domingo, 14 de diciembre de 2008

ESTÓMAGO

“Estômago”
Director: Marcos Jorge
Guión: Lusa Silvestre, Marcos Jorge
Intérpretes: João Miguel, Fabiula Nacimiento, Carlo Briani, Babu Santana, Zeca Cenovicz, Paulo Miklos, Jean Pierre Noher, Alexander Sil.
(Brasil, Italia, 2007)

Presentada en la sección “Esbilla”, la segunda película del brasileño Marcos Jorge llegaba a Gijón tras haber arrasado en la última edición de la Seminci de Valladolid, donde se alzó nada menos que con cuatro premios: Espiga de oro a la mejor película, Premio al Mejor Nuevo Director, Mejor Actor para João Miguel y el Premio de la Juventud.

Marcos Jorge escribe (con la colaboración de Lusa Silvestre) y dirige esta dulce, picante y amarga comedia negra. Al igual que a los platos que prepara Raimundo, a la película no le faltan condimentos para dejarnos un delicioso sabor en la boca. Tiene el punto de sal justo y se nota el esmero y la profesionalidad puestos detrás de las cámaras.

Raimundo Nonato llega a la ciudad de Sao Paulo sin dinero en los bolsillos. Sus innatas dotes culinarias le harán progresar en la vida. Gracias a ellas conquista (a través del estómago) a una glotona y voluptuosa prostituta, Iria. Su destreza ante los fogones tampoco pasa inadvertida para Don Giovanni, el dueño de un prestigioso ristorante de la zona, quien le contrata para su negocio. Raimundo se libra así del mugriento local en el que preparaba “coxinhas” a destajo a cambio de comida y alojamiento. Su nueva vida se ve súbitamente interrumpida con su ingreso en prisión, dónde, otra vez, la cocina le hará escalar posiciones. Esta vez en el difícil orden social de la cárcel.

¿Cuál fue la causa que llevó a este ingenuo joven a prisión? La película narra en paralelo dos acontecimientos claves en la vida de Raimundo: Su llegada a Sao Paulo y su ingreso en la cárcel. La sorpresa, a los postres.

João Miguel, con su brillante interpretación de Raimundo, condimenta la historia añadiendo a su personaje la especia adecuada en cada momento. A lo largo de la película, se muestra tierno, ingenuo o frío, según el caso. Ganándose desde el principio la simpatía del espectador, independientemente de sus acciones. Es un ser humano y como tal no está hecho de una sola pieza sino que tiene varias capas que se irán descubriendo a medida que avance el metraje. La inocencia con la que Raimundo busca un apodo para impresionar a sus compañeros de celda, “Raimundo Navaja” (aunque éstos se lo tomen a guasa y acaben llamándolo “Romero”, por la costumbre del cocinero de añadir este condimento a casi todos sus platos), contrasta con la imagen que tendremos del protagonista al final del metraje. Esa hilaridad que provoca involuntariamente en las personas que le rodean se irá tornando, poco a poco, en “respeto”.

La película es un canto a la supervivencia y a la alegría de vivir. Raimundo es el ejemplo perfecto de la adaptación y superación del ser humano, (aunque esto implique sucumbir a la tentación y entregarse a las bajas pasiones). Una persona sencilla que proviene del campo, cuyo inocente carácter sufrirá un duro revés al contacto con el corrupto mundo de la ciudad; una babilónica Sau Paulo repleta de buena comida y apetecibles mujeres (¡un paraíso en realidad!). Las circunstancias adversas lejos de hacerle desfallecer le proporcionaran valiosas lecciones para aplicar en el futuro.

Los muros de la prisión no serán impedimento para que Raimundo de rienda suelta a su creatividad en la cocina. Esta habilidad, a través de la cual consigue la aprobación de sus compañeros de celda, le proporcionará la protección de Bujiu, un poderoso miembro de la mafia con gran poder e influencia sobre el resto de presos. Su oportunismo y su preocupante amoralidad le llevarán a mejorar considerablemente su situación.

Raimundo no es ningún santo, es un superviviente. Un canalla obligado por las circunstancias que explotará al máximo sus cualidades para llevarse la mayor parte posible del pastel.

