miércoles, 3 de junio de 2009

EL FANTASMA DEL PARAÍSO

“Phamtom of the paradise”
Director: Brian de Palma
Guión: Brian de Palma
Intérpretes: William Finley, Paul Williams, Jessica Harper, Gerrit Graham, George Memmoli, Archie Hahn, Jeffrey Comanor, Peter Elbling, Colin Cameron, David Garland, Gary Mallaber, Art Munson, Mary Margaret Amato, Rand Bridges, James Bohan
(EE.UU, 1974)

Sinopsis:

William Finley es un brillante e ingenuo compositor que sueña con poder interpretar sus obras ante el gran público. Swan, dirigente de un importante sello discográfico, le ofrece comprar su obra maestra para la apertura de una lujosa sala de New York, “El paraíso”. Una vez se hace con la partitura, el avaricioso productor no tiene ninguna intención de reconocer la autoría original del libreto, anunciando su estreno a los medios como si se tratara de una obra suya. William se presenta en los ensayos reclamando su reconocimiento pero es expulsado del estudio. Lo único positivo de la experiencia es que conoce a Phoenix, una cándida joven que aspira interpretar el papel protagonista. William se enamora inmediatamente. Swan consigue meter al músico en la cárcel para que no siga reclamando los derechos de su obra. William consigue escapar de prisión pero tras un desgraciado accidente su rostro queda desfigurado y pierde la voz. Oculto tras una máscara vive en las sombras del “Paraíso”. Comienza un maquiavélico plan para hacer de Phoenix su voz en la representación. Swan le descubre y vuelve a engañar al músico, ofreciéndole un contrato para trabajar en la composición del musical si quiere que Phoenix sea su intérprete principal. La segunda traición del magnate hará que William busque su venganza definitiva.

Estamos ante la primera opera rock de la historia del cine pues “Phantom of the paradise” se anticipa en un año al estreno de “Rocky Horror Picture Show”, la película convencionalmente considerada como pionera del particular género.


Nadie duda a estas alturas, de hecho pocos lo hacían ya por aquel año 74, de la pericia tras las cámaras de Brian de Palma. El director norteamericano cuenta en su haber con un puñado de obras que se encuentran entre lo más destacado en la historia del Hollywood moderno. Comenzó fuerte como sus bárbaros compañeros de generación. Al igual que pasara con Coppola, Lucas, Spielberg o Arthur Penn, las películas de Brian de Palma contribuyeron a modificar radicalmente la manera de hacer y entender el cine en EE.UU. Se hizo un hueco en la industria con sus impactantes thrillers, en los que combinaba la tradición del suspense del maestro Hitchcock con el impúdico vouyerismo del giallo italiano. La clara influencia del cine de género europeo, el clasicismo heredado-plagiado del maestro del suspense, la reformulación genérica tanto en el terreno del thriller (“Sisters”. Hermanas, 1973), (“Obsesión”. Fascinación, 1976), (“Dressed to killer”. Vestida para matar, 1980), (“Body double”. Doble cuerpo, 1984), como en el cine de terror (“Carrie”, 1976) e incluso en la comedia, no exenta de crítica social (“Greetings”, 1968), (“Hi, mom!, 1970) o el musical (caso que nos ocupa con la revisión de este título), unido a su personal manera de entender la narrativa del cinematógrafo hacen de Brian de Palma un director post-moderno años antes de que surgiera el término para definir el cine de directores como Quentin Tarantino o Takashi Miike, por citar dos de los casos más conocidos y referenciados.


El “Fantasma del paraíso” es una ópera rock, sí, pero también es una tragedia, un folletín, un cuento de terror, una ácida sátira del poder de la industria discográfica. Las referencias del guión parten de la mejor literatura clásica. No estamos únicamente ante una (per)versión del “Fantasma de la Ópera” bajo el lisérgico prisma de los setenta. Desde el Fausto de Goethe hasta el Retrato de Dorian Gray están presentes en el libreto elaborado por De Palma. Sin olvidar, evidentemente, la obra de Gaston Leroux, sobretodo, la versión cinematográfica dirigida por Rupert Julian, en la que el icónico Lon Chaney encarnaba al desfigurado “fantasma”.

La idea desarrollada en el film del abuso de las discográficas y la utilización de los artistas como meras marionetas, no puede estar más de actualidad en un momento en el que el bombardeo de productos “musicales” de ínfima calidad, a través del (ab)uso del marketing (vía radio, prensa o televisión) taladra nuestros oídos e intenta lavar nuestros cerebros de todo atisbo de frescura u originalidad. Por no hablar de los pingües beneficios que obtienen las sociedades de autores a través de impuestos indirectos. Es lógico que a estos “señores” les interese prohibir las descargas gratuitas de música, pues Internet es la única ventana abierta en la que podemos escoger libremente que queremos escuchar. Si acudimos en masa a comprar los discos distribuidos en las grandes superficies serán ellos los que se lleven todos los beneficios. Swan es un mero aprendiz mucho más romántico y menos sibilino que las carroñeras discográficas actuales.





