el primer trabajo sonoro en forma de cortometraje, bajo el mismo título que su antecesor mudo, dentro de la serie “Sporting Youth”.

El icono de la fiesta, la calabaza, que los americanos tomaron como símbolo en sustitución del nabo iluminado que portaba Jack O’lantern (según cuenta la leyenda, Jack el tacaño, tras sus malas obras en vida y engañar al mismísimo Satán fue rechazado tras su muerte tanto en el cielo como en el infierno, siendo obligado a pasearse de tal guisa), tiene también su protagonismo cinematográfico, como cabeza de un macabro jinete (partiendo del relato de Washington Irving). Tres veces ha cabalgado el siniestro caballero por la pantalla, en “The Headless Horseman” (Edgard D. Venturini, 1922), “The legend of Sleepy Hollow” (Clyde Geromini y Jack Kinney, 1958), producción animada de la factoría Disney y “Sleepy Hollow” (Tim Burton, 1999).

El mismo Burton, consumado gótico, se encargaría de crear (en funciones de guionista) al inolvidable personaje de Jack Skellington, señor de Halloween en “Pesadilla antes de navidad” (Henry Selick, 1993), quien tras descubrir la festividad del 25 de diciembre intentaría darle su toque macabro. Santa Claus se llevaría la peor parte siendo secuestrado.

En el 2003 llegaba a las pantallas de todo el mundo un justo homenaje a Halloween y al cine de terror. Un cuento de terror tradicional y postmoderno, siniestro y colorido, cruento e hilarante. “La casa de los 1.000 cadáveres” fue una vuelta de tuerca a la noche de Halloween, de la broma pesada se pasó a la pesadilla y de ahí, al infierno en la tierra, o más bien, bajo tierra. Una nueva troupe de freaks dementes y sanguinarios tomaron de golpe las riendas del mejor cine de terror made in U.S.A, como discípulos aventajados de sus antecesores de los 70 y 80 (Myers, Jason, Kueguer). Lejos de ser asesinos mecánicos anti-sociales, ahogados rencorosos con sed de venganza, o pederastas “quemados”, recuerdan más a la familia tejana creada por Tobe Hooper en su espléndida “The Texas Chainshaw masacre”, (La matanza de Texas, vaya) pero con una mente mucho más brillante y un amplio conocimiento de la cultura popular norteamericana (John Wayne, los Hermanos Marx, y, por supuesto, todo el santoral patrio de psicópatas, desde Ed Gein hasta Charles Manson). Las andanzas de Baby, Otis, Dr. Satán, Capitán Spaulding, Rufus, Tiny y mamá Fireflly tendrían su continuidad en esa epopeya a caballo entre el western crepuscular y el cine de terror que llevó por título “Los renegados del diablo”.

Rob y su esposa Sheryl Moon. El cineasta parece decirnos: ¿A qué está buena la gachí?

La culpa de este revival del traje de monstruo de Halloween en las pantallas la tuvo fundamentalmente la cultivada mente y la mirada viciada que su director, Rob Zombie, supo imprimir en ambas entregas. El músico y cineasta de Massachussets ya había demostrando durante toda su carrera musical su admiración por el cine de terror, siendo ahora uno de los integrantes de la nueva generación de maestros del género junto a Alexandre Aja, Neil Marshall, Zack Snyder o Eli Roth. Un auténtico freak (en el mejor sentido del término) dentro de la industria de cine norteamericano. Es lógico que fuera el encargado de realizar el re-make de “La noche de Halloween” en 2007, rescatando del olvido a otro fuera de serie del séptimo arte como es Malcolm McDowell (no me digan que el disfraz del drugo Álex no luciría en una noche como la que nos aguarda) para el papel del Dr. Loomis.

