martes, 25 de noviembre de 2008

LIVERPOOL

“Liverpool”
Director: Lisandro Alonso
Guión: Lisandro Alonso, Salvador Roselli
Intérpretes: Juan Fernández, Giselle Irrazabal, Nieves Cabrera.
(Argentina, Francia, Holanda, Alemania, España), 2008

Lisandro Alonso vuelve nuevamente al Festival Internacional de Cine de Gijón tras la retrospectiva completa de su obra, compuesta por aquel entonces por “La libertad”, “Los muertos” y “Fantasma” que se proyectó en 2005.

La presentación que llevaron a cabo en el Teatro Jovellanos su director y su productor no auguraba nada bueno. Lisandro Alonso (director), de look desaliñado (una especie de Fernado León de Aranoa con acento che) comentó lo agradecido que estaba a este festival en el que se sentía como en casa. El productor (en realidad uno de los cinco entre los que se encuentra también el propio Lisandro) lucía un traje a cuadros tan llamativo y desafortunado como las declaraciones que tuvo la caradura de soltar ante el respetable (que no pareció serlo para él)

Todo comenzó con una preocupante y pretenciosa frase: “Hacemos películas anómalas”, continuó con la cínica y falsa de “no hacemos cine por dinero, para eso están otros”, incluso afirmó “seguimos buscando mejorar la gramática cinematográfica” y prosiguió con la perorata con ese aire de seguridad que da el saberse un artista que está por encima del resto, que se encuentra en posesión de la verdad y por tanto está en el derecho y la obligación de enseñar a los demás lo que es el buen cine (vamos, de lo más humilde) A continuación, tras retirarse del escenario los perpetradores del atentado cinematográfico que íbamos a presenciar y correrse las cortinas del teatro, allí estaba ante nosotros, mirándonos con bufa y desdén: El horror.

Cámara fija, dos jóvenes sentados en un sillón jugando a la play-station, otro joven, en pie y al fondo de la estancia pésimamente iluminada (les juro que me dolían los ojos para poder discernir algo en aquella horrible y esperpéntica fotografía), el joven que se encuentra levantado abandona la habitación y se dirige a otra estancia, tras esto la palabra “Liverpool” en rojo se superpone a un fondo negro dando un adelanto del sopor que se cerniría sobre las butacas durante el resto de la proyección. Hora y media de planos fijos (unos pocos, teniendo en cuenta que de media deben salir a cinco minutos cada uno) en la que un marino, una vez llega a tierra, bebe vozka, va de putas, bebe vozka, come a tiempo real y en riguroso plano fijo (no vayamos a romper la exquisita planificación) viaja hasta la Patagonia (atravesando bellos y sobrecogedores paisajes, todo hay que decirlo) a visitar a su madre, la cual se encuentra enferma, que vive acompañada de su marido y una niña que presenta síntomas de retraso mental (mientras sigue bebiendo vozka, creo que era el elemento que mostraba la depresión y desesperanza del personaje ¡que sutil, que profundidad!), para después marcharse (en plano general y fijo) mientras el tostón continúa unos veinte minutos más con el abuelo y la nieta haciendo de tramperos cazando zorros hasta que la niña saca del bolsillo un llavero que pone Liverpool (en un impresentable plano que corta la cabeza a la niña).

¿Pero qué cojones es esto? Me preguntaba acertadamente mi compañero de butaca hacia la mitad de la sesión, un leve gesto alzando las manos por debajo de la cabeza fue todo lo que pude responder. Mi incredulidad iba en aumento al ver que nadie se levantaba de su butaca (cuando los hay que se levantan en películas más que notables), nuestro gesto de asombro fue mayúsculo al ver que incluso hubo gente (no poca) que aplaudía. Pero, a la salida del teatro, cuando no vimos ambulancias ni camisas de fuerzas para llevar a un lugar apropiado a aquellos que habían tenido la demencia de aplaudir no nos lo podíamos creer.

¿Habíamos sido objeto de una burla, de un insulto?, ¿realmente esta gente piensa que está haciendo cine?, ¿se creen su discurso?, ¿cómo se atreven a meterse con otras cinematografías diciendo que eso no es cine? ¿Cómo pueden decir que no hacen cine por dinero, viven de caridad? Porque que yo sepa el cine es un negocio, nació como un espectáculo popular, sigue siéndolo y yo pagué para ver la película de estos señores lo mismo que pagué por el resto. No estamos hablando de cine amateur, esta gente exhibe sus películas por festivales, reciben apoyos para realizar sus películas (venga el dinero de donde venga) y estarían encantados de vender sus derechos a la T.V como todo el mundo ¿a quién pretenden engañar?, si en realidad hicieran cine por amor al medio harían películas sólo para ellos (que gran favor nos harían) y no las exhibirían por todo el mundo, a parte de aumentar su ya de por si densa egolatría esta gente busca la pasta, como todo el mundo.