No hay lugar para la bondad ni la generosidad en un mundo egoísta, cada uno debe hacerse cargo de si mismo. Este es el amargo mensaje que se desprende de la experiencia de Raimundo Nonato, quien como indica su apellido (como es tradición en Brasil) nació tras fallecer su madre en el parto. A pesar de lo trágico de la existencia siempre habrá motivos para mantenerse alegre. La buena comida, el buen vino y las mujeres son los de Raimundo (y los de casi cualquiera). La vida, al igual que el queso gorgonzola, que tanto gusta a nuestro protagonista, está podrida y huele mal, pero si nos atrevemos a hincarle el diente y la saboreamos nos daremos cuenta de que puede ser una auténtica delicia.

Pero estén tranquilos, no estamos ante un árido drama que pretende explicarnos el significado de la vida. La película está contada con un sentido del humor envidiable. Su ritmo favorece una rápida y plácida digestión. No son pocos los momentos duros a los que nos enfrentamos a lo largo de la historia (la paliza que propina Bujiu a Raimundo al descubrir que el ingrediente del plato que había preparado está compuesto a base de hormigas fritas; o ese gamberro “doble” final con detallito gore incluído). Sin embargo, al terminar la proyección el espectador sale con una sonrisa en su rostro. Una sonrisa fruto del desarrollo de la historia, de la coherencia y naturalidad con la que se describen los hechos. No como consecuencia de una edulcoración del tono para suavizar los segmentos más “incorrectos” u oscuros del film, recurso fácil utilizado por más de un realizador.

Una delicatessen que satisfará tanto a los consumidores de fast food como a los paladares más exigentes.

Los amantes del buen cine y la buena mesa estamos de enhorabuena. ““Estômago”, se estrenará este viernes, 19 de diciembre, en salas españolas distribuida por Alta Films.
Disfruten del tráiler para ir abriendo boca.


martes, 9 de diciembre de 2008

LET THE RIGHT ONE IN

“Låt den rätte komma in”

Director: Tomas Alfredson
Guión: John Ajvide Lindqvist
Intérpretes: Kåre Hedebrant, Lina Leandersson, Per Ragnar, Henrik Dahl, Karin Bergquist, Peter Carlberg, Ika Nord, Mikael Rahm, Karl-Robert Lindgren Karl Robert, Anders T. Peedu, Pale Olofsson, Cayetano Ruiz, Patrik Rydmark, Johan Sömnes, Mikael Erhardsson.
(Suecia, 2008)

El joven director sueco Tomas Alfredson adapta al cine con maestría la novela homónima de su compatriota John Ajvide Lindqvist, quien se ha encargado además de la elaboración del guión. Un relato inteligente que la gran pantalla ha “dejado entrar” en las vidas de numerosos espectadores.

La película venía a Gijón respaldada por el éxito en todos los festivales en los que se había presentado. Compitió en la Sección oficial del Festival de Sundance, obtuvo el premio al mejor largometraje en el Festival de Tribeca, Mélies de oro en Sitges y premio del público en la Semana de Cine Fantástico y de Terror de Donostia. Parecía difícil, teniendo en cuenta esta unanimidad de criterio, que este romántico relato vampírico pudiera defraudar. La expectación era máxima, no es de extrañar debido al escaso número de obras de corte fantaterrorífico que suele programar el FIC y la sed de nuevas propuestas que tenemos los aficionados al fantástico. En ediciones anteriores la película programada el primer sábado de madrugada (sesión dedicada al cine fantástico eliminada este año) llenaba siempre la sala. Tal es el caso de “Reeker”, “The Host” o “Dai-Nipponjin”. Una calurosa sala repleta de gente se preparaba para recibir un gélido relato procedente de tierras nórdicas.

Año 1982. Blackeberg, Estocolmo. Oskar, un joven e introvertido muchacho de pelo rubio y tez pálida vive prácticamente al margen de la sociedad. Su triste existencia se reparte entre la soledad de su hogar y los maltratos y humillaciones sufridos en el colegio a manos de tres de sus compañeros. En medio de ese depresivo panorama, a la mortecina luz del atardecer en ese inhóspito paraje en el que Oskar “juega” con una navaja (imaginando una hipotética venganza de sus compañeros de pupitre), aparece la esperanza. Eli, un rayo de luz en forma de niña de cabello oscuro. Un ángel, en la vida de Oskar, que no viene precisamente del cielo. La sed de sangre ha llegado. Lo que para la mayoría será una pesadilla para Oskar será un cuento de hadas con princesa incluida.