martes, 9 de septiembre de 2008

HERCULES EN LA CONQUISTA DE LA ATLÁNTIDA

"Ercole alla conquista di Atlantide"
Director: Vittorio Cottafavi
Guión: Vittorio Cottafavi, Sandro Continenza
Intérpretes: Reg Park, Fay Spain, Ettore Manni, Luciano Marin, Laura Efrikian, Enrico Maria Salerno, Ivo Garrani, Gian Maria Volonté, Mimmo Palmara, Mario Petri, Mino Doro, Salvatore Furnani, Alessandro Sperli, Luciana Angiolillo.
(Italia-Francia, 1961)
Continuando con las reseñas de las películas proyectadas en el ciclo "Peor... Imposible! X", hoy le toca el turno a este peplum con elementos fantásticos dirigido por Vittorio Cottafavi. Uno de los nombres propios más destacados que tuviera el popular género italiano, responsable de títulos como "Las legiones de Cleopatra", "Toro bravo" o "La revuelta de los gladiadores". La segunda propuesta de buen cine de género programada por el festival tras la proyección, la noche anterior (Jueves 28 de Agosto), del clásico de Ciencia-ficción, "El último hombre sobre la tierra". Película que fuera objeto de reseña en este blog en el mes de Mayo http://fagiafilia.blogspot.com/2008/05/el-ltimo-hombre-sobre-la-tierra.html.
Sinopsis:
Hércules, Androcles(rey de Tebas) e Hilos(hijo de Hércules) tienen una visión en la que los dioses les advierten de que un desconocido peligro acecha sobre Grecia. Androcles, en su fallido intento de unir a los griegos y formar una flota para enfrentarse al enemigo, decide embarcar únicamente con la ayuda de Hilos (que viaja de tapadillo para no despertar la ira de su padre), Timoteo (un bufón enano) y Hércules (quién se niega y al que Androcles seda antes de embarcar), además de un ejército formado por condenados a muerte. Tras dejar en una isla a los condenados, pues se habían amotinado, Hércules y los suyos sufrirán un naufragio. Hércules llega a una isla dónde se encuentra atrapada a Ismene, hija de Antinea. Tras salvar a la joven de ser sacrificada a Proteo (malvado dios adorado en la isla), la lleva hasta su hogar, la Atlántida. Allí Hercúles conoce a la malvada Antinea (quien quiere deshacerse de su hija, pues, según la maldición, si la sobrevive traerá la destrucción a la isla) y se encuentra con Androcles (cuya memoria ha sido borrada por Antinea y ahora es siervo de la cruel Atlántida), para ser finalmente capturado por la pérfida reina. Hilos y Timoteo se encuentran en la isla y logran salvar por segunda vez la vida de Ismene, de la que Hilos cae inmediatamente enamorado. El forzudo héroe logra escapar, en su huída se encuentra con Hilos, Timoteo e Ismene, que habían sido descubiertos por el ejército de Antinea, confinados en una cantera junto a leprosos. Hércules los libera y se dirige al palacio de Antinea donde deberá librar una batalla sobre-humana para salvar su vida y la de sus amigos.
Película ideal para pasar una tarde en familia. Muy recomendable para descubrir o volver a disfrutar de un tipo de cine extinto en la actualidad (El mucho más violento y cínico Spaghetti western pronto lo sustituiría), en el que los buenos y los malos se diferenciaban claramente. Los personajes eran auténticos, sin dobleces. Cierto es que el género peca de ingenuo y que veremos situaciones repetidas hasta la saciedad en obras posteriores (el héroe, en este caso el forzudo Hércules, enfrentándose sólo ante ejércitos enteros y saliendo victorioso; la inevitable captura, por parte de los villanos, de los protagonistas y su posterior escapatoria, quedando todo en un susto que acaba siempre con final féliz), pero si nos olvidamos de la multitud de películas posteriores, que, en su mayoría, no hicieron más que desvirtuar el género, y vemos estas obras con ojos nuevos (siendo conscientes de la época y las condiciones de producción en que fueron rodadas, con las limitaciones técnicas que eso conlleva) descubriremos un mundo lleno de aventuras perfectamente disfrutables aún hoy día.
Reg Park, icono del peplum de extraordinario físico, no en vano era un consumado culturista que fue galardonado hasta en tres ocasiones con el título de Mr. Universo, interpreta por segunda vez el personaje de Hércules (ya lo hiciera en la muy destacable "Hércules en el centro de la tierra", Mario Bava, 1961.) Construye un pesonaje noble y rudo; de una pieza, como era habitual en el género. Ettore Manni, de físico grácil en consonancia con la corpulencia de Park, encarna a Androcles, rey de Tebas, cuyo poder en su tierra de nada sirve en la lejana y peligrosa Atlántida. Hilo, el mujeriego hijo de Hércules, está interpretado por Luciano Marin. Como es habitual, el retoño, meterá en líos a su padre y sus amigos a causa de su irrefenable deseo sobre el género femenino (véase la escena que abre el film, en ella se organiza una descomunal tangana en una taberna mientras el joven Hilo, causante de la trifulca, retoza bajo una mesa con una bella muchacha. Todo finaliza cuando papá Hércules, que comía con total tranquilidad en una mesa, se levanta y pone fin a las hostilidades con su sola presencia).
Un relato lleno de aventuras, un "peplum" o "peli de romanos", pues la acción se sitúa en la antigua Grecia, algo que queda claro desde el título, que tiene a la platónica ciudad perdida como protagonista, pero también una "Sword and sorcierty", pues no faltan en ella los elementos fantásticos (como cuando Hércules rescata a Ismene, hija de Antinea, de la isla de Proteo. El malvado dios griego se aparece en diferentes formas: anciano, llamas, réptil bípedo de gran tamaño, serpiente, buitre, hasta que Hércules consigue derrotarle con la ayuda de Heracles. Esta escena, repleta de criaturas fantásticas, recuerda a las películas de Simbad o al clásico sobre mitología griega "Furia de Titanes", todas ellas con efectos especiales de Ray Harryhausen (salvando la enorme distancia en cuanto a pericia a la hora de plasmar las criaturas en pantalla).
A pesar de tratarse de una propuesta seria para la época, tanto en la temática (a pesar de los elementos fantásticos provenientes de la mitología griega) como en su realizazión (un guión que lejos de ser brillante narra con ritmo los echos sin caer en el delirio, y una correctísima ambientación, a destacar la espléndida fotografía de Carlo Carlini) bien es cierto que vista hoy día hay momentos en los que no podremos evitar, al menos, la sonrisa. (la escena en la que Hércules levanta el trono de Androcles haciendo gala de su fuerza bruta; cuando el héroe griego abre sin apenas esfuerzo los barrotes de su prisión para volver a dejarlos tal y como estaban tras su huída) Detalles que dejan al descubierto la ingenuidad de la época, y que, lejos de lastrar el resultado de la obra, le confieren un irrestible aire entrañable. No faltan tampoco momentos realmente logrados como el hipnótico combate final entre Hércules y el ejército de "super-hombres" (hombres albinos de fuerza descomunal que parecen la versión adulta de los niños de "El pueblo de los malditos")

lunes, 1 de septiembre de 2008

¡HASTA EL AÑO QUE VIENE! (finalizada la décima edición de Peor... ¡imposible!)