¿Sabe esta gente quien fue D.W. Griffith o Sergei Esisenstein?, ¿saben que existe un lenguaje cinematográfico? Poner una cámara en un trípode enfocando un paisaje mientras un hombre deambula por él no es cine, es una toma, un plano. Un niño con un teléfono móvil realiza en cinco minutos creaciones audiovisuales con más fuerza y más sentido que la película de Lisandro Alonso, y sobretodo y más importante, más entretenidas. Ese es el principal cometido del cine, entretener, y se puede conseguir sin renunciar por ello a la calidad cinematográfica (inexistente a todas luces en el trabajo de esta gente), sino que se lo pregunten a Alfred Hitchcock.

¿Cómo puede haber críticos cinematográficos, como Carlos Losilla que escriben sobre “Liverpool” alabanzas como la siguiente: “…su estilo ha alcanzado una madurez que, sin abandonar la frescura de los hallazgos anteriores, exhibe una respiración muy cercana a la plenitud.”? Dejemos de apoyar a este tipo de realizadores que no aman el cine sino a si mismos y que dicen no querer vender su cine. Evidentemente, lo de ellos es vender humo.

Finalizo este enfado monumental en forma de post y escrito totalmente en caliente, (honestidad ante todo), dejándoles con unas palabras del maestro Lisandro Alonso, disfruten con sus visionarias revelaciones.


jueves, 20 de noviembre de 2008

46 FIC XIXÓN


O lo que es lo mismo, la edición número 46 del "Festival Internacional de Cine de Gijón" que se inauguró ayer, 20 de noviembre y se prolongará hasta el sábado 29.

Casi medio siglo de vida para un Festival que ha ido al compás de su tiempo. Lejos queda ya aquel año 1963, en el que este pequeño gran festival veía la luz bajo el nombre de “Certamen Internacional de Cine y TV Infantil”.

A pesar de que en la actualidad el festival esté dedicado al cine independiente y/o “invisible” (ese cine, en muchos casos de categoría innegable, que se exhibe en los principales festivales de cine independiente del planeta y que se comenta en las páginas de las revistas más especializadas pero que en raras, muy raras ocasiones consigue abrirse hueco en las cada vez más generalistas y uniformes carteleras españolas) el cine dedicado a los más jóvenes sigue estando presente, como el primer día, con la cuidada selección de películas que cada año se exhiben dentro de la sección “Enfant Terribles”.

Desde que José Luis Cienfuegos cogiera la batuta del festival en 1995 la heterodoxia y la diversidad cultural han enriquecido año tras año las pantallas del Teatro Jovellanos durante los nueve días que dura el Festival. Cinematografías tan reconocidas y admiradas como la norteamericana o la francesa han compartido cartel con otras más desconocidas o incluso ignoradas, pero no por ello de menor importancia como la iraní, belga o eslovena. Este año, como ocurriera anteriormente en el pasado Festival de Cannes, la cinematografía con más efectivos en el festival es la argentina (aunque la mayoría de películas se engloben en realidad dentro del llamado cine transnacional, pues su producción sería imposible sin el esfuerzo económico e intelectual de varios países), además de los cuatro títulos (de un total de veintidós) incluidos en la sección oficial: “Liverpool” de Lisandro Alonso, “Una semana solos” de Celia Murga, “Salamandra” de Pablo Agüero y “La mujer rubia” de Lucrecia Martel, se realizará una retrospectiva de la obra de esta gran realizadora.

Se mantiene como cada año las sección de “Llendes”, dónde podremos contemplar propuestas tan dispares como “Vermilion Souls”, ópera prima del japonés Masaka Iwana, el maestro de la danza Butho “…una disciplina que exige total estaticidad a los bailarines y que imita el modo de moverse de los supervivientes de Hiroshima y Nagasaki” o “Z32” el documental de guerra del especialista en la materia Avi Mograbi. “Esbilla” es otra de las secciones fijas que cada año nos sorprende con sus interesantes y variopintas propuestas, “Bendito Canalla, la verdadera historia de Genarín” de Asunción Blanco rememora las andanzas de este peculiar vecino de León, fallecido ya hace setenta y siete años pero cuyo recuerdo sigue vigente, también estará presente en el ciclo el célebre director canadiense Atom Egoyan con la presentación de su último trabajo “Adoration”.

La obra de los libaneses Johanna Hadjithomas y Khalil Joreige y del austriaco Peter Tscherkassky será objeto de sendas retrospectivas. Los ciclos que en pasadas ediciones se dedicaban a los nuevos cines de cinematografías como la española, la italiana o la francesa, tendrá como protagonistas en esta ocasión a directoras europeas actuales, bajo el título de “Una parte del cielo: directoras europeas en el nuevo milenio” se englobaran quince largos que pretenden aglutinar una mirada común.

