jueves, 11 de junio de 2009

FORBIDDEN ZONE

“Forbidden Zone”
Director: Richard Elfman
Guión: Mathew Bright, Richard Elfman
Intérpretes: Hervé Villechaize, Susan Tyrell, Gisele Lindley, Jan Stuart Schwartz, Marie-Pascale Elfman, Virgine Rose, Gene Cunningham, Phil Gordon, Hyman Diamond, Matthew Bright, Danny Elfman, Viva, Joe Spinell, Brian Routh, Martin von Haselberg.
(EE.UU, 1982)


Sinopsis:

La familia Hércules se muda a su nueva casa situada en la Baja California. Frenchy, la hija de la familia baja al sótano topándose accidentalmente con un portal que le lleva directamente a la sexta dimensión. Allí descubre el anárquico y loco mundo regido por el Rey Fausto y su esposa, la Reina Doris. Fausto se enamora locamente de Frenchy, la cual le corresponde. Cuando la noticia llega a oídos de la Reina, ésta buscará a los enamorados para tomarse venganza. Su abuelo y su hermano Flash que han descendido en busca de Frenchy intentarán librarla de las garras de la soberana.
Ópera prima de Richard Elfman en la que se rodea de toda su troupe para materializar un alucinógeno viaje bajo la forma de un exquisito e irreverente musical.
El largometraje surge al adaptar a la pantalla grande el trabajo en los escenarios del grupo musical “The Mystic Knights of the Oingo Boingo”. Banda californiana de New Wave fundada por Ugh-Fudge Bwana que contaba entre sus filas con la presencia de los hermanos Elfman. Richard, director del proyecto, y Danny, más tarde célebre compositor a mayor gloria del universo fílmico de Tim Burton.

La Alicia de Lewis Carroll le da la mano al musical de Broadway y a la música jazz bajo una producción underground realizada por auténticos lunáticos de la escena. Pura delicia del exceso y el mal gusto bien entendido.
Como en la mayoría de las películas de culto, algunas de las cuales se encuentran entre los mejores títulos de todos los tiempos, como es el caso de “La noche de los muertos vivientes”, “La matanza de Texas” o incluso “Psicosis”, la precariedad económica lejos de suponer una traba se reveló como el estímulo necesario para convertir a través del ingenio una modesta producción en una obra atemporal de indudable calidad.
Ver “Forbidden Zone” es una experiencia cinematográfica única, estamos ante un desborde imaginativo difícilmente equiparable. La película es una fantasiosa caja de sorpresas llena de rincones tras los que se esconden personajes a cual más pintoresco.
La sexta dimensión tiene un envidiable plantel en cuanto a extravagancia se refiere. Desde un hombre rana con frac, unos gemelos boxeadores y bailarines, hasta su princesa (Gisele Lindley), una libidinosa joven que deambula con elegancia por la pantalla sin más atuendo que unos provocativos guantes negros, un collar de perlas, una braguita de blanco algodón y su corona. Mención aparte merecen, por supuesto, los monarcas. El pequeño gran Fausto, de porte napoleónico, siempre con su inseparable corona, está genialmente interpretado por Hervé Villechaize y su neumática consorte (Susan Tyrrell) parece una reinona siliconada sacada de un espectáculo de Las Vegas. Danny Elfman se reserva el rol del mismísimo Satán. Un Belcebú con un exquisito gusto para la música y la ropa.
En la superficie tampoco es que abunde la cordura precisamente. La familia Hércules tiene un serio problema de incontinencia sexual (sobre todo flash y el abuelo, más joven que este último) y de violencia (el pater familias no duda en noquear a su esposa cuando ésta amenaza con ponerse demasiado cariñosa). Frenchy, la bonita hija que viene de estudiar de Francia, es todo candor y vive en un mundo aparte, lo que no implica que siga estando como una regadera.

Cuando salimos del techo de los Hércules la cosa se pone aún peor. Toshiro Bononey interpreta a los gemelos Henderson. Squeezit, siempre en pañales y con tendencia a temblar como una gallina y René, ¿una chica, o un chico vestido de mujer?, hay opiniones. La profesora del colegio no duda en sacar la ametralladora cuando se siente amenazada, aunque es bastante lógico en una clase plagada de gangsters. Ya ven, nada que envidiar al pabellón de locos de la sexta dimensión.

