Regreso a Moira
Director: Mateo Gil
Guión: Igor Legarreta, Mateo Gil
Fotografía: Josu Inchaustegui
Intérpretes: Juan José Ballesta, Natalia Millán, Victoria Mora, Jordi Dauder, Miguel Rellán
(España) 2006
“Películas para no dormir” nace de la mente de Narciso Ibáñez Serrador quien llevó a cabo en el año 2006 una propuesta nostálgico-continuadora de sus célebres “Historias para no dormir”. Chicho junto a otros cinco prestigiosos realizadores del fantaterror español (Álex de la Iglesia, Mateo Gil, Paco Plaza, Jaume Balagueró, Enrique Urbizu) rodaron una tv movie cada uno de menos de noventa minutos de duración para su emisión en la pequeña pantalla (la serie fue emitida en su momento por "Tele 5") así como para su comercialización en DVD (con distribución del sello "Filmax")
Argumento:
Tomás un hombre cercano a la tercera edad regresa a su pueblo natal tras cuarenta y cuatro años viviendo en Alemania tras recibir una carta del tarot poco después de que su mujer se suicidara. La única persona que pudo haberle enviado esa carta murió hace años. Cuando llega a su tierra comienza a recordar como eran los encuentros sexuales de su juventud con Moira, una mujer adulta que vivía sola con su gato. Todo el pueblo la difamaba, la acusaban de brujería y la tachaban de promiscua, el joven Tomás la tomaba cada día, pero sus celos le llevaron a delatarla ante su madre. Las mujeres del pueblo acabaron con su vida, ahora Moira, aún en su casa está esperando a Tomás.
La historia abarca dos épocas bien diferenciadas, separadas por cuarenta y cuatro largos años, por un lado la época actual, donde el ladrillo impone su ley, sustituyendo el paisaje natural por montañas de hormigón, un mundo impersonal donde “cada palo aguanta su vela”; por otro, la España de posguerra, una sociedad beata, temerosa de dios ,desconfiada, supersticiosa, ignorante, analfabeta y violenta, muy cercana al tremendismo de “La familia de Pascual Duarte” de Cela o “Los Santos inocentes” de Delibes. El personaje de Tomás hace de puente entre los dos mundos a través de sus recuerdos, la belleza de Moira “hechiza” al joven que cae en brazos de la mujer madura y experimentada. Más que una bruja como dicen en el pueblo se trata de un ángel rodeado de “arpías” que intentan arruinar su felicidad, la desconfianza hacia el forastero se agudiza aún más tratándose de una mujer sola, la señalan como culpable de todos los males, la sequía, la muerte de animales por enfermedad, etc…
La sociedad cerrada y opresiva del pueblo (lo más parecido a una secta) está perfectamente personificado en el personaje de la madre de Tomás, progenitora estricta educa a su hijo a rajatabla, debe hacer los deberes religiosamente todos los días de verano, acabar todo lo que tiene en el plato, llegar temprano a casa e ir a misa los domingos, a pesar de todo los reproches maternos nunca están de más. Acompañada siempre por el párroco del pueblo es la “cabecilla” de la comunidad, un buen ejemplo de ello es la secuencia en la que Tomás acompañado de sus dos “amigos” va a espiar a casa de Moira. Tras sufrir una caída y ser abandonado por sus dos cobardes compinches, la mujer lo recoge y le atiende en su casa. La madre de Tomás avisada por uno de los amigos del chico va a buscarlo a casa de la “bruja”, cuando llega al lugar, acompañada debidamente por su guardia pretoriana, formada por más mujeres del pueblo da una fuerte bofetada a su “querido” hijo y le espeta violentamente a Moira:
- No vuelvas a acercarte a mi hijo, ¿me oyes bien, perra? Ni se te ocurra si no quieres arrepentirte, perdidas como tú es lo que no necesitamos en este pueblo
Una síntesis perfecta del pensar de los lugareños.
La localización en un pequeño pueblo peninsular, así como la descripción de la oscura época en la que el nacional-catolicismo dominaba el día a día de la vida de los españoles es el mayor acierto de la película, por lo demás el ambiente de misterio del que Mateo Gil intenta impregnar al film es bastante previsible (banda sonora inquietante, mezcla de presente y pasado en la misma secuencia, son recursos demasiado manidos), todas las escenas que intentan crear tensión, la escena del suicidio de la esposa de Tomás en la bañera, las apariciones del fantasma envuelto en vendas, la casa de Moira tal y como había quedado tras más de cuarenta años de abandono en medio de una urbanización en construcción, son situaciones que nos dejan una sensación de déjà-vu cinéfago.
La venganza del fantasma torturado en vida que vuelve del más allá para ajustar cuentas huele más a podrido que su propio cadáver.
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