El plato fuerte para el que escribe estas líneas lo supone el ciclo “La utopía yanqui”, que la estupenda revista “Cahiers du cinema (España)” ha tenido el acierto de desmenuzar en un cuaderno especial que acompaña su número de noviembre.

Introducción, reflexiones, comentario de todas y cada una de las películas que se proyectarán en el ciclo, filmografías de los directores y entrevistas a algunos de ellos. Un estudio exhaustivo y muy recomendable. Algunas de las películas que nos ofrece el ciclo: “La trinchera luminosa del presidente Gonzalo”, “Interkosmos”, “The Juche Idea” todas ellas de Jim Finn, “Who´s Bozo Texino” de Bill Daniel o “Red Hollywood”.

En el ya mencionado ciclo de “Enfant Terribles” se podrán ver desde artes marciales, en la nipona “Kung fu kid” de Issei Oda, pasando por la animación de “Mia et le Migou” del galo Jacques Rémy-Gired hasta cine adolescente, como el propuesto por Mani Maserrat Agah en “Ciao Bella”. El nuevo y flamante teatro de “La Laboral” ha sido el escogido para proyectar la totalidad del ciclo. Nueva sede que uniendo fuerzas a los Cines Centro, El Antiguo Instituto Jovellanos, el Centro Integrado Pumarín-Gijón Sur, y el Teatro Jovellanos acogeran la totalidad de la programación.

La alocada comedia “Choke” del norteamericano Clark Gregg daba, la pasada noche del jueves en el Teatro Jovellanos, el pistoletazo de salida tras la gala de inauguración (presentada por una nerviosa, balbuceante, y, en absoluto inspirada, Estibaliz Gabilondo), a un maratón de doscientas películas que inundarán la pequeña villa asturiana de celuloide durante nueve intensos días. Las noches estarán ocupadas por la mejor música, “Doctor Explosion”, “Russian Red”, o los gijoneses “MyStereo” pondrán la banda sonora a la cinefilia que estos días se apodera de la ciudad.

martes, 18 de noviembre de 2008

SÓLO QUIERO CAMINAR

“Sólo quiero caminar”
Director: Agustín Díaz Yanes
Guión: Agustín Díaz Yanes
Intérpretes: Diego Luna, Ariadna Gil, Victoria Abril, Elena Anaya, Pilar López de Ayala, José María Yazpik, Patricia Reyes Spindola, Carlos Bardem.
(España, 2008)

Cuatro “hermanitas de sangre” Aurora, Ana, Paloma y Gloria, son sorprendidas cuando intentan robar a unos mafiosos rusos, siendo una de ellas, Aurora, capturada y condenada a ocho años de cárcel. Las felaciones que las otras tres practican a dos poderosos hombres cambiarán sus vidas. Ana enamorará así a un mafioso mexicano que le pide matrimonio, mientras que Paloma y Gloria consiguen sacar a Aurora de la cárcel haciendo lo propio con el juez que la condenó. Tras conseguir Aurora la libertad en España las tres parten para México para atracar al marido de Ana, a la cual éste ha dejado en coma como consecuencia de sus constantes maltratos. La venganza femenina será cruel y contará con un inesperado aliado, Gabriel, amigo de la infancia del marido de Ana, cuya madre fue asesinada por su propio marido.

Agustín Díaz Yanes vuelve a la dirección tras la decepcionante Alatriste con una propuesta que, si bien comparte errores en cuanto a falta de ritmo en el montaje con su anterior obra, sorprende gratamente por su falta de prejuicios y la apuesta por una película de acción realizada desde las entrañas.

Tano, apodo por el que se conoce al director madrileño, recupera al personaje de Gloria Duque (interpretado por Victoria Abril) de su ópera prima “Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto”, siendo lo único que recupera de aquella. Nada tiene que ver aquel thriller dramático y autoral con esta muestra de cine de género(s) o sub-género(s) (cine sobre mafias, vengeance movies), cómica y salvaje a partes iguales.

Estamos ante una película única en cuanto a su naturaleza. A pesar de tratarse de una película de género con todos los clichés, formalismos y estereotipos propios de su categoría, (violencia y sexo gratuitos, desigualdad económica como generador del conflicto), de intentar seguir (sobre todo en cuanto a planificación) los patrones de cierto cine de acción made in U.S.A desde Martin Scorsese a Quentin Tarantino (deudores a su vez del cine de acción made in Hong-Kong de finales de los ochenta y principios de los noventa), de tener un guión alocado, inverosímil y absurdo, (propio de una producción de serie b o z), cuenta con un reparto de lujo sobre el que recae el peso de la acción. Es decir, nos encontramos con una película de género acelerada, violenta y alocada que a la vez es una película de actores (muy bien interpretada). Cuando además de todo esto hablamos de cine español (subvencionado), el caso de “Sólo quiero caminar” más que único se antoja irrepetible.