Un cuento de hadas, eso es la película de Tomas Alfredson. Un cuento de hadas con los roles invertidos. Eli es el valeroso príncipe que se enfrentará a los malvados caballeros (compañeros de clase) que tienen secuestrada a la indefensa princesa, Oskar.


Un cuento hipnótico, cruel y retorcido en un contexto realista. Y es que en ocasiones no hay mayor realidad que el absurdo de la existencia en un mundo plagado de violencia, parece decirnos Alfredson a través de su imperturbable objetivo. Su heroína es una vampiresa maloliente que no pierde la esperanza vital a pesar de los largos años de sufrimiento encerrada en su aniñado cuerpo, que lucha por ser aceptada por un niño tan marginal como ella. "¿Me querrías aunque no fuese una chica?", le pregunta Eli. El amor surge entre dos criaturas heridas que viven una realidad ajena al resto de los mortales.

La obra se encuentra a caballo entre el cine de autor y el cine de género. Esta personal historia toma los mejores elementos de estas dos formas de entender el cine. Es indudable la fuerte personalidad que el realizador imprime al relato. El tempo es pausado, se utilizan sabiamente los silencios y las miradas, la fotografía tiene un tono suave, huye de los fuertes contrastes, la iluminación es natural, en absoluto artificiosa, no encontraremos aquí la tan manida estética gótica ni neo-gótica tan común al género, el guión tiene un desarrollo original y sus personajes huyen del estereotipo.

Pero además de ser audaz la propuesta también es respetuosa con la mejor tradición del cine de vampiros. No faltan los cruentos y sangrientos sacrificios para alimentar a la bestia (perpetrados por el supuesto padre de Eli, cambiando castillos transilvanos por parques y bosques suecos), saciando así su trágica y eterna dependencia de sangre.

Se describe en dos brillantes escenas la vulnerabilidad del vampiro. La primera cuando Eli, vacilante en el umbral, pide permiso para entrar en el domicilio de Oskar (haciendo gala de sus impecables y necesarios modales al igual que sus clásicos antepasados transilvanos), cuya burla tendrá desagradables consecuencias (a destacar los brillantes efectos especiales que plasman la resolución de la escena) La segunda cuando un habitante preso de la ira intenta emular a Van Helsing dando caza a Eli mientras ésta duerme en la bañera y la luz del sol apunto está de acabar con su vida.

La película también posee un acentuado aire grandguiñolesco, incluso gore, en puntuales y gratificantes escenas que harán las delicias del aficionado al gamberro cine de terror setentero (el fiero ataque de los gatos a una mujer vampirizada y su posterior combustión espontánea en la cama de un hospital).

La interpretación que llevan a cabo los jóvenes protagonistas es de una madurez impresionante. Lina Leandersson, construye un personaje tan atractivo como ambiguo, la ternura y el sadismo se reflejan a la perfección en su rostro. El trabajo del maquillaje es inmejorable y sin el no hubiera sido posible dotar de tanto realismo al personaje. Esa mirada de Samuel Beckett en la cara de Audrey Hepburn que describe la novela está magníficamente plasmada mediante unos primeros planos aterradores. Al igual que las escenas en que su rostro envejece de forma repentina.

Kåre Hedebrant está inconmensurable en la piel de ese inocente (en apariencia), introvertido y desequilibrado (hay algo en su mirada que asusta) niño que no duda en entregarse a Eli a pesar de su condición de vampiresa. El horror ya lo conoce y lo ejercen personas de carne y hueso.