La décima edición del ciclo cinematográfico “Peor… ¡imposible!” se cerró el pasado Sábado 30 con una maratoniana sesión de cinco películas.

A las 11:30h. dio comienzo la sesión matutina (a la que desgraciadamente me fue imposible asistir, cuestión que no impedirá el comentario de la película emitida) con una mesa redonda que llevaba por título “25 años de ciencia-ficción”. Posteriormente se proyectó la película “Returner”, (Takashi Yamazaki, 2002) de la que el programa anticipa lo siguiente “Frenética fantasía que aglutina estética y temáticamente Terminator, E.T, Independence Day, Misión Imposible y Matrix. En el año 2084 los extraterrestres se han dispuesto a exterminar a la humanidad.”

A partir de las 16:00h. comenzó lo que para mi fue, sin duda, lo mejor del ciclo: “Maratón: Giallo. Proterva demencia amarilla”, o lo que es lo mismo, tres gialli de primera categoría “El asesino ha reservado nueve butacas” (Giuseppe Bernati, 1973), “Angustia de silencio” (Lucio Fulci, 1972) y “¿Qué habéis hecho con Solange? (Massimo Dallamano, 1971). Además la triple sesión fue completada con una mesa redonda sobre el peculiar género italiano tras la primera proyección.

Para finalizar se emitió, alrededor de las 22:30h., la última película sorpresa que ponía de paso un brillante broche final al ciclo: “Sukiyaki western: Django”, (Takashi Miike, 2007). Bizarro homenaje del ecléctico e irreverente realizador japonés al Spaghetti Western “Django” (Sergio Corbucci, 1966), que cuenta además con una breve aparición de Quentin Tarantino.

Es obligatorio reivindicar desde esta bitácora un ciclo cinematográfico de las características de “Peor…¡imposible!”, que nos abre cada año las puertas a un universo fílmico inagotable repleto de gratas sorpresas. Desde aquí mi agradecimiento a Jesús Parrado, coordinador del ciclo, y a todas las personas que hacen posible su existencia año tras año. Por cierto, no se dejen engañar por el título, porque a las habituales películas malas, normalmente proyectadas los tres o cuatro primeros días, les acompañan otras de indudable calidad. “The last man on earth” (Ubaldo Ragona, 1964), “La frusta e il corpo” (Mario Bava, 1963), y las cinco películas citadas más arriba fueron las escogidas en esta edición.

Las no pocas películas que quedan por comentar del ciclo tendrán su reseña correspondiente a partir de la próxima semana, pues su humilde cronista parte en breves momentos hacia tierras galas. Hasta entonces les dejo la lista del resto de películas (las que no se han comentado aún ni su título figura en este post) por si pueden y/o quieren ir viendo alguna: “Caperucita y Pulgarcito contra los monstruos”, “Nuevas aventuras de Robin Hood”, “La marca del hombre lobo”, “El zorro justiciero”, “Santo contra las mujeres vampiro”, “Lone runner”, “Zombie strippers!”, “Hércules a la conquista de la Atlántida”.

