jueves, 29 de mayo de 2008

BICHOS, VENENO Y CINTAS DE VIDEO (parte II)

¡MÁS MADERA! (NO, DE MOMENTO NO HAY TERMITAS)

Continuamos el repaso a las pelis de bichos en la misma década donde lo habíamos dejado: los productivos, delirantes y fascinantes años cincuenta.

Alejada de los parámetros de la serie-b (presupuestarios, argumentales y artísticos) la única película mainstream (y en color) de bichos de la década es “Cuando ruge la marabunta” Byron Haskin, 1953. Describe al detalle las hazañas de una de las protagonistas de nuestro top five, la marabunta, millones de bocas hambrientas guiadas por una hormiga soldado ciega. Protagonizada por Charlton Heston y Eleanor Parker. El tristemente desaparecido actor se metía en la piel de un déspota y colérico soltero dueño de inmensas plantaciones a orillas del río Amazonas. La película de Haskin es antes un melodrama de aventuras, que una película de género fantástico. A pesar de su intención de mostrar de manera plausible la ferocidad de la manada de hormigas, el film cae, inevitablemente, en la exageración propia del cine norteamericano; las hormigas ocupan vastos terrenos en latitud y longitud. La cinta puede definirse como un antecedente claro de las películas de catástrofes que se pusieron de moda a partir de los años setenta.

Adentrándonos en las entrañas de la serie Z más canalla y desvergonzada nos topamos con un clásico del cine casposo, “Mesa of lost women”, Ron Ormond, 1953. Película que goza del gran honor de ser una de las cincuenta peores jamás rodadas. Muchos apuntan incluso a la figura de Ed Wood Jr. como posible director (cosa por otro lado totalmente falsa. El hombre no podía colgarse todas las medallas) además de por su torpe desarrollo argumental, por la participación en el casting de dos chicas Wood, Mona McKinnon y Dolores Fuller, vistas en "Plan 9 From Outer Space" y "Glen or Glenda", respectivamente. Una trama que plagia sin complejos a “La isla del Dr. Moreau” e interpretada de manera bochornosa por Jackie Coogan, que opta por este papel a peor actor de la historia, en el papel del Dr. Aranya, mad-doctor al uso que experimenta sin ningún remordimiento con seres humanos. Arañas gigantes, mujeres araña de instintos primarios y hasta un ejército de enanos jorobados… ¡¡la de dios!!

Más delirio del bueno nos encontraremos en “The black scorpion”, Edward Ludwig 1957, con stop-motion cortesía de Willis O’Brien. México sufre la ira de un volcán en constante erupción, tras desechar varias teorías se descubre a los culpables: Escorpiones, gusanos y arañas que se encuentran agazapados en el interior de una cueva. Todos ellos prehistóricos, y, por supuesto… gigantes. La traca final la protagoniza el escorpión alfa en un estadio cercado por el ejército en plena ciudad de México.

El incombustible Bert I. Gordon nos sorprende con otra joyita. ¿Pensaban que ya lo habían visto todo?... ¡Pues no! Tenemos nuevo bicho en la oficina. En esta ocasión se trata de un saltamontes…¡¡gigante!! (sí, una mutación a causa de un experimento del gobierno) de nuevo en Illinois (quizá el perfeccionamiento de la técnica se utilizara años después en el mismo Estado, más concretamente en la ciudad de Chicago. Una posible explicación para los increíbles saltos de Michael Jordan) cuna por excelencia de los insectos más asombrosos. ¿El título?, apocalíptico donde los haya, “Beginning of the end”, de 1957.


¡Mírala!, que bonica ella en blanco y negro.


Cambio de protagonista en “The deadly mantis”, Nathan Juran, 1957. En esta ocasión es una mantis religiosa la que siembra el pánico entre la población. Un cambio geológico provoca la liberación del enorme bicho que permanecía congelado en el Ártico desde la prehistoria. Su devastador periplo terminará en New York, donde será aniquilada con gas nervioso. Ya se sabe del alto índice de criminalidad de la gran ciudad, además, en el cincuenta y siete tampoco se respetaba a las especies protegidas… ¡lástima! Nunca se hizo una segunda parte.