Una subyugante y desgarradora historia de amor entre niños, independientemente de su naturaleza, que está por encima de las restricciones morales. Un relato íntimo, tierno, oscuro, clásico e innovador al tiempo. Huyendo de los tópicos y de los lugares comunes pero respetando la tradición del género, el director sueco, construye la película sobre vampiros más interesante y personal de los últimos años.

jueves, 4 de diciembre de 2008

Balance del 46 FIC XIXÓN

Gijón se queda huérfana de cine festivalero hasta el año que viene. Durante estos diez días pasados unos cuantos privilegiados hemos podido disfrutar (la mayoría de las ocasiones) y sufrir (en algún que otro caso) con el visionado de películas de muy distinta naturaleza. Quizá la programación de este año, en lo que respecta a las secciones paralelas, dejaba entrever que el listón estaría más bajo que en ediciones anteriores. Los celebrados ciclos aglutinadores de grandes cinematografías exhibidos los últimos años brillaron por su ausencia. De grandes ciclos como “Dentro y fuera de Hollywood: La transición independiente en el cine americano”; “Vientos del este: Los nuevos cines en los países socialistas europeos 1955-1975”, “Paisajes y figuras: perplejos. El nuevo cine alemán 1962-1982”, se pasó a dos ciclos, aunque no exentos de interés, si de un carácter menor, como fueron “La utopía yanqui” y “Una parte del cielo: directoras europeas en el nuevo milenio”

Tampoco se proyectaron retrospectivas de cineastas punteros del cine independiente (por mucho que nos cuenten lo contrario), como Larry Clark, Todd Sonlondz, Claire Dennis (aunque si hemos podido deleitarnos con el último largo de la directora francesa en la sección oficial) o Shinya Tsukamoto. Homenajeados todos ellos en las últimas ediciones. El testigo lo recogieron realizadores como Lucrecia Martel, cuya filmografía se reduce a tres películas; Joana Hadjithomas y Khalil Joreige; Cameron Jamie, con su antropología de andar por casa (“backyard antropology”) o Peter Tscherkassky, quien transforma, mediante un collage caleidoscópico-epiléptico, celuloide prestado en la sala de montaje. Cómo es el caso de este cortometraje titulado “Outer Space” que parte de fragmentos de la película “El ente” de Sydney J. Furie.





La apuesta del festival por directores “diferentes”, ajenos a la industria, al producto puramente “mainstream” es más que respetable; es necesaria. Gracias a ella el FIC ocupa un lugar privilegiado en el panorama europeo. Soy el primero que aplaude y defiende la firmeza en apoyar a ese cine, el que más dificultades encuentra a la hora de ser exhibido. Pero esto no impide, o por lo menos no debería impedir la convivencia de estos cineastas con otros que no por más conocidos tienen más fácil la producción y distribución de sus películas, como es el caso de los mencionados más arriba. No olvidemos que actualmente autores de indudable calidad como David Lynch, David Cronenberg o Woody Allen tienen problemas para sacar adelante sus proyectos y se ven obligados a salir fuera de sus países en busca de financiación para llevarlos a cabo (que nadie me malinterprete que con esto no intento decir que estos maestros vengan a estrenar por estas tierras, aunque Woddy Allen ya lo haya hecho).

La búsqueda constante de nuevos cines es sin duda elogiable. Sin embargo, en ocasiones, esta búsqueda propicia que se cuelen películas que bajo la calificación de “difíciles”, “arriesgadas” o “valientes” no escondan más que pedantería, pretensión y, sobre todo, hastío. Este año las máximas exponentes del “más aburrido todavía” han sido “Liverpool” y “El cielo, la tierra y la lluvia”, ejercicios pausados y grandilocuentes de vacío cinematográfico. La respuesta del festival ha sido premiar la obra de Lisandro Alonso con el máximo galardón, mejor película. De seguir así las cosas, el festival puede desembocar en un alubión de falso cine de autor, onanista y autocomplaciente, en la próxima edición.

Siendo más optimistas, y dejando a un lado el fallo (en el amplio sentido de la palabra) del jurado, el futuro tampoco tiene porque ser tan desalentador. La sección oficial de esta edición, si bien ha sido irregular (es lógico debido al carácter del festival y a la gran cantidad de largos a competición, 14 en total) ha tenido, en general un nivel superior al de pasadas ediciones.