viernes, 29 de agosto de 2008

TARZÁN Y EL ARCO IRIS

"Tarzán y el arco iris"
Director: Manuel Caño
Guión: Santiago Moncada
Intérpretes: Steve Hawkes, Peter Lee Lawrence, Ángel del Pozo, Agata Flori, Richard Rod, Robin Aristorenas, Kitty Swan, Javier Maza
(España-Italia-Filipinas, 1972)
Película emitida el Martes 26 en la primera sesión, 18:00h. de "Peor... ¡Imposible! X", en la cual una señora se quejó en voz alta de las risas del público mientras intercalaba diálogos con los personajes de la película, lo que trajo consigo la discusión con otra señora, todo ello en plena proyección (¿?). Tarzán, imperturbable, seguía a lo suyo.
Sinopsis:
Tarzán intenta ayudar a Hasu, (un niño hijo de su amigo, el rey de la tribu, recientemente fallecido), en una carrera llena de peligros con un fiero guerrero, para hacerse con el poder de una figura sagrada (el arco iris) que le daría el derecho a suceder en el trono a su padre. Un trío de cazadores que intentan hacer su agosto capturando animales complicarán las cosas cuando vean en Tarzán una atracción de feria que podría aportarles beneficios.
Exploitation de las películas de Tarzán, por supuesto, no autorizada, realizada en co-producción entre España, Italia y Filipinas por el especialista (en producciones de bajo presupuesto) Manuel Caño, encargado de títulos como "Tarzán en la gruta de oro", "El pantano de los cuervos" o "A mí que me importa que explote Miami".
Sin duda, el personaje literario creado por Edgar Rice Burroughs ha sido uno de los que más veces se ha adaptado a la gran pantalla, de hecho, Steve Hawkes es el número catorce de una lista de dieciocho, sin contar la película de animación. Del mismo modo, desde sus primeras apariciones en el cine su figura ha sido adulterada. Recordemos la fluidez verbal del personaje novelesco, que aprendía inglés simplemente ojeando libros en ese idioma, en contraste con el habla parca e inarticulada del personaje cinematográfico. Pues bien, el Tarzán que interpreta Steve Hawkes desvirtúa el personaje hasta hacerlo prácticamente irreconocible, lo que, en realidad, convierte a "Tarzán y el arco iris" en una película imprescindible. La carcajada está asegurada. El patilludo protagonista de la desconcertante "Blood Freak" incorpora un nuevo y curioso grito (no se si producto exclusivo del doblaje) al personaje, realiza esplendidas e innecesarias acrobacias a lomos de los elefantes, se comunica con los animales, haciendo bailar a un avestruz o consiguiendo que un enorme elefante le quite las esposas con su trompa.
La hilaridad está presente desde el comienzo. Cuando se celebra el Guaromi (la búsqueda del arco iris para hacerse con el trono) y el príncipe heredero, que no es más que un niño ha de pelear el trono contra un tipo calvo, fuerte y con cara de pocos amigos, o la pelea que enfrenta a Tarzán con un cocodrilo de goma (hay unos cuantos planos en los que no vemos ni a Tarzán ni al cocodrilo en la pantalla pero sí un chorretón de sangre que posteriormente desaparece), que me trajo a la memoria al pobre Bela Lugosi con aquel pulpo en "Plan 9 from other space". No faltan escenas de gran belleza, como las que protagoniza Tarzán junto a su compañera, Irula, (la escultural y bella Kitti Swan, que ya estaba presente en "Tarzán y la gruta del oro" 1969. Se ve que le cogió vicio) buceando en el fondo del mar (que por cierto es la misma repetida, utilizándola además para cerrar el film. ¡Con un par!), una pena que esa música edulcorante, más propia de una peli porno de los ochenta, la estropee.
La sub-trama de los cazadores está metida en la historia con calzador. Aparte de capturar a Tarzán, encerrándolo en una jaula con la intención de exhibirlo en la ciudad como si de King-Kong se tratase, forman un extraño triángulo amoroso, y digo extraño porque la chica está casada y en ningún momento da bola al rubiales que se la intenta llevar al huerto. Prefiere quedarse con su marido alcohólico, que es, además, un desastre para los negocios, (¡si es que esta chica es un lince!)
La historia por tanto, con un montaje bochornoso que la hace avanzar a un ritmo lentísimo, va intercalando las tres tristes tramas como si de una tele-serie mala se tratara. Vemos al niño con el guerrero malote pisándole los talones en su búsqueda de la figura sagrada, acto seguido al trío "amoroso" discutiendo sobre qué es mejor para su negocio de caza sin escrúpulos, y después a Tarzán, que mientras no vela por la seguridad del niño anda por la selva de liana en liana y pegándose unos chapuzones (es lo que tiene vivir en la selva y no tener que pagar hipoteca)
Una curiosa anécdota que casi acaba en tragedia: La escena en la que Tarzán es atado de pies y manos y rodeado por fuego, acabó quemando realmente a Steve Hawkes y a Kitty Swan, teniendo que ser ingresados ambos en el hospital. Puede apreciarse en algún plano corto de la película la quemadura sufrida por el actor.

LA CHICA METRALLETA (RUMBERA)

"Kataude mashin gâru", "The machine girl"
Director: Noboru Iguchi
Guión: Noburu Iguchi
Intérpretes: Minase Yashiro, Asami, Kentaro Shimazu, Honoka, Nobuhiro Nishihara, Yûya Ishikawa, Suguru Sugihara, Ryôsuke Kawamura, Demo Tanaka, Nahana, Taro Suwa.
(Japón, 2008)

Sinopsis:
Ami Hyuga, es una joven estudiante que lleva una vida normal, juega a baloncesto y cuenta con el apoyo emocional de una compañera de clase y sobre todo de su hermano, Yu. El maltrato físico y psicológico que una banda de niños (liderados por Sho Kimura, el hijo de un importante Yakuza), ejercen sobre Yu y su amigo Takeshi, acaba con la vida de ambos. Ami transforma completamente su pacífica personalidad y se convierte en una asesina implacable. No parará de derramar sangre hasta que la muerte de su hermano quede vengada. Su cuerpo va sufriendo heridas y amputaciones a medida que se va midiendo con la yakuza, pero con la ayuda de los padres de Takeshi, (sobre todo su sufrida y temeraria madre,) logrará su objetivo.
La primera película sorpresa proyectada en Peor… ¡imposible! X, el pasado Jueves a las 22:15 h. No defraudó. Jesús Parrado, avisó: -¡Cuidado con ésta que salpica!, - no mentía.
Una bomba de relojería que explota a veinticuatro fotogramas por segundo, porque no debe haber ninguno que no esté lleno de sangre. Noboru Iguchi, así se llama el papá de la criatura, quien empezó a dirigir cine y televisión en 2003 y que cuenta ya con un puñado de películas en su haber, la gran mayoría sin distribución internacional, sorprende con 96 minutos de humor negro y sangre a raudales donde no queda títere, japonés, ni la madre que lo parió con cabeza. Una auténtica carnicería feroz, enloquecida y frenética que empieza arriba y sigue subiendo, una atracción de feria sin tiempos muertos ni lugar para el respiro, aquí tendrás que vomitar en marcha.