La historia de amor entre el protagonista, Phoenix y sobretodo, su propia música, huye de los convencionalismos hollywoodienses como el “happy end” utilizando un tono cínico e incluso sórdido (la escena en la que William espía desde el acristalado tejado a Swan y Phoenix en la cama) Sátiramente se retrata en la película la erótica del poder encarnada en el repulsivo pero influyente Swan (las multitudinarias orgías que el hedonista productor se daba con sus coristas tras cada prueba) y las primeras tomas de contacto de algunas jóvenes con el mundo del espectáculo (las curiosas audiciones en las que Swan somete sexualmente a cada aspirante sin ni siquiera escuchar su voz) Sorprendente es también la original utilización de la idea del doppelgänger en una antológica escena (de capital importancia en el desarrollo de la trama) en la que al malvado productor se le aparece su doble, aún más malvado, si cabe.

El trío protagonista está compuesto por Paul Williams quien gracias a su aniñado cuerpo y a través de su hieratismo realiza una magistral interpretación encarnando al prototípico villano. Una Jessica Harper pre-Suspiria está convincentemente cándida en la piel de la inocente y soñadora Phoenix. William Finley despliega el histrionismo necesario para desarrollar el papel del brillante anti-héroe, logrando transmitir su tristeza al espectador a pesar de la máscara y el maquillaje. Secundando a este gran elenco Gerrit Graham, desternillante en el papel de Beef. Provocativo y ambiguo solista de un grupo de hard-rock (primera opción para interpretar la ópera-pop de William). Su vestuario ajustado y sus provocativos movimientos en el escenario parodian la actitud del Glam rock.

Además de apuntar ideas interesantes en el contenido de la historia, lo hace a través de una forma impecable. Técnicamente el trabajo de producción es brillante, la fotografía luce especialmente en los lujosos decorados interiores (las monumentales oficinas de “Death records”, el dormitorio de Swan, o las diferentes estancias de “El paraíso”) El trabajo en la sala de montaje es preciso como en la práctica totalidad de los trabajos de De Palma, desarrollándose la acción de manera dinámica pero sin atropellos. Los encuadres gozan siempre de una amplitud que enriquece cada fotograma. Mención aparte merece la exquisita banda sonora compuesta por Paul Williams (sí, el mismísimo Swan), quien no conforme con realizar su inquietante interpretación del pérfido magnate ameniza la función con temas tan deliciosos como “Old souls” interpretado por la propia Jessica Harper.

La original estética responde a la época de su producción y a la naturaleza excesiva del film. El Glam rock se encontraba en pleno apogeo. Marc Bolan había dado el pistoletazo de salida a la estética del tacón, la boa de plumas y el maquillaje. David Bowie era una divinidad tanto por su música como por su vestuario, inspirado en las travestis de la troupe de Andy Warhol. El hedonismo y el exceso estaban a la orden del día. En este aspecto el genial resultado de la película de Brian de Palma se podría ajustar a la célebre cita del poeta William Blake “El camino el exceso conduce al palacio de la sabiduría”. Psicodelia, colorido pop y rock and roll al servicio de una delirante trama que encuentra en su genial extravagancia su mejor arma para convertir un clásico de la literatura universal en una cult movie instantánea.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué ganas me han entrado de verla, porque es de las pocas de De Palma que me quedan y este tipo me encanta. Eso que me han hablado muy bien de ella...

Saludos!

Almas Oscuras dijo...

Me encanta esta película. Un musical folletinesco, con un exquisito gusto por la exageración (como corresponde a la época glam), y visualmente fascinante.
Una gran película.
Enhorabuena por la disección que has llevado a cabo. Me encanta sobre todo el apunte a los referentes de la literatura clásica que has establecido. Me parecen muy acertados.

saludos

Kraven dijo...

Pues no te la puedes perder, Babel. Es una película única.

Gracias, Almas oscuras. Como siempre, sabes apreciar las grandes obras del cine fantástico.

Gracias por vuestros comentarios.

Rey Nova dijo...

Maravillosa pelicula, muy fascinante, única y sin comparación, me atrevería a decir. Ya espero que Brian De Palma haga otra pelicula de culto instantánea, que desde sus inicios ha demostrado que puede hacerlo.

Kraven dijo...

Cualidades no le faltan, desde luego. Está realizando unos trabajos más que interesantes en su madurez cinematográfica. Indagando en el oscuro reverso del sueño americano como en "La Dalia Negra", zambuñéndose en el oscuro universo de James Ellroy o en "Redacted". Denunciando, una vez más, como ya hiciera en su obra maestra "Casualties of war", los desmanes de la guerra.

En realidad, bajo mi punto de vista, la mayoría de sus obras son de culto "Vestida para matar", "Carrie", "Scarface", "Carlito´s way". Difícil encontrar un director con una carrera tan diversa y de tanta calidad fílmica.