viernes, 25 de abril de 2008

REBOBINE, POR FAVOR




Be Kind Rewind (Rebobine, por favor)
Director: Michel Gondry
Guión: Michel Gondry
Fotografía: Ellen Kuras
Música: Jean-Michel Bernard
Intérpretes: Jack Black, Mos Def, Danny Glover, Mia Farrow, Meloni Díaz, Chandler Parker, Irv Goodrich, Arjay Smith, Sigourney Weaver, Paul Dinello, Heather Lawless
(EE.UU) 2007

La última película del realizador francés Michel Gondry, lo aleja del personal mundo y de la imaginería visual mostrada en sus dos últimos largometrajes de ficción, la genial “Olvídate de mí” o la imaginativa “La ciencia del sueño” ambas obras aplaudidas mayoritariamente por la crítica más sesuda, la segunda sin embargo recibió una discreta acogida por parte del público.

Narra la desaparición de un mundo obsoleto y nostálgico simbolizado con la muerte del VHS (analógico) barrido por el DVD (digital). El cambio socio-generacional abarca sin embargo un espectro mucho mayor, el gigante inmobiliario acaba con todo, no respeta las antiguas e históricas construcciones, sólo se preocupa de sacar el máximo partido a sus explotaciones.

Sinopsis:

Mike queda temporalmente a cargo del videoclub del Sr. Fletcher. Su amigo Jerry, pretende sabotear la central eléctrica frente a la que vive en su caravana, pero es magnetizado en el intento. Cuando vuelve al videoclub magnetiza todas las cintas haciéndolas inservibles, la única manera de mantener a los clientes satisfechos y que el Sr. Fletcher no se enfade a su vuelta es recuperar todas las películas. ¿Cómo hacerlo?, muy fácil, grabando ellos mismos su propia versión. Los clientes comienzan a hacer grandes colas para alquilar estas peculiares producciones (películas suecadas), pero los propietarios de los derechos cinematográficos de la obras registradas no opinan lo mismo…


La película funciona en todo momento como comedia, los extravagantes personajes que parecen sacados del universo Jarmusch se relacionan verbalmente entre ellos con un impreciso y desternillante vocabulario. La realización de las películas suecadas, a la que podemos asistir en buena parte del metraje, despierta irremediablemente la carcajada del espectador, inolvidables Jack Black y Mos Def disfrazados con papel de plata haciendo de cazafantasmas en una biblioteca. La parte final recupera el espíritu nostálgico de Frank Kapra con la exhibición del documental suecado sobre la vida de Fats Waller, pianista de jazz que en los años veinte triunfó en los EE.UU para dar el salto a Europa en la década siguiente, en el film se reivindica que nació en el barrio de New Jersey donde viven los protagonistas, pero en realidad el artista es oriundo del newyorkino barrio de Harlem.

Los personajes secundarios funcionan perfectamente como complemento de los protagonistas, fantástica la caracterización de Mia Farrow en el personaje de la excéntrica Miss Falewicz, que siempre olvida devolver las películas y está obsesionada con “Paseando a Miss Daisy” o la dulce e ingenua Alma, interpretada por Meloni Díaz, que además de ayudar a los protagonistas en la realización de sus obras tiene una infructuosa historia de amor con el torpe Mike.



El videoclub del Sr. Fletcher (magistralmente interpretado por un siempre convincente Danny Glover) no es atractivo ni deslumbrante, al igual que su aliado (el VHS), está viejo y polvoriento, sin embargo está lleno de películas fascinantes, cine mudo, películas de culto, documentales sobre la vida de Fats Waller, un rico mundo lleno de matices y emociones. El público ha dado la espalda a todo ese saber, ahora sólo se interesa por las últimas novedades que alquilan en el Blockbuster más cercano en formato digital, menos variedad, y más copias para que nadie se quede sin ver la última e insulsa producción hollywoodiense. La magia del cine se ha acabado, la practicidad económica impone su ley. Aunque tampoco parece irle mucho mejor al nuevo videoclub, en la escena en la que Jack y Mike irrumpen en el local para robar el proyector, sorprenden al dueño del negocio durmiendo en él, las deudas han hecho que tuviera que empeñarlo todo, el mundo del vídeo está condenado al ostracismo, incluso en su formato digital, internet ha acabado con todo, se acabó ese alo romántico de estanterías interminables repletas de clásicos, exploits y vodrios, ya no hay lugar físico para la aventura, el romance ni la comedia, al menos no mayor del tamaño de un disco duro.

Reflexión nostálgico-cinéfila sobre la muerte del vídeo, las películas suecadas gustan a la gente porque es el propio público el que las realiza, personajes de carne y hueso y no estrellas intocables que están por encima del bien y del mal, “Los cazafantasmas”, “King kong”, “2001, una odisea del espacio” o “Robocop” son películas con un equipo técnico detrás, con numerosos efectos especiales, y con un abultado presupuesto, pero no serían ni la mitad de lo que son si las personas que trabajaron en ellas no hubieran puesto su corazón al servicio del proyecto, ese es el motivo del éxito, al igual que hace Michel Gondry con esta película, a pesar de ser la más convencional de su filmografía, la más comercial, (si es que un par de adultos disfrazados haciendo el ganso delante de una cámara puede denominarse como comercial), la más naif y sobre todo la que hace gala de un humor y trama más simple, pone todo su corazón al servicio del film como hacen sus protagonistas, seres marginales, out-siders, adorables marcianos, que con sus maravillosas quimeras se evaden del insoportable día a día, una vieja cámara, el compañerismo y la imaginación son suficientes para alegrar la vida a todo un barrio, gentes sencillas que se conforman con esbozar una sonrisa o soltar una lágrima de vez en cuando ante una pantalla, para hacer su vida un poco más feliz.

3 comentarios:

Unknown dijo...

Surrealista...

Portnoy dijo...

No puede ser peor que La ciencia del sueño, ¿no?
:-)

Kraven dijo...

Al menos no tiene las pretensiones de aquella, lo cual se agradece, es un placer poder ir al cine sin estar rodeado por gente con gafas de pasta