El ingenio, por tanto, está presente en todas y cada una de las partes de la producción de esta película. Empezando por un guión que rezuma espontaneidad por todos los costados y que parece improvisar, con éxito, cada nueva situación.

Tanto los diálogos como los números musicales están plagados de chistes, ya sean mediante la elaboración de diálogos o recurriendo al gag visual característico del slapstick. El humor absurdo, cercano al universo de los Hermanos Marx o de los Monthy Python (un tiroteo derivado de una partida de cartas en mitad de una clase de colegio) convive con la broma gruesa, escatológica (desde escupir a una persona que se encontraba en el cubo de la basura hasta sodomizar a todo aquel que se ponga a tiro).

Los números musicales gozan de un estupendo mestizaje cortesía de Danny Elfman, quien tomando como referentes artistas de jazz afro-americano de la talla de Cab Calloway escribió una serie de canciones donde se mezclan letras provocativas cargadas de sexualidad con otras absolutamente naif. El eclecticismo también está presente en la mezcla de ritmos, desde números latinos a melodías francesas pasando por la técnica vocal del scat.

La personal e intransferible estética de la que goza la película es el resultado del agudizado sentido visual del director y sus ayudantes.

La sucia fotografía en blanco y negro, resultado de la filmación en 16mm (¿cuantas grandes películas están filmadas en este glorioso formato?) de la mayor parte del metraje le confiere un aire turbio, pesadillesco, que le va como anillo al dedo a una película que goza de absoluta amoralidad. John Muto complementa el trabajo aplicado a la imagen real a través de la animación. Mediante el artesanal uso de diversas técnicas, como el cartoon o la utilización de fotografías como plantillas, le da ese acabado tan personal que recuerda a la obra de Terry Gilliam.

Los decorados constituyen otro de esos elementos que hacen de “Forbidden Zone” una película diferente. La falta de recursos técnicos es nuevamente la responsable del despliegue imaginativo, en este caso la labor ni siquiera fue encargada a profesionales. Los propios actores eran los encargados de construir los decorados. Aprovechaban la noche para construirlos, debido a que por el día les tocaba actuar. Marie-Pascale Elfman y Hervé Villechaize se pasaron noches en vela pintando fondos o rebuscando material válido entre la basura. (¡esto si que es llevar el make yourself por bandera!)

Una AUTÉNTICA obra de culto para quitarse el sombrero, un trabajo realizado sin ninguna pretensión comercial, lo que se percibe sin dificultad en el espíritu libre que rezuma la producción. Un desborde creativo sin ninguna restricción.

Les dejo con la genial intervención de Danny Elfman.


8 comentarios:

Portnoy dijo...

Mr. Kraven, cada día me sorprende más... esta me la guarda para cuando usted sabe que quiero verla.
:-)

Kraven dijo...

Sin problema. Hasta entonces bien sabe usted que estará a buen recaudo.

Quimérico Inquilino dijo...

Un gran análisis de una película que necesita una revindicación ya!
Como bien has dicho, a veces los bajos presupuestos en manos con talento dan algo más que simple caspa.
Este es un ejemplo perfecto de ello.

Un saludo!

Kraven dijo...

Efectivamente! Una joyita imperecedera hecha con cuatro duros y mucho amor al arte. A veces, poniéndole ganas e imaginación, la caspa es fácilmente superable. Y mira que a mí me gusta la caspa.

Gracias por tu comentario.

Anónimo dijo...

Pez total me pillas, no la conozco, pero me pongo a ello. Pinta genial, así que gracias!

Yb saludo.

Kraven dijo...

Seguro que te llevas una agradable sorpresa, Babel.

A disfrutarla.

El Miope Muñoz dijo...

La vi anoche Mr. Kraven. Hay mucha tela que partir aquí ¿eh? Una GOZADA, señor, una GOZADA.

Kraven dijo...

Mucha tela "fisna" y mucha tela gruesa, material diverso pero bien tejido. Una gozada, efectivamente.

Un saludo!