La película es made in Japan de principio a fin. Lleva al paroxismo la estética manga, incluso hentai (la protagonista luce traje de colegiala y no pocas veces se deja ver su ropa interior), y la tradición ultra-violenta del cine de acción nipón con un humor intransferible al resto del mundo. O no te hace gracia o estarás toda la película con esa risa histérica de puro vicio sádico. La influencia del cine norteamericano moderno es evidente, la película que más nos viene a la mente mirando la pantalla es "Kill bill", sobre todo por sus títulos de crédito, por sus brutales escenas de acción (esos chorros de sangre que no dejan de manar tras cada amputación) y por la banda sonora. Pero hay más películas homenajeadas. Ami, pierde su brazo izquierdo en una escena memorable que prefiero no desvelar; tras el "accidente" se calza una espectacular ametralladora que sustituirá a su desaparecida extremidad, claro homenaje al intrépido personaje que interpretó Rose McGowan en "Planet Terror". La madre de Takeshi sufrirá la amputación de uno de sus pies, pero ni corta ni perezosa le acoplará una motosierra para seguir despedazando a los malos, como hiciera Bruce Campbell con su brazo en "Army of the Darkness". La pérfida madre de Sho Kimura, Violet, intenta despedazar el pecho de Ami mediante un "drill bra", sujetador de metal provisto de un taladro en cada seno (la sombra de Sex Machine, recuerden "Abierto hasta el amanecer", es alargada) En cuanto al desparramiento de sangre de principio a fin podria equiparársele con "Braindead", ese monumento al humor gamberro y al gore que hizo Peter Jackson antes de volverse blandito rodeado de elfos y hobbits.

Uno de los mayores aciertos de la obra reside en la forma de enfocar los crímenes y las torturas, de manera totalmente cambiante. Tan pronto le entran a uno ganas de reír por el chiste malo que supone la resolución de algunas escenas, así como por la estética casposa del maquillaje (veáse la cabeza que aparece flotando dentro de una olla), como se le hiela la sangre al ver la brutalidad y la brillantez con que están resueltas otras (el asesinato de la joven compañera de Ami y su posterior violación). La cámara acompaña de forma efectiva las escenas de acción realzando la espectacularidad de las coreografías. A pesar de ser evidente lo modesto del presupuesto la acción resulta rápida y dinámica. Los movimientos de cámara son en ocasiones frenéticos, pero no se abusa de barridos molestos que impidan seguir el desarrollo de la escena (algo tan utilizado en las producciones mainstream americanas). El uso de primeros planos y de ralentís enfatiza con acierto el carácter enloquecido de los personajes, que, evidentemente, no se sostendría sin un gran trabajo actoral. Muy notable la presencia de Minase Yashiro, tan creíble de niña indefensa, con esa sonrisa angelical, como de demonio sanguinario. Kentaro Shimazu borda su papel de yakuza tiránico y Honoka en el papel de Violet Kimura parece una auténtica villana de cómic, más sexy cuanto más sádica y malvada (grandioso el momento en que asesina a la criada, empleada del hogar, perdón)

No faltan los fascinantes personajes estereotipados. El padre de Sho Kimura es un yakuza de la vieja escuela, perteneciente nada más y nada menos que a la estirpe de... agárrense: ¡¡ Hattori Hanzo!!, Yu, el hermano de Ami, es la víctima perfecta. Niño bueno y apocado. Ami es la heroina, la luchadora infatigable que no se rendirá ante la adversidad y Miki, la madre de Takeshi, es la madre coraje, dispuesta a bajar al infierno y vérselas con Belcebú con tal de vengar a su hijo. No hay diálogos brillantes, ningún sentido tendrían en la trama. Los personajes hablan por sus acciones, esto es, derramando sangre sin descanso. No vaya a ser que lleguen los créditos finales y nos quede algún malo por matar.
Una película imprescindible para los amantes del humor negro, el gore, las pelis de kung-fu, el humor cafre, las colegialas sexys y para todo aquel que se quiera divertir y descargar adrenalina "sanamente". Aunque quizá nunca vuelvan a probar la comida japonesa.
Atención a los créditos finales con el temazo "Rumbera"
Aquí os dejo el tráiler para ir abriendo boca.

jueves, 28 de agosto de 2008

LA BANDA DE LOS TRES CRISANTEMOS (y la extraña vida y muerte de Dean Reed)

“La banda de los tres crisantemos”
Director: Ignacio F. Iquino.
Guión: Lou Cardigan, Ernesto Gastaldi.
Intérpretes: Dean Reed, Daniel Martín, Fernando Sancho, María Martín, Krista Nell, Luis Mariano Duque, Alice Sandro, Ángel del Pozo, Ramón Durán, Paola Barbara, Malisa Longo, Lina Canalejas
(España-Italia), 1969


Sinopsis:

Chicago, años 30. Una banda de atracadores formada por los hermanos Owen, Frank y Cliff Hollinger atracan el Gulf Bank, escapando con el dinero. Obligados a realizar un alto en el camino en la localidad de Stongville, para atender al malherido hermano menor de los Owen, donde el Sheriff local les planteará más problemas de los esperados.