“The Monster for green hell” Kenneth Crane, 1958. Más mutaciones radioactivas, en este caso avispas gigantes causarán el pavor en el continente africano.




Tu también estás muy guapa, tontona.



UN ALTO EN EL CAMINO: LOS SIXTIES, THE POWER OF LOVE

La década de los sesenta cortó de raíz con la basta producción genérica que le precedió en los cincuenta. El miedo a una nueva bomba atómica seguía presente, sobre todo ha raíz de la crisis de los misiles en 1962, sin embargo, John F. Kennedy y Nikita Jruschov mostraron temple y determinación impidiendo la catástrofe.

Más de una década después de la posguerra las heridas de la segunda guerra mundial iban cicatrizando poco a poco, el público norteamericano no necesitaba tanto terror en los cines para evadirse del horror cotidiano, era tiempo de entreguerras. Hasta que se recrudeciera, claro está, el conflicto en Vietnam (EE.UU comenzó su intervención en 1964), que se reflejaría en los cines mucho más a partir de los años setenta con el movimiento que se ha dado en llamar, “American Gothic”, (dedicado fundamentalmente al cine de terror) nombre que viene dado por el cuadro homónimo del artista Grant Wood; pero eso… ya es otra historia.

En esta década el público buscaba evasión en los cines, eran tiempos de revolución sexual, se buscaban alternativas a la monogamia; el aborto y la píldora anticonceptiva dejaban de ser un tabú. Incluso los monstruos gigantes tendrían ahora sus dosis de erotismo. Tan sólo dos producciones sobre bichos se estrenaron en los cines norteamericanos a lo largo de la década y ambas extranjeras.

Cachondona producción de 1960 es “Horror of the spider island”, de Fritz Bottger. Originaria de Alemania, la película sorprendió por su alto contenido erótico, sobre todo entre la mojigata censura norteamericana, que finalmente hizo que la retiraran de numerosos cines. La película se desarrolla en una isla virgen donde un joven es mordido por una horrible araña, mutando en un extraño híbrido que se parece bastante más a un hombre lobo, colmillos incluidos. Jóvenes en bikini, playas, monstruos increíbles y un guión poco menos que incomprensible. Una maravilla que firmaría sin dudar el mismísimo Jess Franco.




“The deadly bees”, Freddie Francis, 1966 (algo así como las abejas asesinas) producción británica que no es más que otro monumento al cine basura. Incluso hay escenas con abejas de plástico pegadas a los actores. Una cantante pop que se encuentra en horas bajas en cuanto a salud se refiere es enviada para descansar a una casa en Isla Gaviota. Allí será testigo del despiadado ataque, sin motivo aparente, de las abejas a la dueña de la casa y su perro. Comienza una investigación junto al vecino apicultor para intentar descubrir las causas de la salvaje actitud del enjambre, pero lo que descubrirá será el laboratorio secreto de éste y sus oscuras intenciones.

Lo dicho, paupérrima y decepcionante producción, en lo que a pelis de bichos se refiere, en la década de Woodstock, Vietnam y la Marihuana. El género se retomará con fuerza en los setenta, sobre todo a partir de 1974 con la aparición de “las abejas asesinas” (en realidad, abejas africanizadas, otra de nuestras “amigables” invitadas) en un barco de San Francisco.

Continuará


2 comentarios:

Unknown dijo...

Uno de mis temas favoritos. Estoy deseando que llegues a la decada de los 80-90, con sus gremlins, aliens y hasta los muppets, si cabe.

Kraven dijo...

Golosos bichejos los que enumeras, pero sin muchas similitudes con los insectos que pueblan la tierra. Me desviaría demasiado del tema y la lista de películas sería interminable.

No problemo, en otros artículos tendrán cabida todos ellos. Alienígenas y demás fauna fantaterrorífica.

Poco a poco.

Propicios días!