La infancia, el difícil paso a la adolescencia y su posterior repercusión en la vida adulta ha sido el eje central sobre el que han girado prácticamente todos los trabajos que se han visto en la sección oficial.

La película que inauguró el certamen lo dejaba claro. En “Choke” Angelica Huston da vida a una madre hospitalizada por una grave enfermedad mental que le impide reconocer a su propio hijo. El susodicho es un adicto al sexo que finge ahogarse en locales públicos para que algún buen samaritano lo salve y por caridad le ayude a costear la clínica donde ella se encuentra. Una enfermera que intentará resolver el enigma de su paternidad (las compañeras de su madre creen que es el mismísimo hijo de Dios), un amigo pajillero que encontrará el amor en las caderas de una stripper y un loco final tan sorprendente como desternillante en la adaptación cinematográfica de la novela homónima de Chuck Palahniuk.

La incomunicación familiar es otro de los males más frecuentes en las sociedades occidentales actuales. Buena muestra de ello la da Taylar Barman en su excelente “9mm”. Un retrato cruel y sin concesiones de la hipócrita sociedad del bienestar en la que nos movemos. La cámara observa. Un domicilio cualquiera de una ciudad cualquiera. Un disparo rompe la quietud. A modo de flash-back y desde el punto de vista de los tres personajes protagonistas (a saber: padre en paro, madre trabajadora, hijo adolescente) Barman reconstruye con incómoda verosimilitud los acontecimientos que desencadenaron la catástrofe a través de un estilo más cercano al documental (que manido suena esto, pero es así). Un thriller en la ficción, un drama de lo cotidiano. Auténtico sin caer en el efectismo. Chapó.

“A complete History of My Sexual Failures” Chris Waitt (eterno adolescente dentro y fuera de la pantalla) nos tomó el pelo a todos, o al menos lo intentó. Aunque es de agradecer que al menos lo hiciera divirtiendo con su “falso documental” (el tipo en rueda de prensa seguía insistiendo en que todo era real) sobre sus fallidas relaciones sentimentales a través de entrevistas con sus ex-novias. En realidad una comedia romántica para adolescentes más deudora de Youtube que de las películas de Meg Ryan (afortunadamente). Plagada de tópicos sobre la inmadurez del hombre heterosexual en occidente y con un sentido del humor más que básico y/o primario, con la broma sexual como principal baluarte, cuanto más burra mejor (el episodio sadomasoquista en el que el protagonista/director sufre las fustigaciones de una dominatriz sobre su aparato reproductor o la ingesta indiscriminada de viagra para la posterior erección y escapada en busca de hembra en celo con la que copular) El look del cineasta, con ese pelo cuidadosamente despeinado, está tan estudiado como las actuaciones, supuestamente espontáneas, de las entrevistadas.

Definitivamente los tiempos han cambiado y los niños no son ajenos a los cambios. En “Afterschool”, impactante trabajo del neoyorquino Antonio Campos (sorprende ver a actores tan jóvenes actuar de manera tan realista), asistimos a la vida cotidiana de unos niños bien en un internado elitista de Nueva Inglaterra. Pornografía en la red, tráfico de drogas, bulling. Todo sucede con total normalidad entre clase y clase hasta que Robert, un chico adicto al audiovisual que se pasa las horas muertas frente al ordenador graba de forma accidental la muerte por sobredosis de dos gemelas de comportamiento ejemplar a ojos de la dirección de la escuela. A través del documental que su profesor le encarga descubriremos junto a Robert la suciedad que se esconde tras la inmaculada fachada del internado. Aunque al final (grandísimo acierto la emisión de los dos videos íntegros) la cinta quede tan manipulada como el discurso de los profesores y la dirección.

Otra realidad bien distinta de los niños de familias adineradas es la que nos muestra la directora argentina Celina Murga en “Una semana solos”. Prácticamente sin la presencia de ningún adulto, un grupo de niños de entre 7 y 14 años formado por familiares y amigos, se divierten jugando a la videoconsola, bañándose en la piscina o asistiendo a un concierto. Todo está al alcance de sus manos y nadan en la abundancia más absoluta. Pero el verano da para mucho cuando eres pequeño y el tedio resultante de no hacer nada tiene como resultado la irrupción nocturna en una mansión vecina que acabará destrozada por estos pequeños angelitos. Como sus papis tienen dinero la fechoría quedará en nada y otros pagarán los platos rotos con sus visas. La película es igual de intranscendente como la vida de sus personajes protagonistas.