Producción hispano-italiana rodada en Barcelona (donde se aprovecha el puerto para el desarrollo del atraco al Gulf Bank) y Aragón (el refugio de los forajidos, Strongville, es en realidad la pequeña localidad de Fraga).

Película de gangsters mediocre e insustancial. La peculiaridad de este tipo de producciones de medio pelo es que su disfrute es mayor cuanto peor sea la calidad de la misma. Siendo “La banda de los tres crisantemos” una película mala “a secas” el bostezo se hace irremediable. Con un vestuario bastante decente, a destacar la buena planta del protagonista Dean Reed, imponente en su caracterización de gangster (lástima que la interpretación no acompañe a su presencia). Las escenas son una sucesión de lugares comunes de este tipo de producciones que están rodadas con mayor o menor acierto: El atraco a un banco como punto de partida, las guerras dentro del grupo para hacerse con el botín, el secuestro de una joven para conseguir sus objetivos (en este caso hacerse con los servicios del único doctor en el pueblo para atender al menor de los Owen, herido tras el atraco) y el posterior intento de agresión sexual, los clásicos tiroteos desde el interior del refugio criminal (en este caso un burdel) y el inevitable trágico final (el clásico “lo que mal empieza mal acaba” como ingenua enseñanza moral) irrisorio homenaje al clásico del género “Bonny and Clyde” con unos pistoleros méxicanos a caballo persiguiendo al pobre Owen y a su prima.

Especialmente vergonzantes son los flasbacks (a través de los cuales conocemos la vieja rivalidad entre los hermanos y su tío el Sheriff, o el amor que siente desde niña la prima de Owen por éste) fotografiados en un pretencioso blanco y negro.



Pero si la película resulta poco interesante no puede decirse lo mismo de su intérprete principal, Dean Reed. Como explicó Javier G. Romero en el interesante coloquio previo a la proyección, Dean Reed, no fue famoso por su calidad interpretativa, sino, por la repercusión que su figura tuvo fuera de las pantallas.

Este Norteamericano nacido en Dean Ciryl Reed (Colorado) en 1938 viajó a Hoolywood para iniciar su carrera artística como cantante, el sello Capitol records accedió a grabarle un disco que pasó sin pena ni gloria por las listas de éxitos en EE.UU, sin embargo, uno de sus singles “My Summer romance” caló hondo en Chile, hacia dónde Dean Reed partió en busca de la fama que tanto ansiaba.

Es aquí, en el Chile socialista de los años 60, dónde Dean Reed comienza a convertirse en un personaje muy peculiar. A medida que va llenando estadios a base de su música rock (recordemos que los Beatles arrasaban a nivel mundial) en un país anti-americano comienza a vérsele desde el gobierno como una poderosa arma propagandística anti-capitalista, “el americano bueno” que hacía versiones rock de los temas de Joan Baez y que levantaba el puño en alto gritando ¡venceremos!

A pesar de ser un músico mediocre arrasaba entre la juventud chilena, pues hacía rock americano. Especialmente entregada tenía a la audiencia femenina debido a su envidiable físico: cuerpo escultural, sonrisa perfecta, ojos azules y cabellera dorada (aunque la verdad tenía unas orejas bastante desproporcionadas). Sus inquietudes ideológicas fueron en aumento y cada vez que se manifestaba lo hacía en contra del gobierno Norteamericano, llegando incluso a defender la Cuba de Castro. Ideas que le costaron la deportación cuando vivía en Argentina, debido a la llegada al poder del régimen militar.


Nikolai Pastoukhov, presidente de la organización juvenil soviética lo descubre en el Congreso Mundial de la Paz celebrado en Helsinki en 1965 y quiere llevárselo al otro lado del telón de acero. Rock americano para los jóvenes soviéticos (recordemos que estaba totalmente prohibido todo aquello que proviniera de países capitalistas) interpretado por un auténtico americano que además simpatizaba y defendía las ideas socialistas.

Comienza su periplo soviético que le llevaría finalmente a instalarse en el Berlín Oriental y le daría el sobrenombre de “Elvis rojo”. Pero antes, Reed, se instalaría en la España tardo-franquista, donde lejos de cosechar el éxito que lograra en los países del este, pasaría prácticamente desapercibido. No obstante realizaría un puñado de películas entre España e Italia en las clásicas co-producciones de la época con títulos “imprescindibles” como “Winchester no perdona”, “La muerte llama dos veces”, “La ley del kárate en el oeste”, “Besos para ella, puñetazos para todos”, “Dios los cría… y yo los mato” o “El pistolero ciego”, destacable su participación en “Adiós, Sábata” junto al gran Yul Bryner.