El reparto coral no podría estar en mejores manos, sobresalen del conjunto Ariadna Gil y Diego Luna. La primera en un papel tan extraño como inolvidable. Una suerte de super-heroína vengadora (me niego a decir Mamba Negra porque Tarantino no se inventó este tipo de personajes) experta en la construcción de las armas más inverosímiles (atención a la bicicleta ametralladora, toda una delicia para los amantes del cine de acción sin prejuicios o los nostálgicos de McGiver o el equipo A) y adicta a los prostitutos a domicilio; una heroína de manga con vestido y sangre flamencos que Ariadna sabe interpretar magistralmente en todas y cada una de sus facetas. Diego Luna se calza el traje (¡y que bien le queda al condenao!) del elegante matón mexicano Baby face, conocido también como el arcángel (no en vano se llama Gabriel), quien tiene tan buena mano con las mujeres como con las armas de fuego. Con este personaje Díaz Yanes hace un guiño (plagio/homenaje, como gusten) al interpretado por Alain Delon en “Le samourai” de Jean-Pierre Melville (véase la escena en la que Gabriel sale de un cine que anuncia en su rótulo dicho título), salvando las evidentes distancias con la indiscutible obra maestra del cineasta francés, el joven actor mexicano construye un personaje más que digno, siendo quizá el más verosímil de la historia. La fuerte atracción sexual que se produce entre ambos personajes afecta en gran medida al desarrollo de la historia y la química existente entre actor y actriz es inmejorable, la falta de diálogos no impide la comprensión de una historia de amor tan pasional como trágica, como los mejores tangos.

Entre el resto de intérpretes destacar la grata e histriónica presencia de José María Yazpik quien con trajes horteras, ademanes macarras y lenguaje malsonante construye a la perfección su personaje. Capo de la mafia mexicana, marido maltratador y amigo del alma de Gabriel, su mano derecha. Un hombre tan duro e inflexible a la hora de negociar, como aventurero en asuntos del corazón, ¿o cómo llamarían a alguien que pide matrimonio a una prostituta después de que ésta le haya practicado una felación? (aunque tratándose de Elena Anaya…) Su obsesión por la historia de Pretty Woman no le saldrá tan rentable como sus anteriores business.


Quizá falte profundidad (mucha), escenas, o ambas cosas, al resto de personajes para que el espectador llegue a comprender sus acciones. Especialmente al de Paloma, interpretada por Pilar López de Ayala, una empleada de juzgado que a pesar de su puesto de trabajo roba y se prostituye como el resto de sus compañeras (absolutamente incomprensible la escena en la que aparece vestida de monja hablando con la virgen en una iglesia). Gloria Duque sobrevive como puede a las órdenes de Gabriel y confía la educación de su hijo a las cafeterías de la ciudad mientras realiza su trabajo. El niño escribe bien y tiene imaginación pero prefiere el toreo, como su padre. La presencia de Elena Anaya en el papel de Ana es breve (al menos en su estado consciente) pero Elena está bonita incluso en estado de coma, ya no digamos vestida de novia.

La falta de diálogo o de matización del carácter de algunos de los personajes no resta fuerza a la historia que nos atrapa a través de las acciones. La fuerza visual y el vigor y la maestría con la que están filmadas la mayoría de sus escenas salvan el conjunto a pesar de lo forzado de su argumento.

Lo que para muchos (no digo que les falte razón) pueda suponer una tremenda incongruencia en la realización del guión, debido a sus constantes cambios de tono, a mí me parece un sorprendente soplo de aire fresco (no digo que intencionado). La primera parte de la historia pasa de la sordidez y la incomodidad (la escena en la que un mafioso ruso orina sobre Aurora tras detenerla, o las felaciones que practican Ana y Paloma a los mafiosos) a la comedia más delirante (la escena de la boda con la canción de “Pretty Woman” o las constantes alusiones burlescas de Gabriel al matrimonio de su amigo con una prostituta: “Con putas no, güey”). A medida que avanza el metraje la historia va adquiriendo tintes dramáticos (escenas de gran altura cinematográfica como la conversación entre el jefe coreano y Gabriel) con la calculada y cruel venganza de las féminas heridas que terminará, como mandan los cánones, con la aniquilación de todos los barones (castración de por medio incluida).

Cine de acción, venganza, asesinato, mafias rusas, mexicanas y españolas, sexo, amor, odio, tragedia, comedia, todo tipo de armas de fuego, mujeres bellas y flamenco. Caspa cañí en formato de lujo en V.O sin necesidad de subtitulos y algunos minutos del “Grupo Salvaje” de Peckinpah en V.O. con subtítulos. No se puede pedir más.