Muy diferente es la realidad al Sur de ese mismo país, en “El Bolsón”, una región de la Patagonia Argentina, donde Pablo Agüero, en “Salamandra”, sitúa a sus erráticos protagonistas, Inti (quien abandona esa bañera-burbuja que le cobijaba al inicio del film) y su madre Alba (bellísima e inspiradísima Dolores Fonzi). Un viaje iniciático hacia ninguna parte en el que el espectador sufre a la vez que los torturados protagonistas: Frío, hambre, desorientación (según palabras del director los actores experimentan en el rodaje las mismas sensaciones que sus personajes. ¡Espero que a este hombre nunca le de por el gore!) Una historia con mucho que contar y en la que el joven director opta por mostrar lo justo, como ocurre con la realidad: somos nosotros los que hemos de interpretarla y darle sentido en la mayoría de las ocasiones. Una película fría, descarnada, violenta, áspera; en definitiva: viva.

Dolores Fonzi en "Salamandra". La nueva musa de "Fagiafilia".

“Stella”, el último largometraje de Sylvie Verheyde demuestra que incluso en París puede resultar difícil crecer, como le ocurre a la pizpireta protagonista de su historia. A través de un tono amable, incluso nostálgico, la directora francesa recrea el paso a la adolescencia de una niña en un ambiente nada adecuado. Su habitación se encuentra en el piso de arriba del bar que sus padres regentan. Su padre: ligón, jugador y alcohólico; su madre: le engaña con su mejor amigo. Los mejores amigos de Stella son los clientes del bar: ex-presidiarios y borrachos. Su vida nocturna deambulando por el bar sin pegar ojo le impide concentrarse en los estudios. Hasta que conoce a una amiga en el colegio y a su primer amor. Balzac y Duras harán el resto. Película encantadora, a pesar de lo duro de muchas de las situaciones, desde los títulos de crédito. Imposible no recordar a Antoine Duanel en “Los cuatrocientos golpes” con una sonrisa. El mejor cine sigue viniendo de Francia.

Lo mismo pensé al ver la última película de esa gran directora que es Claire Denis. “35 shots of rum” es un ejercicio de estilo y de elegancia de principio a fin. Nadie como ella sabe captar el espacio urbano y convertirlo en uno más de los personajes. Ese París tan alejado del tópico de postal, el París que los turistas nunca van a ver, del que los personajes quieren huir. El de las vías del tren y la estación de Gare du Nord, el de los trabajadores, el de los olvidados, pero dónde aún hay lugar para el amor y para la esperanza. Nadie salvo Claire Denis puede tampoco contar una historia tan íntima sin caer en el sentimentalismo. La historia de Lionel, conductor de tren, (inigualable Alex Descas) y su hija Josephine, quienes mantienen una relación ejemplar, y de sus vecinos: Noé, un joven inquieto que mantiene una relación con Josephine; Gabrielle, eternamente enamorada de Lionel. Gente sencilla, comprensiva y generosa. Así es la gente que puebla la película de Claire Denis. Los vecinos que nunca tendremos.


“Waltz with Bashir” de Ari Folman es una película vistosa, en cuanto a su bonita y dinámica técnica de animación, e interesante, en cuanto a las conclusiones que saca de la masacre acaecía en 1982 en los campos de refugiados palestinos de Sabra y Chatila. Su director (que formaba parte del ejército israelí en dicha masacre) recaba información entre sus ex-compañeros para intentar reconstruir lo que su memoria ha borrado por completo. Momentos de gran intensidad, como el comienzo con la recreación de la pesadilla recurrente de su amigo, en la que una manada compuesta por 26 perros salvajes le persiguen. Otros de surreal belleza, como el vals entre balas dando muerte a los francotiradores palestinos. Y un duro final, con las imágenes reales del resultado de la masacre. Una buena forma de acercar al público más joven al documental más adulto. Una de las películas más entretenidas e interesantes de la sección oficial.

