domingo, 30 de marzo de 2008

TERROR EN LA ÓPERA


Opera (Terror en la ópera)
Director: Dario Argento
Guión: Franco Ferrini
Intérpretes: Cristina Marsillach, Coralina Cataldi Tassoni, Daria Nicolodi, Francesca Cassola y Ian Charleson.
Fotografía: Ronnie Taylor
(Italia) 1987
Sinopsis:

Betty una joven soprano debuta en el papel de lady Macbeth tras la muerte de la diva principal. La representación es un éxito y dos hombres se disputan su amor (el director de la obra y un policía que investiga el accidente de la diva) pero a partir de entonces comienzan a producirse una serie de asesinatos a los que la joven asiste como testigo obligado, (el asesino la amordaza antes de acometer los crímenes). Todas las personas que tienen alguna relación con la chica van muriendo uno a uno. La investigación policial no da con el culpable, sin embargo los cuervos utilizados en la representación descubrirán al asesino, (que resulta ser el policía), cuando son soltados durante una actuación, a pesar del ataque sufrido, éste consigue adentrase en el camerino de Betty e intenta matarla, pero un incendio provocado por el mismo parece acabar con su vida. Betty se va a descansar a los alpes con el director de la obra, cuando el asesino, (que había dejado un maniquí en el camerino incendiado simulando su muerte) aparece para matar a la soprano. Afortunadamente la policía estaba al corriente y dan alcance al agresor antes de que acabe con la vida de la joven.

El ojo es el protagonista absoluto de la película, (ésta se abre acertadamente con el primerísimo primer plano del ojo de un cuervo), metáfora del cine en general y el giallo en particular, espectáculo voyeurístico en el que el espectador se convierte en cómplice del asesino, (nuestros ojos son testigos en primera persona de todos los crímenes), impune desde su cómoda butaca. Los ojos de la torturada Betty (repetidas veces en plano detalle) son rasgados una y otra vez por los alfileres que el asesino le coloca, éste utiliza prismáticos en la ópera, el colirio que la protagonista se aplica le hace ver la realidad distorsionada, su vecina que mira por el ojo de la cerradura es brutalmente asesinada por una bala que entra por la mirilla y acaba mutilando su órgano visual, cuando el asesino es descubierto, los cuervos le picotean dejándole tuerto. El persistente uso de la cámara subjetiva (rasgo característico del género) nos sitúa en el punto de vista del asesino tanto como de la víctima (somos sus ojos).

La película está excelentemente planificada, las tomas panorámicas de la ópera describen al detalle la monumentalidad y belleza del edificio, huyendo del barroquismo visual utilizado en películas anteriores, (“Profundo rosso”, “Suspiria”), sobre todo en lo que se refiere a la paleta de colores, así como a los irreales espacios urbanos (recreados en estudio) utilizados como decorados, Argento utiliza una coloración más convencional y le da más importancia a los interiores, espacios suntuosos cargados de lujo. El edificio de apartamentos donde vive Betty es un laberinto claustrofóbico lleno de trampas y puertas falsas, una ratonera donde el asesino es el gato que persigue a los roedores. Los inacabables pasillos, el viejo conducto de aire acondicionado, las espaciosas y recargadas habitaciones confieren al film un aire onírico, pesadillesco.






La escena más destacada es el asesinato del joven amante de Betty en la mansión de su tío. Cuando el joven sale de la habitación después de intentar practicar el sexo con la soprano (nadie que haga cualquiera de las dos cosas sobrevive a una película de terror… ¡Hay que ser inconsciente!) el asesino aprovecha para hacer acto de presencia, sus enguantadas manos (junto con la máscara y la gabardina completan el vestuario indispensable de todo giallo’s killer) rodean el cuello de la joven, tapa su boca con esparadrapo, une sus muñecas con un fuerte nudo, lo mismo hace con su cuerpo, no puede hablar, no puede moverse, pero está obligada a observar. El asesino le ha pegado una tira de esparadrapo con alfileres en cada ojo, para evitar que ésta los cierre (versión gore del experimento Ludovico al que someten a Alex en “La naranja mecánica”, esta vez cambiado películas por imagen real) los primeros planos de los ojos de la protagonista muestran como está asistiendo al horror sin poder pestañear, vemos con que angustia lucha por no cerrarlos, mientras inevitablemente el roce de las agujas en sus párpados va haciendo que brote la sangre. El joven entra de nuevo en la habitación desorientado, sin saber la terrible sorpresa que le aguarda, el asesino tiene predilección por las armas blancas como instrumento de tortura, taja con fuerza la garganta del joven, hasta que la fría hoja es calentada por la densa sangre y se introduce en la boca del incauto, el cual mira atónito a Betty entre gritos de dolor. Tras el grotesco espectáculo y con el ensangrentado cadáver del joven tendido en el suelo, el verdugo manosea lascivamente a Betty mientras le susurra, “-no eres unas frígida, eres una perra en celo”

Otra secuencia inolvidable es el brutal asesinato de la vecina de Betty en el interior de su apartamento. El asesino llama a la puerta haciéndose pasar por un policía, la mujer desconfía, pero en el intento de visionar si la placa es o no auténtica un seco disparo se introduce por la mirilla hasta atravesar la cuenca de su ojo izquierdo para salir más tarde por la nuca, la imagen rodada a cámara lenta (primer plano de la bala atravesando la mirilla, primer plano lateral de la cabeza de la mujer siendo atravesada por la misma, plano general que muestra a Betty agachándose asustada mientras la mujer cae abatida por el disparo) describe con una estética exquisita el terrible crimen. Antológico.

El final normalmente elogiado por tratarse de un inesperado giro de guión, es, a mi entender; psicotrónico, el excelente gusto mostrado en la elección de los decorados, que describen a la perfección el ambiente decadente que rodea al elitista mundo de la ópera, contrasta con el paisaje luminoso, inocente y bucólico de los alpes, parece que estemos viendo una versión sangrienta de Heidi, resulta además demasiado precipitado el ritmo que se imprime a la acción en contraste con el lento discurrir de los acontecimientos hasta ese momento.

Sin lugar a dudas nos encontramos ante una de las grandes obras del maestro italiano, quizá junto con “Profondo rosso”, “Suspiria”, “Inferno” y “Ténebre” conformen las joyas de su filmografía.

2 comentarios:

Shangri-la dijo...

Hola. Te invitamos a visitar nuestra publicación sobre cine y literatura. Un saludo.

Kraven dijo...

Muchas gracias por la invitación, estaré encantado de visitaros.

Un saludo.