Un idealista como Dean Reed no podía conformarse con actuar en películas malas, por lo que decidió guionizarlas, e incluso, dirigirlas. Con financiación de la RDA e integrada por actores de la Alemania Oriental (excepto su presencia en el papel protagonista) llevaría al cine la vida de Victor Jara en “El cantor” en 1978. Su aventura como realizador tendría aún otro episodio donde volvió a otra de las temáticas habituales de su vida, el spaghetti-western, “Sing, cowboy, sing”. Título que vendría al pelo a una posible dramatización de su vida, la cual estaba realizando ya Tom Hanks, quien había comenzado el rodaje el pasado mes de enero en Alemania aunque hay rumores de que fuentes cercanas al actor le aconsejaron abandonar el proyecto por las posibles repercusiones.

No creo que extrañe a nadie, sabiendo como se las gasta el gobierno norteamericano, que Dean Reed fuera investigado por agentes de la CIA durante buena parte de su vida (estamos ante una figura muy popular durante años en los países socialistas y en general contrarios al capitalismo norteamericano. Llegó incluso a entrevistarse con Yasser Arafat), hasta su misteriosa muerte en 1986 en un lago cerca de su casa en Berlín.


GHIDORA, EL DRAGON DE LAS TRES CABEZAS

“Sandaikaiju Chikyu Saidai no kessen”
Director: Inoshiro Honda
Guión: Sinichi Sekizawa
Música: Akira Ifukube
Intérpretes: Yosuke Natsuki, Yukiro Hoshi, Hiroshi Koizumi, Akiko Wataboyashi, Takashi Shimura.
(Japón, 1964)

Sinopsis (les juro que no me invento nada, todo lo escrito ocurre realmente):

Ghidora (un dragón de tres cabezas) llega a la tierra proveniente del espacio en el interior de un meteorito con la intención de destruir el planeta. Un policía, su hermana periodista y una princesa, que ha sido abducida salvando así su vida de un atentado, convencerán a las sacerdotisas gemelas enanas de la isla de Mothra, para que llamen a la larva gigante (Mothra, que en otras películas del género aparece transformada en mariposa) y ésta logre que Godzilla (creo que no necesita presentación) y Rodan (monstruo gigante volador), que en esos momentos se están liando a guantazos destrozando medio Japón, se alíen con ella y salven así a la humanidad de la destrucción.

El programa de Peor…¡imposible! X anunciaba esta película bajo el título de “Gozilla contra Ghidorah”, sin embargo, el título que se dio al film en las salas nacionales fue “El combate de los tres mayores monstruos sobre la tierra”. En la edición videográfica se le dio el nombre de “Ghidora, el dragón de las tres cabezas”, como pudo escucharse durante los títulos de crédito en el pase de ayer.

Esta fue la primera película proyectada en la sesión de ayer. Producción a cargo de la Toho con efectos especiales de Eiji Tsuburaya, (toda una institución en la especialidad por aquel entonces en Japón. Comenzó a realizar trucajes en los años 20) y dirigida por el maestro indiscutible del kaiju eiga (películas con monstruos gigantes) y seguramente máximo referente del cine fantástico japonés, Inoshiro Honda. Director de clásicos indispensables del género como “Japón bajo el terror del monstruo” (Gojira, 1954), que daría el pistoletazo de salida al género, “Baran, el monstruo gigante” (Daikaiju Baran, 1958) “Mothra” (Mosura, 1961) o “Los monstruos invaden la tierra” (Kaiju daisenso, 1965), y que por cierto no falta a su cita anual en “Peor…¡imposible”. Podemos hablar por tanto de Inoshiro Honda como pionero de uno de los géneros más taquilleros en el Japón de los años 50 y 60, que aún hoy en día sigue siendo consumido en el país del sol naciente e incluso exportado a occidente, gozando de gran popularidad en diversas partes del planeta. Sin ir más lejos tenemos el ejemplo del joven realizador Ryuhei Kitamura (“Versus”, “Azumi”) que realizara en el 2004 “Godzilla final wars”, otra delirante reunión de kaiju en una misma película que se exhibió aquí mismo hace un par de ediciones, o la más reciente producción Sur-Coreana “D-War” , (Shim Hyung-rae, 2007) comercializada en España como “Dragon wars”, de echo fue la primera película asiática comercializada en Blue-ray en nuestro país. Está claro que Japón ha tenido a Godzilla y su séquito siempre dentro de su imaginario colectivo, no obstante, las producciones kaiju no siempre han sido todo lo rentables que la industria quisiera.