De Nueva Zelanda llegó “A song of Good” de Gregory King. Gary, un adolescente taciturno con pocos intereses y mucho tiempo libre se dedica a fumar marihuana con sus amigos. Su padre, un déspota barrigudo y sudoroso, lo ningunea en calzoncillos desde el sillón. Su hermana tiene un hijo a su cargo del que su ex-pareja (y camello de Gary) no quiere hacerse responsable, a pesar de que le sobre el dinero. Las propiedades de su hermana son embargadas y Gary reacciona. Se pone un pasamontañas y atraca la casa de al lado (sólo se lleva un diminuto televisor) violando a la aterrorizada vecina. Tras la fechoría Gary ve la luz y comienza el arrepentimiento, deja las drogas, trabaja en un burguer y le compra un perro a papá sucio gordo. Pero el ser humano es débil y para ayudar económicamente a su hermana y su sobrino no estaría mal un último golpe. ¿Un idiota integral o un nuevo Mesías? Una película tan inclasificable como su personaje protagonista y su impulsiva forma de actuar. Una vez finalizada se hace muy complicado juzgar la actitud del protagonista, sólo por eso la película merece la pena.

“Tulpán”, de Sergey Dvortsevoy fue una de las perlas que nos dejó la edición de este año. Una historia tan dura como entrañable. Asa, tras finalizar su servicio militar en la armada, vuelve a su tierra natal, la estepa de Kazajistán. Cobijado junto a su hermana y sus hijos en la yurta de su cuñado, Asa, deberá encontrar esposa para que éste le confíe un rebaño y poder ganarse así el pan como pastor. La cosa no va a ser tarea fácil, la única chica disponible en el vasto territorio no está por la labor de casarse, prefiere estudiar y hacer vida en la ciudad, al igual que el mejor amigo de Asa, Boni. El joven, enamorado, asqueado por el duro trabajo de pastor, ninguneado por su cuñado, no acaba de encontrar su lugar, pero no parará hasta encontrarlo y nada podrá quitarle la ilusión ni la sonrisa de su rostro. Una película tierna, bella, cuyos personajes desprenden una humildad y una humanidad pasmosas. Las escenas que se ven en la película son todas reales, no hay ningún efecto especial (según declaraciones del propio director). Entre otras cosas asistimos al nacimiento de varios corderos (alguno de ellos muerto, hecho de gran relevancia en el desarrollo de la historia), asistidos por los actores protagonistas (desconozco si detrás de las cámaras había algún veterinario o si los propios actores tenían algún conocimiento), o a fuertes tormentas.

“Ballast” de Lance Hammer, es una película pausada, contemplativa, como el ritmo de vida de los personajes que la transitan, como el discurrir del tiempo en ese recóndito pueblo del Delta del Misissipi. Pero posee una gran entidad fílmica. Posee carga dramática y una profundidad sustentada en la gran interpretación de sus actores. Un hombre que se suicida, deja mujer, hijo, hermano y tienda. La vida no era sencilla antes y ahora lo va a ser menos, pero unidos todo será más llevadero.

Sobre “Liverpool” ya escribí (quizá demasiado) en el artículo anterior, no haré más publicidad sobre esa película (el FIC ya se ha encargado dándole el premio al mejor largometraje), “El cielo, la tierra y la lluvia” de José Luis Torres Leiva bien podría ser una secuela, precuela, o vaya usted a saber qué de la película de Lisandro Alonso. Un insulto al cine y a la inteligencia del espectador. Sería un ejercicio de sadomasoquismo por mi parte recordar la obra en cuestión para escribir sobre ella, afortunadamente mi memoria se ha aliado conmigo y me ha hecho olvidarla de manera increíblemente rápida, sólo recuerdo planos fijos y conversaciones intrascendentes…¿Es posible que no hubiera más?, también recuerdo un boxeador en un viejo gimnasio…¡Bueno basta, me niego a hacer memoria!

El resto de la sección oficial no he podido verla así que hasta aquí llega el artículo. La próxima entrega la dedicaré a las películas que he podido ver en secciones paralelas.

Aquí les dejo el enlace al Palmarés de esta edición.