A mediados de los sesenta la Toho no sacaba la tajada necesaria para mantener la calidad en la producción de los kaiju, películas que hoy nos pueden parecer irrisorias debido a sus decorados a base de edificios, montañas y puentes de cartón-piedra. Pero no podemos olvidar que estas maquetas eran destruidas cada vez que el monstruo de turno asomaba por la pantalla. Miniaturas, que pese a su lejano parecido con la realidad representaban grandes urbes como la de Tokio, con la cantidad de réplicas a escala que ello supone. Lo que encarecía considerablemente los gastos de producción. El casting estaba integrado siempre por primeros actores de la cinematografía nipona, ahí está el caso de Takashi Shimura, actor proveniente del teatro y habitual de las películas de Kurosawa junto a Toshiro Mifune, que interpretó el papel de científico en varias producciones kaiju (en la que nos ocupa hacía el rol de doctor que se encargaba del cuidado de la princesa, aparentemente en estado de shock). El guión tampoco estaba dejado al azar, las tramas fantacientíficas de los primeros kaiju “Japón bajo el terror del monstruo” o “Mothra” estaban bien trabajadas, sus diálogos otorgaban seriedad al conjunto e incluso ideas como la peligrosidad de las armas nucleares, el pacifismo o el patriotismo japonés anti-americano se colaban en la pantalla sin dificultad. Poco a poco esta seriedad en las propuestas se fue desdibujando por la falta de ideas, las películas en principio protagonizadas antes por un solo monstruo fueron dando paso al menos a dos kaiju por película “King kong contra Godzilla”, “Godzilla contra los monstruos”, y las escenas de destrucción protagonizadas por los monstruos que antes constituían una parte más de la película se fueron convirtiendo prácticamente en la única atracción de las mismas, erigiendo a los kaiju en protagonistas absolutos de la función.

A esta etapa de “banalización” del kaiju, si es que puede llamarse así; supervivencia, quizá, pueda ser un término más apropiado, pertenece, “Ghidora, el dragón de las tres cabezas”. Desde luego, una larva gigante (Mothra) pidiendo a Godzilla (en películas anteriores, e incluso en ésta minutos antes, fiero destructor de Japón) y a Rodan que se alíen para derrotar a Ghidora y salvar así a los humanos tiene muchos calificativos, pero serio no es uno de ellos. Sin embargo en este tipo de situaciones genuinamente camp e intransferibles al mundo occidental es donde reside la fuerza de la propuesta. Paranoia alienígena en las altas esferas estatales, una princesa abducida que cree ser una marciana, monstruos gigantes comunicándose entre ellos y aliados contra otro venido del espacio exterior en el interior de ¡un meteorito!, diálogos absolutamente increíbles de puro surrealismo, otros que dejan al descubierto el machismo de la sociedad japonesa y el papel puramente decorativo de la mujer, concursos de televisión en los que aparecen los kaiju como héroes nacionales. En fin, todo un delirio único dentro del universo fílmico de esta increíble isla llena de contrastes. Las sub-tramas introducidas, como la de la conspiración para acabar con la princesa (cuyo país de procedencia no se revela por cierto) o la relación "amorosa" de la joven periodista en edad casadera (como su madre se empeña en recordar), al intentar añadir detalles de cierta cotidianeidad hacen que la historia tenga un carácter aún más enajenado.

El diseño de los monstruos es desigual, la agresividad en la expresión de Ghidora (cierto es que muchos expertos señalan que es una derivación de los dragones chinos) contrasta con el aspecto del bueno de Godzilla (es bastante complicado aguantar los primeros planos de la cara del coloso nipón sin soltar una carcajada), con la pobre recreación de Rodan o con la sensación de indefensión absoluta que da Mothra (ese movimiento mecanizado a la hora de desplazarse y su irrisorio chorro de agua como único ataque)

El vesturario de los compatriotas de la princesa no tiene desperdicio, una especie de cruce entre caballero de la Edad Moderna europea y astronauta futurista vestido por Agatha Ruiz de la Prada.

El film está repleto de escenas antológicas, como cuando los humanos van traduciendo el intercambio de palabras entre Mothra, Ghidora y Godzilla. La escapada de la princesa de su trágico destino saliendo del avión por una puerta lateral en pleno vuelo, sin que éste sufra ninguna sacudida. Su posterior aparición ataviada con ropas de vagabundo en una plaza de la ciudad como “la profetisa”, augurando el negro devenir de los seres humanos y manifestando sin pudor alguno: “vengo de Marte”. La misteriosa recuperación de su personalidad anterior tras caerse ¡desde una montaña! La épica batalla final con Mothra subido a lomos de Rodan rociando con a saber qué al tricéfalo Ghidora. Los bailes y las risas de Godzilla y Rodan…no hace falta añadir que el ritmo no decae a lo largo del metraje, la película es una sucesión de escenas a cual más divertida y disparatada.

Sin duda lo mejor exhibido hasta el momento, y créanme, no es poco. Japón vuelve a demostrar que en imaginación y originalidad se llevan la palma.

Un diálogo para el recuerdo:

La joven princesa (con su personalidad suplantada por una marciana con dotes adivinatorias. En la película también se explica que en Marte todos tienen el poder de la predicción ¿?) irrumpe en un barco para advertir a sus tripulantes y pasajeros del peligro que corren sus vidas si el barco zarpa. Un oficial avisa a su capitán:

-Señor, está aquí la alienígena (precisa descripción del marinero que no deja lugar a la duda)

-¡No está autorizada! (la respuesta está a la altura del humor delirante de los monólogos de Groucho, aunque me temo que en este caso no es intencionado)